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Si bien los informes y evidencias sobre avistamientos de ovnis se cuentan por miles alrededor del mundo, cuando hablamos de sus tripulantes, hay muy pocas fotografías que puedan responder por haberlos inmortalizado. El siguiente caso es una de esas raras excepciones y, para hacer las cosas aún más intrigantes, las imágenes fueron capturadas nada más y nada menos que por el jefe de policía que fue enviado a investigar.
Era una apacible tarde de otoño del 17 de octubre de 1973, cuando Jeff Greenhaw, entonces jefe de policía de Falkville, Alabama, estaba disfrutando con su esposa de una merecida noche de descanso. Sin embargo, una llamada de emergencia cambiaría su vida para siempre.
A eso de las 10 p.m., una mujer anónima y casi histérica, usó el teléfono para informar que un objeto volador no identificado había aterrizado en las afueras de la ciudad, en un campo que era propiedad de Bobby Summerford.
Aunque estaba fuera de servicio, Greenhaw —cumpliendo con su deber jurado de servir y proteger— se levantó de un salto, agarró sus llaves, esposas, revólver y, casi como una ocurrencia tardía, su confiable cámara Polaroid por si hubiera algo que valiera la pena registrar. Luego se subió a su camioneta, envió la llamada por radio y se apresuró hacia el lugar del supuesto aterrizaje.
Cuando Greenhaw llegó a la escena, salió de su vehículo y exploró el área, pero afirmó no encontrar nada fuera de lo común. Luego, el jefe regresó a su patrulla y decidió dar una vuelta por el campo antes de regresar a casa.
Greenhaw recorrió el perímetro de la propiedad de Summerford, escudriñando la oscuridad en busca de algo inusual, pero no vio nada de mérito. Luego giró por un camino estrecho de grava para una última pasada... Ahí fue cuando se encontró cara a cara con lo impensable.
Después de viajar por el camino durante unos minutos, el policía vio una entidad que describió como una figura humanoide parada justo en medio, a unos veinticinco metros de distancia. Acto seguido, salió de su camioneta y se acercó con cuidado a lo que todavía asumía que era un ser humano, pensando que podría ser alguien que necesitara ayuda.
Le gritó a la extraña figura, pero ésta no respondió. Cuando se acercó a 15 pies del ser que estaba iluminado por las luces altas de su patrulla, el jefe se dio cuenta de que algo andaba muy mal. La entidad parecía llevar una especie de traje metálico plateado que se asemejaba a un grueso papel de aluminio.
Algunos informes también indican que su estatura era algo parecida a la de un niño o un simio, como un mono en un traje espacial. Greenhaw describió lo que vio:
«Parecía que su cabeza y cuello eran una sola cosa... Era realmente brillante, algo así como frotar mercurio sobre níquel, pero tan suave como el vidrio, diferentes ángulos daban una iluminación diferente... Cuando lo vi parado en medio de la carretera inmediatamente detuve el auto y le pregunté si era extranjero, pero no salió ningún sonido de su boca».
El servidor público también notó que la cosa tenía una antena que sobresalía de la parte superior de su cabeza y que sus movimientos eran bruscos y mecánicos. Así, rápidamente se dio cuenta de que estaba lidiando con algo desconocido y, dejando a un lado su pánico con años de entrenamiento policial, tuvo el ánimo para tomar su cámara instantánea Polaroid y dispararle cuatro fotografías a este ser.
La primera imagen no muestra nada más que unos tenues destellos en la oscuridad de la noche, pero las siguientes tres imágenes se llevan el premio gordo. En las fotos se puede ver claramente una figura humanoide con un traje metálico, que refleja el destello de la bombilla de la Polaroid.
Tal vez creyendo que estaba siendo atacada por un humano con algún tipo de arma destellante, la criatura casi instantáneamente se dio vuelta y comenzó a huir por el camino a velocidades muy superiores a las capaces de los seres humanos. Greenhaw notó que parecía dirigirse en la dirección de Lacon, que está a unas tres millas de Falkville. El jefe reaccionó rápidamente, volvió corriendo a su vehículo y salió en persecución del hombre de metal.
Greenhaw diría que logró acelerar su camioneta solo a aproximadamente 35 MPH debido al terreno rural accidentado, pero que aún estaba completamente superado por esta entidad inusual, que parecía ser capaz de desafiar las leyes de la gravedad con su velocidad y sus saltos en forma de resorte.
Según el testigo, esa cosa «corrió de una manera muy extraña, de lado a lado, con los brazos a los costados de una manera extraña... parecía tener resortes en los pies para la propulsión, podía cubrir unos 10 pies en todos los sentidos... Corría más rápido que cualquier humano que haya visto».
Durante esta frenética persecución, Greenhaw afirma que tras media milla perdió el control de su vehículo y se deslizó en una zanja. En ese momento, vio cómo la criatura se deslizaba en la oscuridad para no volver a ser vista. Dejando al hombre con solo sus inquietantes recuerdos del evento y una extraña sesión fotográfica Polaroid.
A las 11:30 de esa misma noche, Greenhaw contactó al periódico local para contar su experiencia. Pero la publicación de la historia acompañada de las raras fotos no hicieron más que generar burla y ridiculización, algo que era casi una regla en el siglo pasado para cualquiera que se atreviera a hablar de «estas cosas» en público. Por lo que hay que considerar que el testigo estaba totalmente convencido de lo que había visto era algo real, tanto para arriesgarse a contarlo.
Pero el que arriesga no siempre gana. A los pocos días de revelar su bizarro encuentro, el jefe de policía comenzó a recibir amenazas vía carta y teléfono, el motor de su auto estalló, su casa fue consumida por un incendio y —justo cuando parecía que las cosas no podían empeorar— el ayuntamiento lo obligó a renunciar a su puesto como jefe de policía.
Todos los factores anteriores han arrojado queroseno sobre las ya brillantemente ardientes llamas de las teorías de conspiración ovni que rodean este evento y, más concretamente, dan una clara indicación de por qué la mayoría de los contactados y testigos oculares permanecen en silencio con respecto a sus experiencias inusuales.
Además de la ridiculización, los «hombres de negro» pueden entrar en acción...
Algunos ufólogos creen que el hombre de metal era un explorador robótico para una nave de desembarco extraterrestre —en analogía, tal como un aterrizador y un rover en Marte—, mientras que los escépticos sostienen que todo fue un engaño perpetrado por Greenhaw y un cómplice desconocido que estaba vestido con un disfraz de papel de aluminio —y seamos sinceros, es lo primero que uno piensa al ver las fotos; aunque sabemos que las primeras impresiones pueden ser igual de engañosas—.
No obstante, los desafortunados hechos posteriores, que claramente prueban que el jefe de policía en ningún momento sacó rédito de su encuentro cercano —sino todo lo contrario—, lo eximirían de toda culpa y pantomima. De hecho, si bien logró reconstruir algo parecido a una vida normal, todos los informes indican que continuó lamentando su topetazo con lo desconocido.
Por otro lado, un rumor popular —aunque anónimo y circunstancial (por ende, sin respaldo)— sugiere que el «alienígena de hojalata» era en realidad un veloz jovencito de secundaria, vestido como el robot de El Día que la Tierra se Detuvo (1951), y que el engaño fue perpetrado por ciertos lugareños que querían que Greenhaw abandonara su cargo como jefe de policía.
Pero en este punto cabe destacar que, a menos que se ponga en tela de juicio la percepción del testigo, los movimientos y velocidades achacados al ser no se corresponden con los de un humano —¡ni aunque fuera Usain Bolt!—, y menos con los de un niño o adolescente de la época en plena noche rural. También hay que mencionar que, como policía, Greenhaw bien podría haber sacado su arma reglamentaria y disparado, poniendo en riesgo de muerte al perpetrador de la broma, quien además, de haber sido tal, no hubiera elegido correr por media milla en lugar de buscar un escondite en los pastizales lejos de las luces de la patrulla.
Otros han llamado la atención sobre el hecho de que la descripción «robótica» (sin cuello, piel «arrugada», con antena) no es muy diferente a lo observado por Charles Hickson y Calvin Parker, protagonistas del caso de abducción de Pascagoula, sucedido en Mississippi apenas unos días antes.
¿Es posible que Greenhaw se haya encontrado con las mismas entidades extraterrestres que supuestamente secuestraron a los dos trabajadores portuarios la noche del jueves 11 de octubre de 1973? ¿O acaso fue un caso fabricado justamente para desprestigiar el de Pascagoula?
Lo cierto es que existen varios encuentros cercanos donde lo relatado por los testigos se condice más con una entidad robótica que con un ser biológico. Y es que, si nos ponemos a pensar con lógica aeroespacial, en la exploración de otros mundos el envío de sondas y robots debe ser algo común entre civilizaciones tecnológicas, y ni hablar de aquellas que se han fusionado con dicha tecnología. En palabras del reconocido astrofísico británico Sir Martin Rees, «en un planeta que orbita una estrella más antigua que nuestro sol, la vida puede haber evolucionado hacia un dominio de la inteligencia de las máquinas».
Referencias:
Por MysteryPlanet.com.ar.
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