Por tercera vez en la historia, un objeto procedente del espacio interestelar ha ingresado a nuestro sistema solar, pero a diferencia de sus predecesores, su origen es completamente distinto.

Astrónomos rastrean el origen del cometa interestelar 3I/ATLAS

Crédito: MysteryPlanet.com.ar.

Se trata del cometa 3I/ATLAS, descubierto el 1 de julio de 2025, y que según un equipo liderado por el astrofísico Matthew Hopkins de la Universidad de Oxford, proviene del disco grueso de la Vía Láctea, una región muy diferente al entorno actual del Sol.

Este hallazgo marca un hito en la astronomía, ya que es la primera vez que se rastrea un objeto interestelar hasta esta antigua y poco explorada zona galáctica. A diferencia del disco delgado —donde se encuentran la mayoría de las estrellas, incluida la nuestra— el disco grueso contiene alrededor del 10 % de las estrellas de la galaxia, muchas de ellas con más de 10.000 millones de años de antigüedad.

Utilizando el modelo poblacional de objetos interestelares Ōtautahi-Oxford —una herramienta que combina datos de la misión Gaia con simulaciones del movimiento y composición química de la Vía Láctea— los investigadores lograron reconstruir la trayectoria de 3I/ATLAS desde su punto de origen hasta su llegada al sistema solar.

Este cometa viaja a una velocidad de 57 kilómetros por segundo y se aproximará al Sol en octubre de 2025, alcanzando su punto más cercano justo dentro de la órbita de Marte antes de emprender nuevamente su viaje hacia el espacio profundo. Con un tamaño estimado entre 10 y 20 kilómetros, 3I/ATLAS presenta una tonalidad superficial más azul y una coma más rojiza que los cometas típicos de nuestro vecindario cósmico.

Según los cálculos del equipo, el cometa podría tener entre 7.600 y 14.000 millones de años de antigüedad, lo que lo haría significativamente más viejo que el propio Sol, que apenas cuenta con 4.600 millones de años. Esta edad tan avanzada sugiere que se formó en una etapa muy temprana de la historia galáctica.

Este descubrimiento refuerza la idea de que los tres objetos interestelares detectados hasta ahora —Oumuamua (2017), 2I/Borisov (2019) y ahora 3I/ATLAS— no comparten un origen común, y que el espacio interestelar está lleno de fragmentos antiguos que podrían ofrecer pistas sobre la formación de planetas en distintos rincones de la galaxia.

Disco Vía Láctea.

El «disco grueso» de nuestra galaxia, señalado aquí (Thick disk).

Los investigadores destacan que este tipo de objetos representan una oportunidad única para estudiar cómo se formaron y evolucionaron los planetesimales —los bloques constructores de planetas— en entornos galácticos muy distintos al nuestro. A medida que se obtengan más observaciones de 3I/ATLAS, será posible refinar modelos como el Ōtautahi-Oxford y entender mejor la diversidad cósmica que nos rodea.

El estudio ha sido enviado a The Astrophysical Journal Letters y se encuentra disponible en el repositorio científico arXiv.

Fuente: arXiv/Oxford/SciAl. Edición: MP.

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