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Una mirada científica a cómo la creación artificial de masa negativa podría revolucionar la exploración espacial... y darnos pistas sobre los ahora llamados fenómenos anómalos no identificados (UAPs).
El electromagnetismo involucra tanto cargas positivas como negativas. En cambio, cuando hablamos de gravedad, nos cuesta imaginar algo similar. Según la teoría general de la relatividad de Einstein, la gravedad es la curvatura del espacio-tiempo, y su fundamento es el principio de equivalencia: la masa gravitacional, que determina la interacción de un objeto con el campo gravitacional, es idéntica a su masa inercial, que define cómo responde a cualquier fuerza externa.
Esta formulación permite, al menos en teoría, la existencia de una masa negativa que cumpla con dicho principio. Esto implicaría que una masa negativa tendría tanto masa gravitacional como inercial negativas. Aunque nunca se ha detectado una masa negativa en la naturaleza, eso no significa que no pueda existir. Tal vez las condiciones necesarias para su aparición no se dieron de forma natural en el universo. Sin embargo, una civilización tecnológicamente avanzada podría ser capaz de crear artificialmente un objeto con masa negativa.
Sabemos que la expansión del universo se acelera, lo que sugiere la existencia de una forma de gravedad repulsiva, atribuida a la energía oscura. Si una civilización extraterrestre comprendiera la naturaleza de la energía oscura y lograra contenerla dentro de un recipiente liviano, estaría fabricando un objeto con masa negativa. ¿Cómo se comportaría algo así?
Debido a su masa inercial negativa, se movería de forma extraña. Si un niño tira hacia abajo de una cuerda atada a un recipiente con masa negativa, este subiría como un globo, incluso sin atmósfera. Pero si el niño suelta la cuerda, el objeto caerá, ya que su masa gravitacional también es negativa. Por el principio de equivalencia, tanto las masas positivas como las negativas caen de la misma forma bajo la influencia de la gravedad. Así, el objeto se comporta como un globo cuando se lo tira y como una piedra cuando se lo suelta.
A partir de esta idea, se puede imaginar un vehículo sin necesidad de combustible. Bastaría con ubicar a los pasajeros en un compartimento y equilibrar su masa positiva con una masa negativa igual. Los pasajeros solo tendrían que tirar de una cuerda que conecte con la masa negativa. Al aumentar la tensión de la cuerda, la masa negativa se movería hacia adelante, arrastrando al resto del vehículo. Mientras la distancia entre ambas masas se mantenga fija, la energía neta del sistema no cambia. La masa positiva gana energía cinética, pero la masa negativa la pierde en igual proporción.
Esto permitiría una propulsión sin consumo de energía, sin necesidad de combustibles. Para detenerse, simplemente habría que empujar la masa negativa en lugar de tirar de ella. Este mecanismo también serviría para lanzar una nave espacial sin cohetes: al aumentar la tensión de la cuerda, la carga útil se elevaría hacia el espacio. Para una civilización que disponga de contenedores de masa negativa, un cohete como el Starship parecería un derroche total de masa y energía. Su vehículo, con masa gravitacional neta cero, flotaría en gravedad cero desde el inicio, sin necesidad de vencer el campo gravitacional terrestre.
Este concepto fue explorado por científicos como Robert Forward en 1990, Richard Price en 1992 y Geoffrey Landis en 2019, quienes señalaron que la aceleración del vehículo podría regularse ajustando la tensión de la cuerda. Un objeto con masa neta cero es, por definición, ingrávido. Transportarlo no requeriría esfuerzo.
Eso sí, manipular contenedores de masa negativa en una fábrica no sería fácil, ya que estos tienden a alejarse si se los intenta acercar. Pero si se les dota de carga eléctrica, podrían moverse mediante campos eléctricos o magnéticos, como se hace en algunos procesos tecnológicos actuales.
El físico Herman Bondi, en 1957, propuso que incluso sin una cuerda física, la interacción gravitacional entre una masa positiva y una masa negativa funcionaría como un lazo que acelera el par. Aunque, en vehículos de masa baja, este efecto sería prácticamente despreciable.
Ahora bien, ¿podrían vehículos con masa negativa explicar algunas de las inusuales características de ciertos fenómenos anómalos no identificados (UAPs) observados cerca de la Tierra? Aunque la gran mayoría de estos reportes militares (el 97 %) ya fueron explicados como objetos conocidos según la Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios (AARO) del Pentágono, incluso si uno entre un millón de estos UAPs usa masa negativa como forma de propulsión, estaríamos frente a uno de los mayores descubrimientos en la historia de la física. Un vehículo de masa cero flotaría en el campo gravitacional terrestre y se movería sin emitir gases ni mostrar signos de un motor convencional, ya que su movimiento no requiere energía.
Una captura de pantalla de un video del Departamento de Defensa, publicado como parte de una investigación del Grupo de Trabajo UAP. Crédito: Defencescoop.
Mientras tanto, el Decadal Survey de 2020 de la comunidad astronómica de EE.UU. prioriza el lanzamiento de un observatorio espacial para buscar biomarcadores de vida microbiana en exoplanetas lejanos. Este proyecto costará más de 10 mil millones de dólares y no estará listo antes de la década de 2040. Pero si descubriéramos vehículos con masa negativa en las cercanías de la Tierra, eso cambiaría por completo las prioridades científicas. Después de todo, encontrar evidencia de una inteligencia superior cerca de casa sería mucho más impactante que detectar microbios a años luz de distancia.
Por Avi Loeb para MysteryPlanet.com.ar.
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