Las armas han aparecido en una excavación en Texas y tienen alrededor de 15.500 años, al menos 2.000 años más antiguas que la supuesta primera cultura en llegar a América.

Una de las puntas de lanza descubiertas en Texas.

Hay detalles que pueden cambiar toda la historia. Y, en arqueología, esos nuevos hallazgos pueden aparecer en el lugar más insospechado. Como, por ejemplo, en el centro de Texas, donde los investigadores han encontrado dos pequeñas puntas de lanza que ponen en duda todo lo que se daba por sentado sobre la primera colonización del continente americano.

Estas armas descubiertas en una zona situada a 65 kilómetros al noroeste de la ciudad de Austin tienen alrededor de 15.500 años, lo que las convierte en las más antiguas que se han encontrado nunca en América del Norte. Esta datación indica que son anteriores a Clovis, que durante décadas ha sido considerada la cultura primigenia que llegó a las Américas.

Un equipo liderado por los expertos de la Universidad Texas A&M halló numerosas puntas de lanza, de aproximadamente entre 7 y 10 centímetros de largo, según se reporta en la revista Science Advances. Los restos han aparecido en un lugar conocido como Debra L. Friedkin, que lleva el nombre de la familia propietaria de los terrenos que han sido excavados sin descanso durante los últimos 12 años.

Durante mucho tiempo se ha pensado que la tecnología de las puntas de lanza Clovis (foto) era el primer ejemplo de presencia humana en Norteamérica. Sin embargo, una serie de descubrimientos clave en las últimas décadas han echado por tierra esta teoría.

Las puntas de lanza de chert —una roca sedimentaria rica en silíce— y otras herramientas han aparecido debajo de varias capas de sedimentos, que dataciones posteriores revelaron tienen unos 15.500 años de antigüedad. La cultura clovis, según las pruebas de radiocarbono, estuvo activa entre hace 13.250 y 12.600 años (durante la última glaciación de Würm).

«No hay duda de que estas armas fueron utilizadas para la caza en esta área», ha explicado Michael Waters, profesor de antropología y director del Centro para el Estudio de los Primeros Americanos en Texas A&M. «El descubrimiento es significativo porque casi todos los sitios anteriores a Clovis tienen herramientas de piedra, pero aún no se habían encontrado puntas de lanza», añade.

«Estas puntas se encontraron debajo de una capa con proyectiles de las épocas de Clovis y Folsom (la que siguió a Clovis). El sueño siempre había sido encontrar artefactos de diagnóstico que se pudieran reconocer como más antiguos que Clovis y esto es lo que tenemos en el sitio de Friedkin», apunta Waters.

Excavaciones en el yacimiento Debra L. Friedkin. Crédito: Center for the Study of the First Americans, Texas A&M University.

Los humanos que vivían en América hace unos 13.000 años fueron los que inventaron o que se conoce como «punta clovis», un arma con forma de hoja hecha de piedra que se encuentra en Texas y otras partes de los Estados Unidos y el norte de México. Estas herramientas se hicieron para cazar animales, incluyendo mamuts y mastodones.

De acuerdo con la teoría clásica, el pueblo clovis cruzó el estrecho de Bering desde Siberia hacia Alaska hace aproximadamente 13.500 años, aprovechando el período en que bajó el nivel de las aguas durante la glaciación. Después se fueron desplazando hacia el sur a través de un corredor libre de hielo al este de las Montañas Rocosas, en la zona oeste de la actual Canadá, a medida que el glaciar retrocedía.

Lugar del hallazgo.

Las puntas más antiguas recientemente encontradas pudieron inspirar a la cultura clovis para desarrollar sus propias armas o bien fueron traídas al continente en una migración completamente separada que desconocíamos hasta ahora.

«Los hallazgos —concluye Waters— amplían nuestra comprensión sobre los primeros habitantes humanos que exploraron y se asentaron en América del Norte. La colonización de esta zona al final de la última Edad de Hielo fue un proceso complejo, como hemos podido ver en el registro genético. Ahora estamos empezando a ver esta complejidad reflejada en el registro arqueológico».

Fuente: ScienceDaily. Edición: La Vanguardia.

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