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Aunque es casi un 50 por ciento más grande que Júpiter, es tan ligero y esponjoso que su densidad general es comparable a la del algodón de azúcar.
El exoplaneta, denominado WASP-193b, ha sido encontrado a una distancia de 1.232 años luz.
Orbita una estrella similar a nuestro sol, pero lo hace mucho más cerca que cualquiera de los planetas del sistema solar —gira una vez cada 6.25 días—. Fue justamente esto, el estudiar cómo cambia la luz de su anfitriona durante este movimiento, lo que permitió a un equipo internacional dirigido por el astrónomo Khalid Barkaoui de la Universidad de Lieja, en Bélgica, calcular el radio y la masa.
El radio de WASP-193b es alrededor de 1.46 veces el radio de Júpiter. Pero su masa es increíblemente pequeña en comparación: solo 0.139 veces la de Júpiter.
A partir de estas propiedades, los investigadores derivaron la densidad del exoplaneta: 0.059 gramos por centímetro cúbico. En comparación, la Tierra tiene una densidad de 5.51 gramos por centímetro cúbico. La densidad de Júpiter es de 1.33 gramos por centímetro cúbico, lo cual tiene sentido —tiene muchas nubes—. Por último, para darse una mejor idea aún, el algodón de azúcar tiene una densidad de 0.05 gramos por centímetro cúbico.
Se han encontrado muy pocos exoplanetas con una densidad comparable, pero ofrecen algunas pistas sobre cómo pueden llegar a existir mundos tan esponjosos. La proximidad a una estrella puede calentar la atmósfera, inflándola, especialmente si esa atmósfera era predominantemente de hidrógeno y helio.
Pero tal escenario solo se vería como WASP-193b durante unas pocas decenas de millones de años, cuando la estrella es más joven y más caliente; además, el calor y los vientos de la estrella podrían despojar una atmósfera tan tenue con bastante rapidez.
Así que esto plantea algunos problemas. Se cree que la estrella tiene hasta 6 mil millones de años. Si bien podría haber algún mecanismo para que el calor interno infle la atmósfera de WASP-193b, las propiedades observadas del exoplaneta no se pueden recrear utilizando modelos sofisticados de evolución planetaria.
La buena noticia es que representa un excelente candidato para estudios de seguimiento para ver de qué está hecha su atmósfera. Esta es una de las tareas para las que se diseñó el telescopio espacial James Webb; solo una observación de tránsito, afirma el equipo, podría arrojar ideas que expliquen cómo un mundo tan extraño, esponjoso y antiguo puede existir en el universo.
La investigación del equipo ha sido aceptada para su publicación y está disponible en arXiv.
Fuente: arXiv/SciAl. Edición: MP.
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