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La cueva contenía toda una colección de huesos de animales que no habían sido perturbados durante unos 42.000 años.
Se trata de la guarida de hiena antigua más grande jamás encontrada en Asia. Una verdadera cápsula del tiempo prehistórica en cuyo interior yacían huesos de animales depredadores y presas de la época del Pleistoceno (hace 2.6 millones a 11.700 años), incluidos osos pardos, zorros, lobos, mamuts, rinocerontes, yaks, ciervos, gacelas, bisontes, caballos, roedores, pájaros, peces y ranas.
Los investigadores publicaron un video del descubrimiento (en ruso) el 20 de junio:
Los residentes de Jakasia, una república en el sur de Siberia, fueron específicamente los autores del hallazgo hace unos cinco años, según una declaración del Instituto V. S. Sobolev de Geología y Mineralogía. Sin embargo, debido a la lejanía del área, los paleontólogos no pudieron explorar y examinar completamente los restos hasta hace poco más de un año.
Recolectaron alrededor de 400 kilogramos de huesos, incluidos dos cráneos completos de hiena de las cavernas (Crocuta crocuta spelaea). Los paleontólogos sospechan que las hienas vivían en la cueva porque los huesos tenían marcas de mordeduras consistentes con dientes de estos carnívoros.
«Además, nos encontramos con una serie de huesos en orden anatómico. Por ejemplo, en los rinocerontes, los huesos del cúbito y el radio están juntos», dijo en el comunicado Dmitry Gimranov, investigador principal de la Rama de los Urales de la Academia de Ciencias de Rusia. «Esto sugiere que las hienas arrastraron partes de los cadáveres a la guarida».
Los investigadores también encontraron los huesos de las crías de hiena —que tienden a no conservarse porque son muy frágiles—, lo que indica que se criaron en la cueva. «Incluso encontramos un cráneo completo de una hiena joven, muchas mandíbulas inferiores y dientes de leche», detalló Gimranov.
Siberia es rica en restos de animales del Pleistoceno. Estos no tienen la edad suficiente para fosilizarse o reemplazarse con roca a través de un proceso de mineralización. Los huesos y, a veces, la piel, la carne e incluso la sangre de estos animales a menudo no son muy diferentes de lo que eran el año en que murieron. Esto se debe —en gran parte— al clima frío que preserva los restos.
Los huesos encontrados en la guarida se enviaron a Ekaterimburgo para su posterior análisis.
«Los hallazgos también nos dirán sobre la flora y la fauna de esa época, qué comían los animales, cómo era el clima en esta área», añadió el investigador principal Dmitry Malikov. «También obtendremos información importante de los coprolitos (las heces fosilizadas de los animales)».
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