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Un pescador aficionado fue durante varias horas testigo privilegiado de las evoluciones de tres objetos no identificados que sobrevolaron las márgenes del río Samborombón, en las cercanías de la localidad bonaerense de Ferrari, en un hecho que los investigadores consideran trascendente por la sincronización de movimientos de los OVNIs que según el protagonista de la extraordinaria aventura, actuaban incluso como si registraran su solitaria presencia en la oscuridad de la madrugada.
El episodio, investigado por la Fundación Argentina de Ovnilogía (FAO), tuvo lugar el pasado 3 de abril cuando el veterinario residente en Quilmes Sergio Asselborn se encontraba ejercitando una de sus pasiones, la pesca, en un lugar elegido desde hace varias años: el río Samborombón, en un punto situado cerca de un puente de hierro a unos 30 kilómetros de la Ruta Nacional 2.
Eran las dos de la madrugada cuando Asselborn, tal como relató el veterinario a los investigadores de la FAO con los que se contactó días después del hecho, empezó a vivenciar una experiencia que, asegura, le cambió la vida: un zumbido similar al que producen los abejorros lo llevó a elevar la mirada y fue así que divisó algo nunca antes visto en los varios años de excursiones realizadas al lugar. Un objeto volador con forma de plato estaba en el cielo dotado con pequeñas luces rojas y naranjas que le daban contorno. Si algo llamó la atención del testigo es que la nave avanzaba hacia donde se encontraba el pescador y se detenía en una sucesión de movimientos repetidos que se extendieron por espacio de media hora, aproximadamente. Al cabo de ese tiempo se sumó otro elemento: un segundo objeto de forma triangular tomó posición vertical a la izquierda del primero de los OVNIs, en su caso lanzando una suerte de señales luminosas que Asselborn definió como ráfagas, a modo de preludio de lo que sería su retirada momentánea para perderse en la oscuridad de la noche.
Sin embargo, aun faltaba algo más. Un tercer OVNI de estructura similar al primero que apareció en escena y que todavía se encontraba en el cielo dentro del campo visual del testigo, se recortó en la altura a unos 1.500 metros de la posición de Asselborn y sobrevoló el terreno ascendiendo y descendiendo hasta que se perdió de vista detrás de un molino y un monte de eucaliptos. De allí en más el pescador quedó cautivado con el primero de los OVNIs que nunca dejó de estar visible para el testigo que ingresó a su auto y contempló desde ahí y por espacio de más de dos horas los lentos movimientos del objeto que de repente, comenzó a acercarse hacia el vehículo como dispuesto a observarlo. Así, tras estar detenido unos cinco minutos, la nave cobró repentina velocidad y se perdió en dirección al sudeste hasta quedar convertido en un pequeño punto luminoso, seguido por el segundo de los objetos que fue parte del fenómeno y que hasta ese momento estaba fuera del alcance visual del pescador.
El misterioso espectáculo terminó cuando ya empezaba a amanecer. Días después, Asselborn tomó contacto con los integrantes de la FAO y un semana más tarde un equipo compuesto por Luis Burgos, Fernando Mengui, Miguel Peralta y Roberto Castillo rastrearon junto al testigo el área de avistaje situada en una zona de intensa actividad ufológica. Tantos son los casos registrados en más de 50 años que el propio Burgos la denomina “El Nido argentino”.
Por SEBASTIAN ARANGUREN
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