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Un físico de la Universidad de Cornell, basándose en nuevos datos de observatorios de energía oscura, calcula que el universo podría estar acercándose a la mitad de su vida útil de 33 mil millones de años. Después de expandirse a su tamaño máximo dentro de unos 11 mil millones de años, comenzaría a contraerse, colapsando sobre sí mismo hasta un único punto final en un evento conocido como Big Crunch (o la «Gran Implosión»).
Henry Tye, profesor emérito de física en Cornell, llegó a esta conclusión tras incorporar datos recientes a un modelo que involucra la «constante cosmológica», un factor introducido por Albert Einstein hace más de un siglo. Durante las últimas dos décadas, la creencia predominante era que esta constante era positiva, lo que implicaba que el universo se expandiría eternamente.
«Durante los últimos 20 años, la gente creía que la constante cosmológica era positiva y que el universo se expandiría para siempre», explicó Tye. «Los nuevos datos parecen indicar que la constante cosmológica es negativa, y que el universo terminará en un Big Crunch».
El universo tiene 13.800 millones de años y actualmente se está expandiendo. Según los modelos aceptados, su destino dependía del signo de la constante cosmológica: si era positiva, la expansión sería infinita; si era negativa, alcanzaría un tamaño máximo para luego contraerse y colapsar. El cálculo reciente del físico de Cornell respalda esta segunda posibilidad.
«Este Big Crunch define el fin del universo», escribió Tye, quien determinó que el colapso ocurriría dentro de unos 20 mil millones de años.
La clave de este nuevo hallazgo proviene de los informes del Dark Energy Survey (DES) en Chile y el Dark Energy Spectroscopic Instrument (DESI) en Arizona. Estos dos observatorios han descubierto que la energía oscura, que constituye el 68 % de la masa y energía del universo, no se comporta simplemente como una constante cosmológica pura, sino que hay algo más en juego.
En el artículo publicado recientemente en el Journal of Cosmology and Astroparticle Physics, Tye y sus colaboradores proponen un modelo con una partícula hipotética de masa muy baja que se comportó como una constante cosmológica al principio del universo, pero ya no lo hace. Este modelo se ajusta bien a los datos y lleva la constante cosmológica subyacente a territorio negativo.
Aunque la idea de un colapso universal con una constante negativa no es nueva, el autor principal del estudio destaca la novedad de su trabajo: «Aquí el modelo te dice cuándo colapsará el universo y cómo lo hará».
La investigación no se detiene. Cientos de científicos continúan midiendo la energía oscura observando millones de galaxias para obtener datos aún más precisos. Observatorios como el Zwicky Transient Facility en San Diego, el telescopio espacial europeo Euclid, la misión SPHEREx de la NASA y el Observatorio Vera C. Rubin seguirán recopilando información en los próximos años.
Para Tye, poder determinar cuantitativamente la vida del universo es un avance alentador. Conocer tanto el principio como el final proporciona una comprensión más profunda de nuestro cosmos. «Para cualquier vida, quieres saber cómo comienza y cómo termina», reflexionó. «Es bueno saber que, si los datos se confirman, el universo tendrá un final».
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El universo no tiene principio ni fin en términos humanos. La entropia se creía irreversible pero actualmente ya se ha revertido en laboratorio. El universo se mueve, pero la expansión es sólo una conclusión sesgada e interesada, ya que de lo contrario tendrían que hablar sobre el campo ethérico