El ciclo de la vida siempre continúa. Y esto es cierto incluso en las profundidades oceánicas, donde la generosidad de un cadáver de ballena ha sustentado un mini ecosistema durante décadas.

Crédito: Ocean Exploration Trust.

Los restos yacen en las aguas del Pacífico Norte y están ayudando a los científicos a comprender cómo permiten que los ecosistemas prosperen.

Esto se conoce como «caída de ballenas», que es cuando el cuerpo sin vida de una ballena cae al fondo marino a una profundidad mayor a 1000 metros, en la zona batial o abisal. En este caso, el cetáceo fue descubierto en 2009 por investigadores del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey a 1.250 metros de profundidad, frente a la costa de la Columbia Británica, en un sitio conocido como Clayoquot Slope.

Desde 2012, los científicos de Ocean Networks Canada (ONC) han regresado al sitio a menudo para estudiar la tasa de descomposición del esqueleto y rastrear los cambios en la diversidad de la vida marina. La visita más reciente tuvo lugar como parte de una expedición realizada por el EV Nautilus de Ocean Exploration Trust (OET) para ayudar a ONC a verificar los observatorios submarinos que actualmente funcionan en la zona.

Durante esta destacada expedición, los investigadores utilizaron el ROV Hércules, un vehículo submarino operado a distancia, para capturar un impresionante video de alta resolución y llevar a cabo un minucioso estudio de fotogrametría de la caída de ballenas. Este importante estudio estuvo bajo la dirección del destacado ecólogo bentónico Fabio De Leo, miembro de ONC.

«Las caídas de ballenas representan un oasis de suministro de alimentos en un fondo marino profundo, a menudo pobre en alimentos, y sostienen un conjunto diverso de organismos marinos», escribió OET en su blog.

Rica fauna bentónica

En 2019, los científicos del Santuario Marino Nacional de la Bahía de Monterey descubrieron una caída de ballenas mucho más reciente en el monte submarino Davidson de 3200 metros de profundidad. Con alrededor de los cuatro meses de edad, dicho cadáver estaba repleto de pulpos, anguilas, gusanos, granaderos y cangrejos.

La caída de la ballena Clayoquot se encuentra en aguas menos profundas, pero incluso allí, el fondo marino está envuelto en una oscuridad permanente, ya que los rayos del sol no pueden penetrar a las profundidades batipelágicas.

No está claro a qué especie pertenecía la caída de la ballena Clayoquot. Sin embargo, De Leo señaló que el sitio está cerca de una ruta migratoria de ballena gris (Eschrichtius robustus), por lo que la identificación parece probable. E incluso 14 años después de que se descubrió el cadáver, el lugar todavía está lleno de vida.

«El esqueleto sostiene una rica fauna bentónica», afirmó OET.

La ballena gris es una de las especies que realiza una de las migraciones más largas al recorrer más de 9 mil kilómetros. Crédito: Gobierno de México.

Las especies observadas incluyen lapas (Cocculina craigsmithi), caracoles de mar (Mitrella permodesta), isópodos (Ilyarachna profunda), cangrejos (Paralomis multispina), peces cola de rata (Coryphaenoides acrolepis) y gusanos tubulares (Lamellibrachia cf. barhami).

«Estos gusanos tubícolas, probablemente los mismos individuos vistos en 2009, todavía viven en el hueso de la mandíbula izquierda de la ballena, lo cual es notable», remarcó la fundación de exploración marina.

Al ver las imágenes, también puede notarse que muchos de los caracoles de mar parecen estar posados sobre altas columnas, como pequeños centinelas; esas columnas son sus huevos. Esto repone el ecosistema de caída de ballenas, no solo en la forma de nuevos caracoles de mar bebés, sino también de alimentos, ya que otros animales —como los cangrejos— se darán un festín con los huevos.

Caracoles de mar posados en sus torres de huevos. Crédito: Ocean Exploration Trust.

Además de realizar este muestreo, los investigadores también recolectaron muestras del sedimento del lecho marino en la zona cercana a la caída de la ballena. Estas muestras serán analizadas en busca de ADN ambiental, lo que permitirá obtener una imagen más precisa de los organismos que acechan, se alimentan y prosperan en el entorno oscuro enriquecido por los cadáveres.

Fuente: OET/SciAl. Edición: MP.

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