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El aterrador encuentro de un piloto mexicano con tres OVNIs y una colisión en pleno vuelo en 1975 sigue siendo un relato capaz de helar la sangre. ¿Quiénes eran? ¿Qué querían?
Era la mañana del 3 de mayo de 1975. Después de completar un vuelo rutinario de Zihuatanejo a la Ciudad de México, el joven piloto de 23 años, Carlos de los Santos Montiel, preparó su avión Piper PA-24 y pronto despegó con rumbo al Aeropuerto Internacional Benito Juárez.
Mientras sobrevolaba la señal VHF Omnidireccional, Carlos notó algo extraño a la distancia. Al acercarse, pudo verlo con claridad: una nave gris con forma de platillo, más pequeña que su avión, que comenzó a seguir su ala izquierda. Tenía lo que parecía ser una cabina en la parte superior, con una ventanilla oscura.
Atónito, sintió una extraña sensación, como si lo estuvieran observando desde el otro lado de su avión. Al girar la cabeza, descubrió que otra nave idéntica volaba junto a su ala derecha.
Carlos comenzó a sentirse inquieto. Pero antes de que pudiera reaccionar, un tercer objeto apareció directamente frente a su avión, descendiendo rápidamente bajo el fuselaje. Instintivamente, inclinó la nariz del avión para ver a dónde se dirigía la nave, pero estaba demasiado cerca. La colisión fue inevitable: el objeto golpeó y raspó el fuselaje, dañando el tren de aterrizaje.
En ese momento, Carlos perdió completamente el control de su Piper. Rodeado por los tres objetos desconocidos, temió lo peor: un ataque inminente. Su instinto de supervivencia lo llevó a intentar maniobrar para librarse de ellos, inclinando su avión hacia la derecha con la esperanza de impactar el OVNI que lo escoltaba, pero fue inútil. Las naves seguían dominando por completo la aeronave, guiándola y obligándola a ascender a una altitud peligrosa.
>El pánico se apoderó de él. El rápido aumento de presión en la cabina representaba un riesgo mortal, y Carlos sabía que debía actuar de inmediato. Con el poco control que le quedaba, logró contactar a la torre de control en la Ciudad de México y envió una desesperada llamada de auxilio, gritando ¡Mayday! una y otra vez. Entre la angustia, logró describir lo que estaba ocurriendo:
—¡Tengo tres objetos no identificados volando a mi alrededor! ¡Estoy volando sin control, el avión no responde! ¡No estoy controlando el avión!
Desde la torre, le indicaron que redujera la velocidad y descendiera, pero Carlos, con la voz entrecortada, explicó que no podía. La certeza de que su destino estaba sellado lo invadió por completo.
Y entonces, cuando todo parecía perdido, ocurrió lo inesperado. De pronto, los objetos comenzaron a alejarse. A una velocidad increíble, se dirigieron hacia el volcán Popocatépetl y, en cuestión de segundos, desaparecieron de su vista. En ese instante, Carlos sintió cómo el control de su avión regresaba a sus manos.
Aunque logró notificar a la torre de control que había recuperado el mando, aún enfrentaba un problema grave: el tren de aterrizaje estaba dañado y no podía descender correctamente. Ante la emergencia, el aeropuerto despejó la pista de vuelos y ordenó un aterrizaje forzoso.
Carlos sobrevoló el aeropuerto casi una docena de veces, buscando una solución desesperada. Finalmente, encontró un destornillador y, en un intento improvisado, logró extender el tren de aterrizaje y aterrizar a salvo.
Fue atendido en una clínica local y, tras realizarle pruebas, no se encontró ninguna sustancia en su organismo. Fue declarado en perfecto estado de salud y autorizado para seguir volando.
Las dudas sobre su relato quedaron disipadas cuando los operadores de radar de la torre de control, Julio César Interián Díaz y Emilio Estañol López, testificaron haber observado en tiempo real los mismos objetos que Carlos describió.
El investigador de OVNIs Miguel Romero confirmó que se redactó un acta oficial en la Dirección General de Aeronáutica Civil, a través de la Oficina de la Autoridad Aeronáutica del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el 8 de mayo de 1975.
El caso atrajo la atención internacional y numerosos medios intentaron entrevistar a Carlos. Incluso fue investigado por el Proyecto Blue Book bajo la supervisión del astrónomo J. Allen Hynek, quien analizaba casos oficiales de avistamientos de OVNIs para el gobierno de EE.UU.
Pero lo más inquietante ocurrió después. En varias ocasiones, Carlos fue visitado por lo que solo podía describir como «Hombres de Negro». Le advirtieron que no hablara sobre el incidente o su familia sufriría las consecuencias.
A pesar de las amenazas, Carlos se mantuvo firme en su decisión de hacer pública su historia. Hasta el día de hoy, sigue hablando del extraño suceso que vivió.
Continuó con su carrera como piloto sin mayores incidentes, pero aquel día de 1975 cambió para siempre su perspectiva sobre lo que realmente habita los cielos de México... y sobre el inquietante poder que aquellas naves parecieron ejercer sobre su avión.
Por Ryan Sprague para MysteryPlanet.com.ar.
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