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Para algunas personas, el sueño trae consigo una forma peculiar de vigilia. No se trata de un sueño, sino de una conciencia silenciosa y sin contenido. Este estado, menos conocido, podría contener pistas para resolver uno de los mayores misterios de la ciencia: qué significa ser consciente.
Aunque para la ciencia occidental es un enigma, este estado de sueño consciente ha sido descrito durante siglos por diversas tradiciones contemplativas orientales. La escuela filosófica india del Advaita Vedanta, por ejemplo, interpreta el sueño profundo o sushupti como un estado de «pura conciencia». De manera similar, el linaje Dzogchen del budismo indotibetano describe prácticas meditativas, como el «yoga de la luminosidad» o yoga de los sueños, que permiten al practicante reconocer los estados de sueño y alcanzar una «conciencia pura», un estado de vigilia dentro del sueño sin pensamientos, imágenes o incluso un sentido del yo.
Para la ciencia moderna, esto plantea una paradoja. ¿Cómo se puede ser consciente sin ser consciente de algo? Las teorías dominantes sostienen que la conciencia siempre está dirigida hacia un objeto: mi conciencia del portátil frente a mí, del cielo azul o de mi propia respiración. Si estos reportes son precisos, nos obligan a reconsiderar la naturaleza misma de la conciencia.
Adriana Alcaraz-Sanchez y sus colegas de la Universidad de Edimburgo se propusieron explorar cómo se siente un estado sin contenido durante el sueño. Primero, encuestaron a 573 personas sobre formas inusuales de experiencias oníricas, incluyendo tipos de conciencia más simples o minimalistas. Posteriormente, realizaron entrevistas en profundidad con 18 participantes que afirmaron haber tenido alguna forma de experiencia de sueño sin objeto.
En sus estudios, encontraron un espectro de lo que denominaron «experiencias de sueño sin objeto». En todos los casos, los participantes describieron un episodio durante el sueño que carecía de contenido sensorial y que simplemente implicaba la sensación de saber que estaban conscientes.
Algunos relatos coincidían con las descripciones de las tradiciones filosóficas orientales: una experiencia sin objeto y sin yo, donde el sentido de «uno mismo» parecía disolverse o desvanecerse. Este estado es similar a la «disolución del ego inducida por drogas» reportada tras el consumo de dimetiltriptamina (DMT) o en estados de meditación profunda. Otros informes describían una vaga sensación de «estar ahí» en un estado indefinido, o una conciencia de la «nada» o de un «vacío».
Algunas personas describen una especie de estado consciente, pero sin objeto, durante el sueño. Crédito: Annie Spratt.
Sorprendentemente, aunque estas experiencias se han relacionado principalmente con prácticas contemplativas, los resultados indican que personas sin conocimiento de dichas prácticas también las experimentan. De hecho, la encuesta no mostró una asociación entre la participación en prácticas meditativas y las experiencias de sueño sin objeto. Sin embargo, sí se encontró una correlación con la capacidad de tener sueños lúcidos, aunque muchos soñadores lúcidos no informaron de este tipo de vivencias.
La rareza de estas experiencias dificulta su estudio. Por ello, los investigadores están desarrollando métodos para inducirlas y poder comprenderlas mejor. En el estudio reciente, el equipo de la Universidad de Edimburgo probó un nuevo protocolo que combinaba meditación, visualización y técnicas de sueño lúcido. Cuatro participantes aprendieron a permanecer conscientes mientras se dormían y a señalar su lucidez con un movimiento ocular preestablecido. Los registros de electroencefalogramas (EEG) portátiles confirmaron que algunos de estos estados sin objeto ocurrieron durante el sueño de ondas lentas (no-REM), una fase que se cree carente de los estados conscientes complejos que tenemos al soñar.
«Las experiencias de sueño sin objeto amplían nuestra comprensión de la conciencia durante el sueño, que tradicionalmente se ha centrado en los sueños», explica Alcaraz-Sánchez. «Estas formas mínimas de conciencia pueden allanar el camino para refinar nuestras teorías científicas, sugiriendo la existencia de una forma de conciencia despojada por completo de contenido».
El estudio de estas vivencias también puede ayudarnos a entender otros estados alterados, como la meditación profunda, la privación sensorial o incluso la «mente en blanco», esos episodios en los que nuestra mente parece quedarse vacía. Como concluye la investigadora, el hecho de que las personas puedan ser conscientes de «la nada» mientras duermen podría decirnos más sobre la mente que cualquier sueño.
Fuente: The Conversation. Edición: MP.
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