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En un hallazgo que ha desconcertado a los arqueólogos, un misterioso rostro humano moldeado en mortero hidráulico fue descubierto en la pared de una cisterna en la antigua ciudad de Ptolemais, ubicada en la región de Cirenaica, al noreste de Libia.
En la arquitectura de las ciudades antiguas como Ptolemais, las cisternas se excavaban bajo tierra para almacenar agua de lluvia y protegerla de la evaporación, la contaminación y los saqueos. Esto explica por qué el rostro estaba moldeado directamente sobre las paredes internas de la cisterna: su ubicación protegida habría permitido que la obra permaneciera intacta durante siglos. Crédito: Anna Tomkowska.
Ptolemais (o Ptolemaida), fundada por los reyes egipcios de la dinastía ptolemaica entre el siglo IV y III a.C., fue una de las ciudades más grandes del mundo helenístico. Aunque alcanzó su apogeo bajo dominio grecorromano, su decadencia comenzó con la conquista árabe en el siglo VII d.C.
A pesar de los estragos del tiempo y los terremotos que afectaron la región en el siglo III d.C., la ciudad guarda tesoros arquitectónicos y culturales aún por descubrir. Uno de ellos surgió recientemente, cuando un equipo de la Universidad de Varsovia que excavaba una antigua cisterna se encontró con un enigmático rostro que carece de atributos o inscripciones que permitan identificarlo.
Según el Dr. Piotr Jaworski, líder de la misión arqueológica, esta peculiar máscara podría estar relacionada con representaciones culturales locales, aunque no existen analogías claras. Algunos expertos sugieren que podría haber sido obra de libios asimilados en la sociedad griega, un fenómeno documentado desde el siglo I a.C. Sin embargo, las interpretaciones son, por ahora, puramente especulativas.
Este tipo de hallazgo es excepcional, ya que combina el arte y la funcionalidad dentro de un sistema avanzado de gestión de agua que incluía cisternas y un impluvium central para recoger agua de lluvia.
Además del descubrimiento del rostro, los arqueólogos han centrado su atención en otras áreas clave de la ciudad, como su acrópolis, una imponente meseta triangular de 285 metros de altura. Este espacio, estratégicamente fortificado y equipado con un sofisticado sistema hidráulico, albergaba estructuras defensivas, un teatro y un hipódromo.
Con un modelo tridimensional del sitio y nuevas técnicas de prospección no invasiva, los arqueólogos continúan explorando los secretos que la ciudad tiene aún por revelar, conectando las piezas de un rompecabezas histórico que abarca siglos de historia mediterránea.
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