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Por el momento, los expertos no saben con certeza cómo terminó en Berlín.
Durante las excavaciones cerca de Molkenmarkt, la plaza más antigua de la ciudad alemana, arqueólogos del Departamento Estatal de Monumentos encontraron una espada corta en un antiguo sótano del siglo XX. Aunque inicialmente se pensó que era un sable de desfile, tras ser restaurada resultó ser un antiguo wakizashi, un tipo de espada corta japonesa.
El wakizashi tenía múltiples usos. Se empleaba como arma de respaldo en combate, especialmente en espacios reducidos donde la más larga katana sería impráctica, y también en rituales como el seppuku o harakiri.
Los samuráis llevaban la katana y el wakizashi como un conjunto llamado daishō, que simbolizaba su estatus y su derecho a portar armas.
Además de Molkenmarkt, el Departamento Estatal de Monumentos de Berlín también investigó arqueológicamente la zona de la calle Stralauer en Berlín-Mitte. Hasta mediados del siglo XX, la calle Stralauer era más estrecha de lo que sugiere la construcción actual. Las fachadas de las casas llegaban hasta lo que hoy es la acera. Las destrucciones de la Segunda Guerra Mundial y las remodelaciones del sur del centro de Berlín en los años 60 para el tráfico hicieron que apenas se perciba la antigua estructura estrecha de la calle. No es sorprendente, entonces, que los sótanos de las antiguas viviendas y comercios permanecieran enterrados bajo el pavimento actual, siendo descubiertos durante las excavaciones contemporáneas.
Los antiguos sótanos estaban llenos de escombros de guerra. En algunos de ellos se encontraron objetos militares de artillería como frenos, estribos, bocados y riendas, que aparentemente fueron arrojados apresuradamente en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial.
Fue en los sótanos de las antiguas viviendas de la calle Stralauer 7-9 donde de desenterró la muy corroída y fragmentada espada samurái.
La empuñadura sufrió graves daños por el calor en un lado, pero se conservó parte de la madera, así como fragmentos de la envoltura de tela y piel de raya. Tras la limpieza restaurativa, se descubrió en la guarda un motivo del Daikoku, uno de los siete dioses de la fortuna de Japón, reconocido por sus atributos —un martillo y un saco de arroz—. También salieron a la luz decoraciones de crisantemos y líneas de agua en la tsuba (guarda). Por los motivos y el estilo, la empuñadura pudo datarse en el periodo Edo (siglos XVII a XIX).
Antes de comenzar la restauración, se realizó una radiografía del wakizashi para localizar una posible marca del forjador. Aunque no se encontró ninguna firma, las imágenes de rayos X revelaron una sorpresa: la hoja había sido originalmente más larga y posteriormente recortada.
También se determinó que la empuñadura no pertenecía originalmente a la hoja y fue añadida después, ya que la espiga de la hoja presentaba dos agujeros para fijar la empuñadura con clavijas de madera, pero el mango actual estaba fijado solo por uno de estos agujeros. Esto sugiere que la hoja recortada fue reutilizada como un wakizashi más corto, siendo probablemente mucho más antigua que la empuñadura, posiblemente del siglo XVI.
«Este hallazgo demuestra una vez más las sorpresas que aún esperan ser descubiertas en el suelo de Berlín. ¿Quién podría haber imaginado que en una época en que Japón estaba aislado y casi ningún viajero europeo había llegado al país, una arma tan elaborada y utilizada durante tanto tiempo?», comentó Matthias Wemhoff, arqueólogo estatal de Berlín y director del Museo de Prehistoria y Protohistoria.
Por ahora, los investigadores solo pueden especular sobre el viaje de la espada desde la nación del sol naciente hasta las tierras germana. Tal vez fue un regalo diplomático de la Misión Takenouchi en 1862 o de la Misión Iwakura, once años después, cuando enviados nipones visitaron Europa y el mundo occidental para establecer relaciones y recopilar información. La proximidad del Molkenmarkt y sus palacios nobiliarios al Palacio de Berlín refuerza esta posibilidad.
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