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El nombre Hayabusa significa ‘halcón peregrino’ en japonés, y como la rapaz que debe clavar sus garras en una presa escurridiza, la nave de la JAXA tendrá que posarse sobre un objetivo casi imposible: un asteroide de apenas 11 metros de diámetro que gira a toda velocidad en el espacio.
Una ilustración artística de la misión espacial japonesa Hayabusa 2 al descender sobre la superficie del asteroide 1998 KY26. Crédito: ESO/M. Kornmesser/T. Santana-Ros et al./SuperTKG (CC-BY-SA).
Nuevas observaciones astronómicas revelaron que el próximo destino de la misión japonesa, el asteroide 1998 KY26, es mucho más pequeño y rápido de lo que se creía, lo que convierte su encuentro previsto para 2031 en un desafío histórico.
Para llegar a esta conclusión, un equipo internacional de investigadores liderado por el astrónomo español Toni Santana-Ros utilizó telescopios de gran potencia, como el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral en Chile. Gracias a esas observaciones descubrieron que el asteroide, que se pensaba de unos 30 metros, mide en realidad apenas 11. Y su rotación es tan vertiginosa que completa un giro en cinco minutos, la mitad del tiempo calculado anteriormente.
El diminuto asteroide 1998 KY26 (en el centro) fue observado aquí por el telescopio Gemini Sur, que forma parte del Observatorio Internacional Gemini, financiado en parte por la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) de Estados Unidos y operado por NSF NOIRLab. Crédito: Observatorio Internacional Gemini/NOIRLab/NSF/AURA/T. Santana-Ros.
«Nos encontramos con que la realidad del objeto es completamente diferente a lo que se había descrito», explicó Santana-Ros, cuyo estudio fue publicado en Nature Communications.
El hallazgo implica que la misión se enfrenta a un reto mayor: realizar una maniobra de «toque y fuga» sobre un cuerpo del tamaño de una casa y en rotación frenética. «El tamaño más pequeño y la rotación más rápida harán que la visita de Hayabusa2 sea aún más interesante, pero también mucho más complicada», señaló Olivier Hainaut, astrónomo del ESO en Alemania y coautor del estudio.
La precisión deberá ser extrema: un error mínimo podría arruinar el intento de contacto.
Aquí vemos una comparación de tamaños entre el asteroide 162173 Ryugu, anterior objetivo de la misión espacial japonesa Hayabusa2, y 1998 KY26. Hayabusa2 recolectó muestras de Ryugu en 2018 y las envió en una cápsula de retorno a la Tierra en 2020. Tras ese exitoso logro, 1998 KY26 fue elegido como el siguiente destino de la sonda. Crédito: ESO/M. Kornmesser. Modelos de asteroides: T. Santana-Ros, JAXA/Universidad de Aizu/Universidad Kobe.
Aun así, Hayabusa2 ya demostró de lo que es capaz. La nave hizo historia al explorar el asteroide Ryugu, de casi un kilómetro de diámetro, y traer muestras a la Tierra en 2020. Si logra su objetivo en 1998 KY26, la misión extendida marcará un antes y un después en la exploración de estos diminutos fragmentos del sistema solar.
El asteroide parece tener una superficie brillante y rocosa, aunque los astrónomos no descartan que sea un cúmulo de fragmentos unidos débilmente. Lo cierto es que nadie ha visto hasta ahora un objeto tan pequeño in situ, lo que aumenta la intriga de la misión.
Esta ilustración artística muestra el tamaño del asteroide 1998 KY26 en comparación con uno de los telescopios unitarios del Very Large Telescope (VLT), cuyo espejo principal tiene unos 8 metros de diámetro. Crédito: ESO/M. Kornmesser, A. Ghizzi Panizza (albertoghizzipanizza.com). Modelo de asteroide: T. Santana-Ros et al.
Más allá de la curiosidad científica, estos resultados también tienen implicaciones para la seguridad planetaria. El nuevo método de observación demuestra que es posible estudiar asteroides del tamaño de los que representan una amenaza real para la Tierra, como el que explotó en 2013 sobre Cheliábinsk, Rusia, con un diámetro apenas mayor que 1998 KY26.
«Lo sorprendente es que el tamaño del asteroide es comparable al de la nave que lo visitará, y aun así hemos logrado caracterizarlo desde la Tierra. Esto abre la puerta a futuras exploraciones de asteroides cercanos e incluso a proyectos de minería espacial», concluyó Santana-Ros.
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