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Arqueólogos mexicanos han localizado la estructura principal de cráneos humanos sacrificados del sitio arqueológico del Templo Mayor azteca en el centro de la capital de México, según indicaron el jueves.
La estructura circular de cráneos, denominada tzompantli, era el lugar en el que los aztecas colocaban las cabezas cortadas de las víctimas de sus sacrificios empaladas en hileras horizontales, las cuales eran sostenidas por ambos extremos y formaban un muro.
El hallazgo se encuentra en el subsuelo de una casa de tres pisos de la época colonial situada justo detrás de la catedral de México y en el lugar donde estaba el Templo Mayor de la cultura mexica.
La excavación, dirigida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), transcurrió entre febrero y junio, y la casa bajo la que se encuentra es un vestigio valioso de arquitectura colonial española que no podía ser dañada. Los arqueólogos han tenido que trabajar a dos metros de profundidad suspendidos sobre el estómago en plataformas de madera.
El arqueólogo Raúl Barrera dijo que «son 35 los cráneos que tenemos visibles pero son muchos más» en capas superpuestas que se encuentran enterradas. «Al continuar con las excavaciones el número va a aumentar mucho más», afirmó.
Las excavaciones en la zona se han repetido sistemáticamente desde 1914 y dejan entrever que el lugar del descubrimiento era un lugar ceremonial. Barrera explicó que lo encontrado coincide exactamente con la descripción hecha por los cronistas españoles que participaron en la destrucción de la ciudad de Tenochtitlan en 1521.
Pero la plataforma excavada, que los arqueólogos han datado entre 1486 y 1502, tiene elementos novedosos y diferentes al relato que se había hecho.
Una parte de los cráneos estaban unidos entre sí por argamasa de cal, arena y gravilla de tezontle y formaban un círculo alrededor de un espacio que en la actualidad está vacío. Todos los cráneos están mirando hacia el interior de ese círculo. La estructura tiene 13 metros de largo y seis de ancho.
Barrera explicó que un cronista de indias español escribió poco después de la conquista que había visto cráneos unidos por argamasa, pero nunca se habían encontrado.
La mayoría de los cráneos corresponden a hombres adultos jóvenes, pero también hay algunos de mujeres y de niños. Muchos de ellos podrían ser de enemigos de los mexicas que eran capturados, sacrificados y decapitados como una advertencia contra los que intentaran desafiar su poderío.
Eduardo Matos, arqueólogo del INAH, sugirió que las hileras de cráneos, las cuales debían formar una imagen impresionante de cabezas en diferentes etapas de descomposición, era una muestra de poder los mexicas, y que tanto amigos como enemigos eran invitados a la ciudad con la intención de mostrarles esa imagen e impactarles.
Susan Gillespie, arqueóloga de la Universidad de Florida que no ha estado involucrada en esta excavación, dijo que no conoce «otros ejemplos de cráneos utilizados como material arquitectónico, unidos para dar forma a una estructura», y que «las cabezas se mostraban recién cortadas y posteriormente se les dejaba allí hasta que sólo quedara el cráneo».
Afirmó también que anteriormente se han encontrado grupos de cabezas cortadas en México, pero durante años se había buscado la estructura principal sin éxito.
«Esta parece ser mucho mayor que lo excavado anteriormente», continuó Gillespie. «El hallazgo confirma sospechas previas sobre el espacio de sacrificios del recinto ceremonial del templo, donde tenía que existir un tzompantli mayor a los ya encontrados para almacenar las cabezas de las víctimas».
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