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Un nuevo examen científico de restos humanos de 800 años hallados en un pozo de Trondheim, en Noruega, corrobora una extraña historia medieval.
En 1197, durante un asalto en el castillo de Sverresborg, en Noruega, una facción enemiga conocida como los Bagler lanzó un cadáver a un pozo para contaminar el agua potable de sus rivales, los Birkebeiners. Este evento, documentado en el capítulo 137 de la saga de Sverre, ahora cuenta con evidencia científica que respalda su autenticidad. La saga describe cómo los Bagler saquearon y quemaron las propiedades del castillo antes de arrojar un cuerpo al pozo y cubrirlo con piedras.
El castillo, fundado por el rey Sverre Sigurdsson alrededor de 1180, se ubicaba en una formación rocosa al suroeste de la antigua ciudad de Nidaros (actual Trondheim). Este enclave tenía una sola fuente de agua, un flujo natural entre las grietas de la roca. Durante la guerra civil noruega (1130-1240), los Bagler intentaron capturar la fortaleza en varias ocasiones, logrando finalmente su objetivo en 1197. Desde entonces, el castillo quedó en ruinas hasta que, años después, el rey Håkon Håkonsson intentó restaurarlo sin éxito.
En 1938, durante un proyecto de restauración liderado por el arquitecto Gerhard Fischer, se descubrió un esqueleto en el fondo del antiguo pozo. Un titular del diario Adresseavisen de ese año rezaba: «Hallazgo histórico sensacional en Sverresborg. Esqueleto en el fondo del antiguo pozo. ¿La víctima de los Bagler?».
Fischer catalogó los restos como pertenecientes a un Birkebeiner, aunque la saga original no especifica la identidad de la víctima. Sin embargo, la restauración fue interrumpida por la guerra, y el pozo permaneció sin excavar por otros 80 años.
En 2014, arqueólogos del Instituto Noruego de Investigación Cultural (NIKU) retomaron la excavación del pozo, un desafío debido a la profundidad y el agua acumulada, junto con la pérdida de documentación original. También debieron lidiar con restos de basura dejada por las fuerzas de ocupación alemanas, incluyendo grandes piedras. A pesar de estos obstáculos, en pocos días localizaron partes del esqueleto, lo que permitió identificar que se trataba de un hombre de entre 30 y 40 años, contemporáneo al evento descrito en la saga.
En 2016, un análisis más detallado permitió recuperar más del 90% del esqueleto y reveló detalles significativos sobre el hombre: tenía entre 175 y 180 cm de altura, una contextura robusta y rasgos faciales prominentes. Además, sufría de problemas de columna y una posible enfermedad pulmonar, que sugiere tuberculosis o silicosis.
El análisis de ADN realizado por Martin Ellegaard en el Museo Universitario NTNU aportó información adicional y sorprendió a los investigadores. El hombre era rubio, de ojos azules y provenía de la región de Agder, al sur de Noruega, en lugar de Trøndelag, donde se encontraba el castillo. Esta revelación desafía la suposición de que la víctima era un Birkebeiner, generando dudas sobre su lealtad o si fue un civil atrapado en el conflicto entre Bagler y Birkebeiners.
Este hallazgo, uno de los primeros en el que se logra extraer ADN de un personaje mencionado en un texto histórico, permite entender más sobre la vida y el origen de esta persona, mostrando cómo la investigación interdisciplinaria puede enriquecer el registro histórico.
Los restos del llamado «hombre de Agder» están ahora en exhibición en el Museo Universitario NTNU en Trondheim, donde el público puede conocer más sobre este fascinante descubrimiento. Los resultados de los últimos análisis han sido publicados esta semana en iScience.
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