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La posible observación de brillantes cometas este mes se quedará chica ante una rara explosión que pronto traerá una «nueva estrella» al cielo nocturno, y los científicos están entusiasmados.
Los observadores de estrellas y los astrónomos de todo el mundo continúan mirando hacia la constelación de Corona Borealis, ubicada a 3.000 años luz de la Tierra, donde se espera que una estrella muerta resplandezca nuevamente en una explosión tan poderosa que rivalizará brevemente con el brillo de Polaris, la estrella del Norte.
Este cadáver estelar dejó de brillar hace casi 80 años y, luego de su próxima aparición en nuestro firmamento, no volverá a reavivarse durante otros 80 años, convirtiendo este evento en una experiencia que solo tendrás una vez en la vida.
Hasta ahora, el remanente estelar, una enana blanca llamada T Coronae Borealis, que está alimentándose de material de una estrella gigante roja cercana, ha mostrado un descenso notable en su brillo que «está justo encima» del que precedió su erupción anterior en 1946. Aunque los astrónomos aún no saben con certeza qué causa esta disminución, afirman que es solo cuestión de tiempo antes de que la enana blanca sacie su hambre y explote en una espectacular nova.
«Sabemos que va a estallar; es muy obvio», afirmó Edward Sion, profesor de astronomía y astrofísica en la Universidad Villanova de Pensilvania.
Este evento extraordinario no solo es un deleite para los observadores del cielo. Los astrónomos han reservado tiempo valioso en una variedad de telescopios terrestres y espaciales para catalogar cada detalle posible y aprender más sobre las novas, cuyos dinámicas siguen siendo poco claras debido a que solo se han registrado unas pocas erupciones a lo largo de las décadas. T Coronae Borealis —o T CrB para abreviar— forma parte de un exclusivo grupo de diez novas recurrentes conocidas en la Vía Láctea, ofreciendo a los astrónomos un raro asiento en primera fila para estudiar de cerca un cadáver estelar mientras devora material hasta el punto de colapsar y generar una violenta explosión.
Los conocimientos derivados de este evento eventualmente se incorporarán a los modelos sobre el funcionamiento de las estrellas, afirman los astrónomos.
Dado que T CrB puede tener su pronosticado estallido en las próximas semanas o meses, está siendo monitoreada diariamente por el telescopio espacial Fermi de rayos gamma de la NASA, y en muchas ocasiones, cada pocas horas. Tan pronto como se convierta en nova, los rayos gamma aumentarán drásticamente junto con un aumento similar en el brillo, lo que permitirá a los astrónomos descifrar qué tan caliente se está volviendo el material poco después de la erupción y con qué rapidez este material se aleja de la enana blanca. Además, los científicos están ansiosos por aprender más sobre cómo las ondas de choque se propagarán a través del espacio en los momentos posteriores a la explosión, un aspecto que no se comprende muy bien.
«Normalmente, lo que ocurre con estas estrellas enanas blancas tarda tanto que nunca lo volvemos a ver», comentó Elizabeth Hays, científica del proyecto para el telescopio Fermi.
La frecuencia de las erupciones de T CrB en el transcurso de una vida humana la convierte en un estudio de caso único, aún más especial por el hecho de que no había telescopios de rayos X ni de rayos gamma en el espacio hace 80 años, que fue la última vez que la nova erupcionó.
«Estoy muy emocionada por ver cómo será; aquí hay muchos eventos inéditos», añadió Hays.
Además del telescopio Fermi, el Webb, los telescopios Swift e INTEGRAL, así como el Very Large Array (VLA) en Nuevo México, modificarán su horario habitual de observación para seguir el evento en su punto máximo y a medida que descienda hacia el abismo del espacio. Juntos, capturarán la nova en diversas longitudes de onda por primera vez.
El evento será visible a simple vista solo durante los primeros días, a telescopios de rayos gamma y X durante unos meses, y a telescopios de radio durante años.
Estas observaciones a largo plazo de las secuelas de la explosión pueden revelar cómo se propagan las erupciones con el tiempo e interactúan con la estrella gigante roja compañera. Los astrónomos también observarán de cerca cómo decae la erupción —cualquier «bache» en el camino podría revelar pistas intrigantes sobre cómo la nova interactúa con el viento de su estrella compañera—.
Y lo más importante de todo: aunque la explosión será violenta, está lo suficientemente lejos como para que no nos afecte. Así que, simplemente podemos mirar hacia arriba y disfrutar del espectáculo cósmico.
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