Muchos han sostenido que el lenguaje es exclusivo de los seres humanos, ya que no parece haber un equivalente en otros organismos no humanos. Sin embargo, desde el punto de vista meramente biológico, eso definitivamente no es así —y pronto nuevas tecnologías podrían ampliar ese conocimiento—.

Las plantas se comunican entre sí en lenguajes que pronto podríamos traducir

Crédito: MysteryPlanet.com.ar.

La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el olor del césped recién cortado. Las sustancias volátiles, o compuestos químicos, liberados por las plantas de césped, que asociamos con ese aroma, son una forma en la que se comunican con otras plantas cercanas para advertirles de la presencia de un depredador o, en este caso, de una cortadora de césped, lo que provoca un ajuste en sus defensas. En lugar de usar señales auditivas, las plantas emplean la comunicación química.

Aún así, la comunicación vegetal no se limita a los volátiles.

Recientemente, los científicos han descubierto cuán interconectadas están las plantas y la eficiencia con la que pueden enviar mensajes a sus pares a través de sus raíces, señales eléctricas, una red subterránea de hongos y microbios del suelo. Así fue como se reveló el «vecindario vigilante» de las plantas.

Por ejemplo, la electrofisiología es una disciplina científica relativamente nueva que estudia cómo se comunican e interpretan las señales eléctricas dentro de las plantas y entre ellas. Con los grandes avances en tecnología e inteligencia artificial (IA), hemos visto un crecimiento acelerado en esta área de investigación en los últimos años.

Los científicos podrían estar al borde de descubrimientos notables, con recientes avances que integran la comunicación mediante señales eléctricas entre plantas en los invernaderos modernos para monitorear y controlar el riego de cultivos o detectar deficiencias nutricionales.

Los investigadores logran esto insertando pequeñas sondas eléctricas, similares a agujas de acupuntura, para probar cómo los cambios en las señales eléctricas se relacionan con el desempeño de las plantas —como el transporte de agua, nutrientes y la conversión de luz en azúcares esenciales—.

Incluso han llegado a influir en el comportamiento de las plantas enviando señales eléctricas desde teléfonos móviles, logrando que realicen respuestas básicas como abrir o cerrar las hojas de una Venus atrapamoscas.

Pronto podríamos ser capaces de traducir por completo el lenguaje de nuestros cultivos.

Gran parte de la comunicación entre plantas ocurre bajo tierra, facilitada por grandes redes de hongos conocidas como la Wood Wide Web (juego de palabras con la www de Internet). Esta red conecta árboles y plantas bajo el suelo, permitiéndoles compartir recursos como agua, nutrientes e información. A través de este sistema, los árboles más viejos pueden ayudar a los más jóvenes a crecer, y los árboles pueden advertirse mutuamente sobre peligros como plagas.

Es como una Internet subterránea para árboles y plantas, que les ayuda a apoyarse y comunicarse entre sí. La red es extensa: se cree que más del 80 % de las plantas están conectadas a ella, lo que la convierte en uno de los sistemas de comunicación más antiguos del mundo.

Así como la Internet nos permite conectar, compartir ideas, conocimientos e información que puede influir en la toma de decisiones, la www vegetal permite que las plantas utilicen hongos simbióticos para prepararse ante cambios ambientales.

La red subterránea por la cual se comunican las plantas se llama Wood Wide Web (red de madera mundial). Esta red está formada por hongos micorrízicos que se conectan a las raíces de las plantas, creando una vasta red de hilos subterráneos (hifas) que permiten la transferencia de agua, nutrientes e información entre árboles y plantas. A través de esta red, las plantas pueden compartir recursos y alertarse mutuamente sobre peligros como plagas o sequías. Crédito: A. Ullah et al.

No obstante, la perturbación del suelo debido a productos químicos, la deforestación o el cambio climático, pueden interrumpir los nodos de comunicación al afectar los ciclos de agua y nutrientes en estas redes, lo que hace que las plantas estén menos informadas y conectadas.

Aún no se ha investigado mucho sobre los efectos de la interrupción de estas redes. Pero sabemos que el comportamiento receptivo de las plantas, como las respuestas defensivas y la regulación genética, puede verse alterado si están conectadas a su red de hongos.

Por lo tanto, esta desconexión en la comunicación podría hacerlas más vulnerables, dificultando la protección y restauración de los ecosistemas en todo el mundo. Todavía queda mucho por aprender sobre estas redes altamente complejas.

Sabemos que es importante enseñar a los niños a leer para que puedan desenvolverse en el mundo que los rodea. Igualmente, es crucial no desconectar la comunicación entre las plantas. Después de todo, dependemos de ellas para nuestro bienestar y supervivencia.

Por Sven Batke/The Conversation. Edición: MP.

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