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El segundo planeta recientemente detectado en torno a la estrella vecina al Sol parece estar rodeado a su vez de un sistema de anillos, al igual que Saturno.
Representación artística de los planetas orbitando Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sol, a solo 4,22 años luz de distancia.
En 2016, astrónomos que trabajaban en el Observatorio Europeo Austral (ESO) confirmaron la existencia de un planeta terrestre alrededor del vecino estelar más cercano: Próxima Centauri. El descubrimiento de este exoplaneta (Próxima b) fue trascendental por muchas razones, entre ellas, el hecho que era similar a la Tierra en tamaño y su órbita estaba dentro de la zona de habitabilidad.
A principios de este año y utilizando el método de velocidad radial, el Instituto Nazionale di Astrofisica (INAF) de Italia halló un segundo exoplaneta (Próxima c) orbitando la misma estrella.
Ahora, basado en la separación entre los dos planetas, otro equipo liderado por INAF intentó observar este nuevo planeta usando el Método de Imagen Directa. Y si bien no resultaron del todo exitosas, sus observaciones plantean la posibilidad de que este planeta tenga un sistema de anillos a su alrededor.
En aras de su estudio, que apareció recientemente en la revista Astronomy & Astrophysics, el equipo se basó en los datos obtenidos por el instrumento Spectro-Polarimetric High-contrast Exoplanet REsearch (SPHERE) en el Very Large Telescope (VLT) del ESO. Este sistema de óptica adaptativa extrema e instalación coronagráfica está dedicado a la caracterización de sistemas de exoplanetas en longitudes de onda ópticas y de infrarrojo cercano.
Durante años, SPHERE ha estado revelando la existencia de discos protoplanetarios alrededor de estrellas distantes, algo que es extremadamente difícil de hacer con la óptica convencional. Sin embargo, este conjunto particular de datos se recopiló durante el sondeo Infrarrojo SHERE para Exoplanetas (SHINE), donde el instrumento se utilizó para obtener imágenes de 600 estrellas cercanas en el espectro infrarrojo cercano.
Confiando en el alto contraste y la alta resolución angular de SPHERE, el propósito de este sondeo fue caracterizar nuevos sistemas planetarios y explorar cómo se formaron. Uno de esos sistemas fue Próxima Centauri, una estrella de tipo M (enana roja) de baja masa ubicada a solo 4,25 años luz de nuestro Sistema Solar. En el momento del sondeo, la existencia de Proxima c aún no se conocía.
Al igual que Proxima b, Proxima c se descubrió usando el método de Velocidad Radial (también conocido como Espectroscopía Doppler). Esto consiste en medir el movimiento de una estrella de un lado a otro (o «bamboleo») para determinar si la influencia gravitacional de un sistema de planetas actúa sobre él. Sin embargo, el equipo confiaba en que si Próxima c produjera una señal lo suficientemente grande en infrarrojo, SPHERE la habría detectado.
Lamentablemente, los datos de SPHERE no revelaron ninguna detección clara de Próxima c. Lo que encontraron fue una señal candidata que tenía un fuerte ruido y una orientación de su plano orbital que se ajustaba bien a una imagen anterior tomada con el Atacama Large Millimeter / submillimeter Array (ALMA). También notaron que su posición y movimiento orbital no eran consistentes con lo observado por la misión Gaia de la ESA.
Por último, descubrieron que el candidato tenía un brillo aparente (flujo) inesperadamente alto para un planeta que orbita una estrella enana roja. Debido a esto, el equipo no pudo decir con certeza si lo que observaron fue realmente Próxima c.
Interpretación artística de una vela solar acercándose al planeta potencialmente habitable Próxima b. Crédito: PHL @ UPR Arecibo.
Sin embargo, este último elemento planteó otra posibilidad que el equipo tuvo que considerar, que el brillo inusual puede ser el resultado de un material circumplanetario. En otras palabras, teorizan que el brillo podría ser causado por un sistema de anillos alrededor de Próxima c, que estaría irradiando luz adicional en el espectro infrarrojo y contribuyendo al brillo total.
«En este caso, imaginamos un sistema de anillos conspicuo o la producción de polvo por colisiones dentro de un enjambre de satélites, o la evaporación del polvo que aumenta la luminosidad del planeta. Esto sería inusual para los planetas extrasolares, con Fomalhaut b, para el cual no existe una determinación dinámica de masa, como el único otro ejemplo posible», explica el primer autor del estudio, Raffael Gratton, del Observatorio Astronómico de Padua.
Esto convierte a Próxima c en un objetivo principal para estudios de seguimiento que utilizan mediciones de velocidad radial, imágenes de infrarrojo cercano y otros métodos. Además, los telescopios de próxima generación, como el Telescopio de treinta metros (TMT), el Telescopio gigante de Magallanes (GMT) y el Telescopio extremadamente grande (ELT) de ESO, serán adecuados para realizar estudios de imágenes directas de este sistema para caracterizar mejor a Próxima c.
Fuente: Universe Today. Edición: EP.
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