Durante la gestación del Sistema Solar, algunos cuerpos rocosos colisionaron entre sí y dieron lugar a planetas como la Tierra. Otros, en cambio, fueron expulsados al exterior. Uno de estos últimos está de vuelta, como un búmeran. Lo han visto el Very Large Telescope del Observatorio Europeo del Sur y el Telescopio Canadá-Francia-Hawái. Casi intacto desde entonces, el estudio de este fragmento único en su especie será clave para entender el origen del Sistema Solar, como se desprende del artículo que acaba de publicar la revista Science Advances.

panstarrs

«Los planetas crecen por acumulación de cuerpos pequeños: los planetesimales. Los planetas rocosos formados en la zona interior y cálida del Sistema Solar se crearon por agregación de rocas, mientras que los planetas gigantes de la fría región exterior lo hicieron por acumulación de material helado», explica Olivier Hainaut, uno de los autores del estudio. Sin embargo, este «ladrillo de planetas», que recibe el complejo nombre de C/2014 S3 (PANSTARRS), ha permanecido congelado durante miles de millones de años en los confines del Sistema Solar. «A una pequeña fracción de estos cuerpos la fuerza gravitacional del planeta en formación les dio una patada y formaron la nube Oort», cuenta este investigador.

En ese lugar remoto ha pasado la mayor parte de su vida, lejos del calor del Sol y protegido de posibles colisiones; así lo indica su superficie, sin muchos cráteres. «Ya sabíamos de la existencia de muchos asteroides, pero todos han sido cocinados por el calor y la cercanía del Sol durante miles de millones de años. Éste es el primer asteroide en crudo que hemos podido observar: se ha conservado en el mejor congelador que hay», explica Karen Meech, la autora principal del trabajo.

Este diagrama muestra la probable historia de este objeto tanto en el Sistema Solar interior como en el exterior durante un período de más de 4.000 millones de años. La mayor parte de este tiempo permaneció en la Nube de Oort.

Este diagrama muestra la probable historia de este objeto tanto en el Sistema Solar interior como en el exterior durante un período de más de 4.000 millones de años. La mayor parte de este tiempo permaneció en la Nube de Oort.

Un cometa diferente

Cuando los planetesimales, en su mayoría cuerpos helados, abandonan la nube Oort y se aproximan al Sol, el calor evapora el hielo y se forma un cometa con cola. Éste, en cambio, carece de ella. Fue la evidencia que indicó a los investigadores que se encontraban ante algo sustancialmente distinto cuando el telescopio Pan-STARRS1 lo observó como un débil cometa activo a una distancia que dobla la que separa el Sol de la Tierra. Como resultado, se le ha bautizado como un cometa Manx, por el nombre dado a esta raza de gatos sin cola. «Del estudio de su órbita sabemos que este objeto procede de la nube Oort y de la luz que se refleja en su superficie concluimos que su naturaleza es rocosa. Es una sorpresa, porque los cometas que proceden de allí normalmente están hechos de hielo. Podemos decir que se trata de una roca primitiva», asegura Hainaut.

Regresa para volverse a marchar

Las colisiones que puede experimentar el cometa a medida que se adentra de nuevo en el centro del Sistema Solar son poco probables a corto plazo y la luz del Sol no tendrá tiempo de producir en él casi ningún efecto. «Nuestro problema es que el cometa se está moviendo. Realiza una órbita de largo período, es decir se aproxima al Sol, lo pasa y ahora está volviendo a alejarse. Es muy probable que yo no lo vuelva a ver», dice Hainaut. Un viaje que apenas dura lo que dura un pestañeo en una historia de miles de millones de años.

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