Alan Dykes, profesor asociado en Geología de la Ingeniería en la Universidad de Kingston, explica por qué el potente terremoto de Kamchatka generó alertas de tsunami que, en su mayoría, no causaron impacto en las costas del Pacífico.

Por qué el tsunami del Pacífico fue más pequeño de lo esperado: un geólogo lo explica

Escena de la película Haeundae (Tidal Wave), 2009.

El terremoto ocurrido cerca de la costa este de la península de Kamchatka, en Rusia, el 30 de julio de 2025, de magnitud 8.8, generó olas de tsunami que llegaron a Hawái y algunas áreas costeras de Estados Unidos. Este potente sismo, uno de los más grandes registrados hasta la fecha, provocó alertas y evacuaciones en numerosos países de la región del Pacífico, incluidos Japón, Asia Oriental, América del Norte y América del Sur, ante la posibilidad de olas devastadoras.

En Kamchatka, las olas alcanzaron hasta cuatro metros, causando severos daños en algunas zonas cercanas al epicentro. No obstante, en lugares más alejados como Japón, que se encuentra mucho más cerca de Kamchatka que la mayoría de los países del Pacífico, las olas fueron considerablemente más pequeñas de lo esperado. De hecho, muchas alertas fueron canceladas o reducidas, con daños relativamente menores. Esto plantea la pregunta: ¿por qué, a pesar de la magnitud del terremoto, el tsunami fue más pequeño de lo anticipado? La respuesta está en la geología de la región.

El terremoto estuvo asociado con la placa tectónica del Pacífico, una de las piezas más grandes de la corteza terrestre. Esta placa empuja hacia el noroeste contra la parte de la placa de América del Norte que se extiende hacia el oeste, entrando en Rusia, y se ve obligada a descender por debajo de la península de Kamchatka en un proceso conocido como subducción.

Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), la tasa de convergencia promedio en esta zona es de aproximadamente 80 mm por año, lo que la convierte en una de las tasas de movimiento más altas en una frontera tectónica. Sin embargo, este movimiento ocurre de forma intermitente, en desplazamientos repentinos de varios metros. En terremotos de este tipo, el desplazamiento puede ocurrir en un área de contacto de entre 400 km y 150 km, según el USGS.

La corteza terrestre está formada por rocas duras y frágiles a pequeña escala, pero a grandes profundidades puede deformarse con un comportamiento ligeramente elástico. A medida que la placa del Pacífico se empuja hacia adelante y desciende, el fondo del océano puede experimentar cambios repentinos en su profundidad. Cerca de la costa, la corteza de la placa superior puede ser empujada hacia arriba mientras la otra se desplaza hacia abajo, o, como ocurrió en Sumatra en 2004, el borde exterior de la placa superior puede ser arrastrado hacia abajo antes de rebotar unos metros.

Estos movimientos casi instantáneos del lecho marino son los que generan las olas de tsunami al desplazar enormes volúmenes de agua oceánica. Por ejemplo, si el fondo marino subiera un metro en un área de 200 por 100 km donde el agua tiene una profundidad de 1 km, el volumen de agua desplazado sería equivalente a llenar el estadio de Wembley hasta el techo 17.5 millones de veces.

Las olas de tsunami viajan a través del océano profundo a una velocidad de hasta 700 km/h, lo que les permite alcanzar cualquier costa del Pacífico en menos de 24 horas. Sin embargo, parte de su energía se disipa a medida que atraviesan el océano, por lo que suelen ser menos peligrosas en las costas más alejadas del epicentro.

La clave del peligro radica en cómo las olas se modifican cuando el fondo marino se eleva hacia la costa. A medida que se acercan a la orilla, las olas disminuyen su velocidad y, como resultado, aumentan su altura, lo que genera un fuerte repunte de agua hacia y más allá de la línea costera habitual.

El terremoto de Kamchatka fue más profundo que el de Sumatra de 2004 y el de Japón de 2011, con una profundidad de 20.7 km. Esto resultó en un desplazamiento vertical algo menor del fondo marino, y el movimiento fue menos instantáneo. Esta diferencia es la que ha provocado que las advertencias de tsunami se levantaran mucho antes de que las olas pudieran llegar a algunas zonas afectadas.

Por el Prof. Alan Dykes. Edición: MP.

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