Islas de Fuego

"El cielo ha descendido, los mares turbulentos parecen el infierno, el océano se agita, la lava surge del Kilauea, olas de fuego cubren la tierra, Pele esta furiosa" (antiguo canto hawaiano a Pele).

Un volcán activo es una fuerza natural tan misteriosa, tan impredecible, que los científicos sólo pueden ofrecer pocas claves acerca de por qué o cuándo vendrá la próxima erupción. Pero en la violencia de un volcán, aparentemente sin sentido, los hawaianos han encontrado un profundo significado; ellos creen que el volcán es su diosa suprema, Pele, quien arroja su destructiva lava para aniquilar a todo aquel que la desobedezca.

La diosa volcán Pele.

La diosa volcán Pele.

En 1990, Pele arrojó la más devastadora erupción en la historia del volcán Kilauea con una pavorosa furia que destruyó el pueblo de Kalapana, en la costa sur-oriental de Hawái. Más de 100 casas, iglesias, escuelas y parques fueron arrasados por un ardiente río de lava como prueba de la ira de esta diosa. Cuando el humo se dispersó, se descubrió que la lava había exceptuado milagrosamente de la devastación a una sola casa, fue esta una coincidencia o un acto de intervención divina ya que la casa pertenecía a un devoto adorador de Pele.

Para muchos hawaianos este extraño incidente fue prueba de la maldición de Pele y de su poder para proteger y destruir. ¿Cómo comenzó la creencia en esta maldición y por qué ésta continúa infundiendo temor en el corazón de los hawaianos? Su origen se pierde al igual que el de su pueblo en un océano de tiempo tan vasto como el del Pacífico.

Los científicos piensan que los primeros pobladores de las islas Hawái se establecieron hacia el año 350 de la Era Cristiana, la forma cómo descubrieron las islas permanece en el misterio porque, increíblemente, el grupo de ocho islas existen en total aislamiento a más de 2000 millas del continente más cercano y 2500 millas de la isla habitada más cercana. La travesía de los primeros pobladores habría requerido de extraordinarias destrezas de navegación, una odisea en el Pacífico que habría sido una de las grandes epopeyas de la exploración.

Los científicos piensan que estos navegantes podrían haber construido enormes veleros para recorrer las grandes distancias hasta las islas Hawái. Cientos de años antes de Colón estos intrépidos marinos ya estaban cruzando el Pacífico Sur en veleros que alcanzaban una longitud de 30 metros, tan grandes como las propias naves de Colón. Estas naves hawaianas podían transportar hasta 80 personas con alimentos y otros víveres en viajes de más de 2000 millas. Cuando estos primeros pobladores finalmente encontraron las islas, hacia el 350 d. C., lo que pisaron fue un mundo primitivo posiblemente más cercano al paraíso que cualquier otro que halla sido descubierto sobre la tierra.

Los hawaianos pronto poblaron sus dominios con una extraordinaria serie de dioses y diosas, deidades que estaban presentes en cada faceta de la naturaleza. Los primeros nativos armaron una enorme galaxia de más de 40.000 dioses, probablemente más que cualquier otro pueblo en el mundo y creían que ellos mismos eran descendientes de los grandes dioses.

De acuerdo a una leyenda hawaiana, la diosa Pele fue una de las primeras deidades en habitar las islas; su llegada se produjo poco después de la de los primeros pobladores. Ella era una diosa celosa y apasionada quien parecía reflejar la sensualidad de los primeros hawaianos, una cultura que practicaba la poligamia y en la que hombres y mujeres llevaban una vida muy promiscua. Sin embargo, esta primitiva sociedad era dominada por el hombre y regida por un estricto código moral con severos tabúes que ayudaban a los hawaianos a evitar la ira de Pele y de los otros miles de vengativos dioses.

Muchos tabúes reprimían severamente la vida de las mujeres, a éstas les estaba prohibido cazar, tomar las comidas junto a los hombres y hasta cocinar sus propios alimentos por temor a que los contaminaran. Pero lo más extraño era que, en esta sociedad donde las mujeres eran dominadas por los hombres, la deidad más poderosa era la diosa Pele.

¿Cuándo se dio a conocer Pele a los hawaianos? ¿Es posible que se haya producido una erupción cataclísmica poco después que los primeros pobladores pisaran las islas? Los científicos creen que en el mismo momento en que los primeros pobladores arribaron a Hawái, hacia 350 d.C., Pele estaba en su período de mayor actividad. ¿Fue ésta mera coincidencia o estaba la diosa estableciendo su poder espiritual sobre las creencias de los hawaianos?

Al tiempo que la población crecía, también lo hacía el hechizo de Pele sobre aquellos que la adoraban. Para los creyentes el acto supremo de devoción era ascender la falda del volcán para rendir tributo a la diosa.

Actos de Fe

Erupción del volcán Kilauea.

Durante los siglos XIV y XV de nuestra Era, la población de Hawái había aumentado a cientos de millares. Los gobernantes de estas florecientes sociedades eran los grandes jefes cuyas familias descendían de los antiguos dioses hawaianos, y de todas estas deidades la más poderosa y las más venerada era Pele. Entonces, ¿por qué los investigadores no han encontrado ni una sola imagen de Pele de estos tiempos antiguos? ¿De qué manera la adoraban los hawaianos? Ellos dicen que no necesitan hacer imágenes de esta diosa porque ella esta en las rocas, en los peces, en el viento, en las nubes, en la montaña, esta en la naturaleza y el volcán es su propio cuerpo.

Espectaculares templos han sido erigidos en honor de otras deidades hawaianas, como el dios de la guerra, pero muy pocos han sido construidos en honor a Pele. Para los adoradores de esta deidad, la prueba suprema de fe era un peligroso viaje a través de la falda de 1200 mts. del volcán hasta la cumbre, un peregrinaje a través de la tierra más sagrada de las islas. Los riesgos de escalar un volcán activo son muchos, pero los antiguos hawaianos ignoraban el peligro que representaban para su ascenso los gases tóxicos y la lava ardiente. Algunos piensan que los antiguos adoradores pudieran haber construido altares para su diosa en la falda del volcán, pero hasta hoy su existencia permanece en el misterio. Tal vez, para ocultar sus secretos, Pele ha sepultado todos los monumentos antiguos en lo que algunos llaman "el manto de Pele", una cubierta de lava que ha destruido casi todo vestigio de la antigua cultura hawaiana.

Durante su travesía hacia la montaña sagrada, los fieles encuentran pruebas milagrosas de los poderes mágicos de Pele. Por ejemplo, una exótica planta, la baya de Ohelo, sólo crece en la falda del volcán; hasta ahora la capacidad de ésta para sobrevivir en el tóxico ambiente del volcán permanece como un enigma para los científicos. Para los hawaianos la planta sagrada de Ohelo era la prueba de la capacidad de Pele para crear vida a partir de la destrucción.

Representación de la diosa Pele.

Cuando finalmente alcanzaban la cumbre, el oculto recinto sagrado de Pele, a 1200 mts. de altura, le ofrecían las bayas de Ohelo como prueba de su devoción hacia ella. Los adoradores consideraban al ardiente cráter del volcán donde finalizaba su peregrinaje como un lugar mágico y prohibido, fuente de fertilidad y de toda creación, el aspecto más íntimo y secreto de la diosa.

Con cada erupción, la lava de Pele iba expandiendo la isla como un precioso regalo de tierra nueva para su gente. Para demostrar su gratitud, los hawaianos la glorificaban con cantos y bailes sagrados. Estas danzas sensuales y místicas, que en conjunto se denominan Hula, son el único vestigio de la antigua vida hawaiana; cuando se ejecutan para Pele en lugares sagrados los bailarines le demuestran su veneración.

Mientras que a la diosa volcán se le rendía culto mediante las sagradas danzas Hula, otra deidad hawaiana, el dios de la guerra, exigía tributos más violentos a través de sacrificios humanos. Pero, debido a que Pele era una deidad femenina y como tal creadora de vida, se creía que ninguna vida podía sacrificarse en su honor. Sin embargo, a pesar que los sacrificios humanos en honor a Pele estaban prohibidos, arrojar el cuerpo de los difuntos en las ardientes profundidades de la diosa se consideraba como una ofrenda.

Los hawaianos no sólo creían que Pele los controlaba tanto en la vida como en la muerte, también creían que su diosa decidía el destino de su gente.

A finales del siglo XVIII, como si estuvieran bajo la protección de la misma diosa Pele, las islas Hawái se habían convertido en una próspera sociedad de más de 800.000 habitantes, 2/3 de su población en épocas recientes. ¿Acaso la creencia de la gente en la maldición de Pele los ha llevado a convertirse en una de las civilizaciones más prósperas del mundo o es la furia de la diosa solamente un antiguo mito?

Aislados del mundo exterior, libres de la influencia europea, las familias reales hawaianas luchaban por la supremacía y el dominio sobre sus prósperas islas. Luego de siete años de guerras en la gran isla de Hawái, para 1790, todo el poder se encontraba en manos de dos poderosos jefes: Keoua y su primo Kamehameha. Ambos gobernantes clamaban la ayuda de la diosa Pele y los hawaianos acudían al volcán sagrado en busca de una señal. ¿Qué gobernante recibiría finalmente la bendición de Pele? Al principio parecía que Pele favorecería a Keoua, ya que mientras que Kamehameha luchaba en la vecina isla de Maui, su primo atacaba en casa venciendo en muchas de las villas leales a Kamehameha.

Las familias hawaianas luchaban por el dominio de las islas.

Ciertamente, tan resonante victoria era una prueba de la bendición de Pele por lo que Keoua ordenó a sus triunfantes guerreros regresar a casa pasando por debajo de la sombra del volcán de la diosa. A medida que los soldados se acercaban al volcán un terrible temblor estremeció la tierra. Lleno de temor Keoua invocó a Pele y la tierra volvió a la calma como una señal su aprobación. Pero entonces, repentinamente, la diosa comenzó a hablar en un lenguaje de fuego. Keoua observaba horrorizado como cenizas, rocas y lava llovían sobre sus soldados. En segundos los que habían sido poderosos guerreros fueron convertidos en estatuas de lava, monumentos a la ardiente furia divina. Desde ese día, de acuerdo a la leyenda, las huellas de los cuerpos de los guerreros caídos se han preservado en la roca volcánica como advertencia para todo aquel que ose subestimar el poder de Pele.

Para los historiadores, este incidente es la primera evidencia de que la legendaria maldición de Pele ha modificado los eventos históricos.

Rey Kamehameha I.

¿Fue esta erupción del volcán un simple fenómeno natural o un presagio de la aprobación divina de Pele? Lo que sí es cierto es que Kamehameha tuvo la sabiduría de aprovechar este extraordinario evento para su beneficio. Fortalecido por las historias de la real bendición de la diosa, en la década siguiente Kamehameha emprendió una cruzada para conquistar todas las ocho islas hawaianas.

Sin embargo, en 1901, mientras Kamehameha dominaba en batalla a otros jefes, su ascendente poder fue frenado por la propia diosa Pele. En ese año, el volcán sagrado emitió una mortal corriente de lava a través de su montaña arrasando villas a lo largo de la costa norte de la gran isla de Hawái. Los residentes trataron de convencer a su jefe Kamehameha para de alguna manera frenar la furia de la diosa. Éste viajó a través de la corriente de lava para ofrecer a Pele el regalo más sagrado que un hombre pueda ofrendar a una diosa, un rizo de su cabello envuelto en una hoja sagrada. Al día siguiente, como por voluntad divina, la corriente de lava cesó misteriosamente.

Con el ahora benigno volcán como prueba de la suprema bendición de Pele, en 1810 Kamehameha fue coronado como el primer monarca de las islas Hawái, gobernando cerca de un millón de súbditos.

Silencio ensordecedor

En el siglo XVIII, luego de siglos de incuestionable dominio sobre el reino de la isla, la diosa Pele se veía amenazada como nunca antes lo había estado.

"La muerte de Cook". Pintura que representa la muerte de del capitán James Cook en las islas luego de robar un barco.

El 19 de enero de 1778, extraños visitantes arribarían desde tierras lejanas en grandes barcos que para los nativos podían haber parecido naves de los dioses. La historia registraría el nombre del capitán del barco como el del inglés James Cook, quien finalizó con los millares de años de magnífico aislamiento de Hawái. Con su universo ahora en peligro por estos invasores extranjeros, los nativos se sintieron dubitativos acerca de cómo responder... ¿Surgiría una vez más la maldición de Pele para destruir a los ingleses como ya lo había hecho con otros enemigos en tiempos pasados?

Si la diosa hubiese desatado su furia, posiblemente los hawaianos habrían luchado con los ingleses hasta la muerte, pero el volcán permaneció en un extraño silencio. Los científicos, más tarde, establecerían la teoría que durante este período el volcán simplemente entró en una fase de inactividad. Pero para los creyentes en la maldición de Pele, su misterioso silencio fue visto como una señal de aprobación.

Creyendo que habían recibido la bendición de Pele, los hawaianos sucumbieron ante las tentaciones materiales que los ingleses trajeron consigo: herramientas de hierro, mosquetes y armas pesadas. Hawái también ofrecía tentaciones para los ingleses, un mundo sensual sin inhibiciones sexuales. Irónicamente, las desenfrenadas relaciones sexuales entre los ingleses y los hawaianos pronto serían responsables de más muertes que cualquier guerra en la historia de la isla.

Para 1820, en sólo 40 años, la mitad de la población hawaiana había fallecido de enfermedades venéreas y otras enfermedades occidentales. A medida que millares de nativos morían, los hawaianos continuaban buscando una señal de Pele... pero el volcán permaneció silencioso. Mientras más tiempo tardara la diosa en intervenir, mayor cantidad de hawaianos cuestionarían la existencia de su maldición. Todo lo sagrado de la cultura hawaiana estaba muriendo tan rápido y de manera tan trágica como los propios nativos.

Muy Pronto, en 1820, otra amenaza mucho más seria para el poder de la diosa llegaría hasta las costas de Hawái: los misioneros cristianos de Estados Unidos, quienes buscaban convertir a los hawaianos a sus creencias en un solo dios.

Para convencer a los hawaianos, los misioneros tenían que probar que su dios cristiano era más poderoso que la misma Pele. La estocada final para la diosa hawaiana no vino de los forasteros sino de una princesa hawaiana, Kapiolani, quien, de acuerdo con la tradición, era descendiente directa de Pele.

En 1824, cuando Kapiolani decidió convertirse al cristianismo, desafiantemente decidió hacerlo en el recinto sagrado de Pele, el borde del ardiente cráter. Los nativos suplicaron a la princesa que no ascendiera hasta el volcán, temerosos de que la diosa pudiera infringir su venganza sobre los hawaianos por un acto tan blasfemo, pero la princesa ignoró sus advertencias. La diosa volcán guarda su silencio ante la conversión de Kapiolani. Al ver que la princesa no es castigada por la maldición, la creencia de la población en su diosa se debilita.

Los líderes eclesiásticos pronto tomarían medidas drásticas para reprimir la cultura hawaiana. La antigua lengua hawaiana fue prohibida y las danzas Hula fueron proscritas de ser ejecutadas en público. A medida que la cultura hawaiana se iba extinguiendo, algunos comenzaron a preguntarse si una furiosa Pele no hubiese tomado venganza después de todo.

A finales del siglo XIX, después de que el pueblo hawaiano había dado la espalda a su diosa, sólo 40.000 nativos sobrevivieron; cerca del 95 por ciento de la población había muerto en menos de 75 años. ¿Y qué sucedió con la princesa que retó a la maldición de Pele? A finales del siglo XIX su monarquía fue abolida y Hawái fue anexado a los Estados Unidos.

Volver a despertar

Mapa de la gran isla de Hawaii.

Para el siglo XIX los informes acerca del esplendor de Hawái se extendían por todo el mundo. Los visitantes viajaban a las islas para observar paisajes antes prohibidos a los ojos de los extranjeros. La maldición de Pele se había convertido en un mito hawaiano tan sonado que los visitantes realizaban un arduo viaje de dos días sólo para echar un vistazo a la diosa en su dominio volcánico. Uno de estos visitantes fue el escritor norteamericano Mark Twain, quien en 1866 realizó una peregrinación hasta el volcán Kilauea, el recinto sagrado de la diosa. "Al fin llegamos a los desgarrados y abruptos desiertos de ardiente y burbujeante lava hasta la cima de la montaña. Y estas señales nos advirtieron que estabamos cerca del palacio de la terrible diosa Pele, la creadora del Kilauea" (Mark Twain, 1866).

Pese a que algunos extranjeros reverenciaron a Pele, la mayoría la observaba con desprecio. Mientras que su sagrado volcán permanecía en silencio, Hawái era cada vez más influenciada por la cultura de la Norteamérica territorial. Sin embargo, curiosas señales comenzaron a indicar que el misterioso poder de la maldición de Pele no se había desvanecido.

Cuando los turistas visitaban el volcán sagrado de Pele, inadvertidamente violaban un antiguo tabú al llevar trozos de rocas ígneas como recuerdo; como resultado de esto sufrirían extrañas desgracias. Los turistas enviaban las rocas de regreso a Hawái rogando a los guardiaparques regresarlas hasta el volcán.

A fines del siglo XX, la intromisión en los dominios de Pele fue más allá del robo de las rocas de la montaña. Se anunciaron planes de instalar pozos geotérmicos en el propio volcán sagrado Kilauea. Estos pozos hubieran proveído de energía a la población de Hawái pero para los creyentes en la maldición de Pele fue un acto de profanación; para muchos hawaianos Pele estaba siendo sometida a un acto de violación.

A pesar de la fuerte oposición de los nativos hawaianos, los pozos geotérmicos fueron instalados en el cráter sagrado del volcán. Los creyentes en Pele temían que después de tal provocación la maldición de Pele tomaría una terrible venganza. No pasaría mucho tiempo, sólo dos semanas más tarde, el 2 de julio de 1983, luego de permanecer en silencio por varios siglos, el volcán de la diosa hizo erupción con inesperada ferocidad ¿Fue esta una extraordinaria coincidencia o escogió Pele este momento decisivo para desatar su venganza?

En 1997, 14 años más tarde, el volcán aún se encontraba en erupción, destruyendo más de 200 casas y causando pérdidas por más de 100 millones de dólares. Para quienes fervientemente creían en ella, sin embargo, este acto de pavorosa destrucción fue también un acto de creación.

Bailarines de Hula.

Tal y como si hubiera creado una nueva tierra, esta voraz erupción de Pele ha dado origen a un renacimiento de las antiguas creencias de los hawaianos. Desde que la erupción comenzó en 1983, ha habido un sorprendente renacimiento en apoyo de las antiguas costumbres sagradas. Numerosas escuelas de Hula se han formado, muchas de ellas dedicadas a transmitir las antiguas historias de las explosiones de Pele.

A medida que la lava de Pele continúa su implacable marcha hacia el océano creando tierra nueva y animando nuevas y fervientes creencias, su antigua leyenda cobró nueva vida.

Para los geólogos, la constante erupción del volcán de Pele ofrece una oportunidad para estudiar los misterios ancestrales del comportamiento volcánico con la más avanzada tecnología. ¿Descifrarán algún día los científicos todos los enigmas del volcán de Pele o hay misterios que son tan ancestrales, tan sagrados, que nunca podrán revelar sus secretos?

El poder de esta ígnea deidad continúa desconcertando a los científicos e inspirando temor entre sus adoradores. Posiblemente sea una advertencia para todos que es la naturaleza y no la raza humana quien crea y destruye la vida; y que, a menos que el carácter sagrado de la naturaleza sea respetado, toda la humanidad caerá bajo una maldición tan peligrosa e ineludible como la del volcán de la diosa Pele.

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