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Durante unas excavaciones destinadas a la instalación de agua potable en la localidad de San Fernando, Belén (Catamarca, Argentina), obreros descubrieron dos urnas funerarias que contenían restos óseos humanos. Lo que más llamó la atención no fue solo su antigüedad, sino la inusual forma de uno de los cráneos, cuya estructura difiere notablemente de la anatomía humana convencional.
Clara Ríos, directora de Cultura del lugar, confirmó que el hallazgo fue reportado a las autoridades provinciales y a especialistas en antropología, quienes realizarán los análisis correspondientes para determinar su antigüedad, contexto y posibles causas de su extraña morfología.
Mientras tanto, y para evitar especulaciones al respecto, el Grupo de Estudios Arqueológicos (GEA) de la Universidad Nacional de Catamarca (UNCA) ofreció una explicación compatible con antiguas prácticas indígenas documentadas en el Noroeste Argentino. El tipo de alteraciones observadas se enmarcarían, según declaraciones oficiales, dentro de prácticas rituales conocidas como deformación craneana intencional, comunes entre los pueblos de las culturas Ciénaga y Aguada, que habitaron la región entre los siglos III y XII d.C.
Cráneos de la cultura Paracas, donde puede observarse la forma del cráneo humano tras la deformación ritual y cultural, dolicocéfala. Son claramente diferentes al cráneo hallado en Catamarca, Argentina, que es braquicéfalo (visto de frente, más ancho que alto).
Estas modificaciones se lograban aplicando presión controlada sobre la cabeza de los bebés, mediante vendas o tablillas, cuando los huesos aún eran maleables. El objetivo era simbólico: la forma del cráneo podía expresar pertenencia a un grupo, identidad familiar, estatus social o creencias espirituales.
No obstante, y a pesar de lo comunicado provisionalmente por el GEA, la forma del cráneo hallado en Belén resulta inusualmente ensanchada y de bóveda prominente, algo muy diferente a las deformaciones más comunes —como la tabular erecta (aplanamiento posterior) o la anular (alargamiento cónico)—. Es decir, este tipo de morfología no corresponde con los patrones típicos documentados en la región, lo que abre la posibilidad de que no se trate de una deformación ritual convencional.
Esto lleva a considerar otras hipótesis: desde condiciones patológicas raras como hidrocefalia o displasias óseas, hasta teorías más especulativas que, aunque no probadas, no deberían ser descartadas antes de completar todos los estudios científicos pertinentes.
Este hallazgo recuerda inevitablemente al caso del denominado cráneo Starchild (Niño de las Estrellas), encontrado en México en la década de 1930. Con unos 900 años de antigüedad, este cráneo también presentaba una morfología anómala, de cráneo expandido, estructura ósea inusualmente delgada y cavidades oculares agrandadas. Durante años, investigadores alternativos defendieron la hipótesis de que no se trataba de un humano convencional, e incluso sugirieron un posible origen híbrido humano-extraterrestre en base a antiguas leyendas aborígenes de seres venidos de las estrellas.
El cráneo fue objeto de estudio por parte del investigador Lloyd Pye (foto), quien promovió la teoría de que podría ser de origen extraterrestre. Crédito: The Courier.
Sin embargo, análisis forenses y genéticos posteriores indicaron que se trataba del cráneo de un niño con malformaciones severas, probablemente causadas por hidrocefalia. Aun así, el caso Starchild continúa siendo citado como ejemplo de cómo ciertos descubrimientos arqueológicos pueden desafiar nuestras categorías establecidas.
El reciente hallazgo en Belén, Catamarca, plantea una serie de interrogantes legítimos que no deben resolverse de forma apresurada. Si bien la hipótesis de la deformación craneal ritual es válida y respaldada por la arqueología local, la morfología particular de este cráneo exige un análisis más profundo y abierto a múltiples posibilidades.
Estaremos atentos a los resultados de los estudios antropológicos y forenses que se realicen sobre los restos. Casos como este nos recuerdan que el pasado aún guarda enigmas por resolver, y que la ciencia, lejos de cerrar preguntas, muchas veces nos invita a formular nuevas.
Por MysteryPlanet.com.ar.
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