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Los investigadores creen que han resuelto el misterio de casi 700 años de antigüedad sobre los orígenes de la Peste Negra, la pandemia más mortífera registrada en la historia, que se extendió por Europa, Asia y el norte de África a mediados del siglo XIV.
El grabado siríaco en la lápida medieval era tentador: «Esta es la tumba del creyente Sanmaq, quien murió de pestilencia». Sanmaq, que fue enterrado en 1338 cerca del lago Issyk Kul en lo que ahora es el norte de Kirguistán, fue una de las muchas víctimas de una plaga sin nombre.
Ahora, al examinar las notas de campo y más fotos del equipo ruso que había excavado las tumbas en la década de 1880, el historiador medieval Philip Slavin descubrió que al menos 118 personas de la comunidad comercial de Asia Central donde vivía Sanmaq murieron en la epidemia.
Slavin estaba tras la pista del origen de la Peste Negra, que asoló Europa una década después de los entierros en Kirguistán. Pero sabía que el diagnóstico medieval de «pestilencia» abarcaba muchas enfermedades terribles. «Estaba casi 100 % seguro de que era el comienzo de la Peste Negra», comentó Slavin.
Para probarlo, el investigador logró obtener muestras de ADN y hacer un estudio de las víctimas de la «pestilencia». El resultado fue el sospechado: estaban infectados con la bacteria Yersinia pestis, que causó la Peste Negra. La cepa que los mató era la más ancestral de todas las cepas que arrasaron Europa una década después y continuaron matando durante los siguientes 500 años.
La bacteria saltó de los roedores a los humanos justo antes de los entierros en Kirguistán, tal vez después de cambios repentinos en las precipitaciones o la temperatura, propone Slavin y sus colegas en el estudio publicado esta semana en Nature.
«Este es el lugar donde todo comenzó: el Wuhan de la Peste Negra», dijo el co-autor y paleogenético Johannes Krause del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.
El hallazgo confirma las corazonadas de otros investigadores sobre Asia Central como fuente de la cepa de la Peste Negra, y señala un lugar y un momento precisos. «No hay muchas dudas al respecto: la región es donde hay muchos reservorios de la peste», agregó la antropóloga física Barbara Bramanti de la Universidad de Ferrara.
En los relatos históricos europeos, la Peste Negra aparece por primera vez en 1346 en los puertos del mar Negro. Dentro de un año estaba en Europa, donde los eruditos estiman que mató a más de la mitad de la población en 1353. En 1894, los microbiólogos identificaron a Y. pestis como la causa. Desde entonces, han debatido dónde y cuándo nació la cepa mortal, considerando China, Asia Central, India y los ejércitos de Genghis Khan marchando desde Mongolia.
En 2020, un nuevo análisis de más de 1.300 genomas modernos y antiguos de Y. pestis redujo las opciones sobre el origen. Un equipo dirigido por el microbiólogo Mark Achtman de la Universidad de Warwick utilizó una nueva herramienta de software para clasificar todas las cepas conocidas de Y. pestis de humanos y animales huéspedes en un árbol genealógico que muestra su evolución durante 5.500 años —comenzando con cepas que no estaban estrechamente relacionadas a la cepa de la Peste Negra—.
Una rama del árbol experimentó una gran explosión de diversidad en el momento de la Peste Negra, creando un patrón estelar de cuatro nuevos linajes de Y. pestis cuyas cepas descendientes aún persisten en 40 especies de roedores en todo el mundo. Uno de esos linajes fue el origen de la Peste Negra y posteriores brotes en Europa hasta el siglo XVIII. La cepa ancestral de este linaje fue «literalmente la madre de todos», señaló Krause.
Los genetistas sabían que esta cepa madre no surgió en Europa, porque las cepas encontradas en las víctimas de la Peste Negra allí diferían en dos mutaciones del supuesto genoma ancestral.
«Sabíamos que los genomas europeos estaban muy cerca de los orígenes de la peste negra, pero no tanto», apuntó la paleogenética Maria Spyrou de la Universidad de Tubinga.
Varios equipos sospecharon que la fuente estaba en Asia Central, donde las cepas de roedores eran la coincidencia genética más cercana al genoma de la madre. Pero nadie tenía datos de ADN sobre cepas de víctimas humanas del período de tiempo correcto.
Entonces Krause y Spyrou escucharon a Slavin dar una charla sobre las lápidas. Cuando informó que la gente había muerto de «pestilencia», ambos pensaron de inmediato: «¡Deberíamos hacer el ADN!».
Trabajando con Slavin y colaboradores rusos, incluido Valeri Khartanovich del Museo de Antropología y Etnografía Pedro el Grande, donde se almacenaron los cráneos de Issyk Kul, Spyrou extrajo ADN de la pulpa de los dientes de siete individuos y encontró que tres estaban infectados con Y. pestis. Pudo reconstruir un genoma de alta calidad de la antigua cepa que los mató.
Esa cepa «cayó exactamente en el punto de origen de ese evento del big bang» en la evolución de Y. pestis, dijo Spyrou. «Eso fue increíblemente emocionante».
La cepa estaba estrechamente relacionada con las que se encuentran hoy en roedores cerca de Issyk Kul. Los autores sugieren que se extendió a los humanos, tal vez de una marmota, que abunda en la región montañosa de Tian Shan en el norte de Kirguistán, el sur de Kazajstán y el noroeste de China. Los cambios repentinos en las precipitaciones o la temperatura podrían haber provocado aumentos repentinos en las poblaciones locales de roedores y las pulgas u otros insectos que albergan.
«Más roedores y sus plagas significaron más oportunidades para saltar a un nuevo huésped, los humanos, y adaptarse a él», explicó el biólogo poblacional Nils Christian-Stenseth de la Universidad de Oslo, quien ha demostrado una correlación entre los brotes de plaga y el clima cálido y húmedo en Asia Central. «Hay muchas buenas posibilidades para los reservorios de plagas; tienes los grandes jerbos, marmotas, campañoles, etc.».
El misterio restante es cómo la Peste Negra viajó 3.500 kilómetros desde Asia Central hasta el mar Negro, donde los relatos históricos describen al ejército mongol arrojando los cuerpos de las víctimas de la peste a la ciudad sitiada de Caffa en Crimea en 1346 en una forma temprana de guerra biológica.
«Los meticulosos registros arqueológicos de cada tumba de Kirguistán ofrecen pistas», concluyó Slavin. «Muchas personas fueron enterradas con perlas, monedas y otros bienes del océano Índico, el Mediterráneo e Irán; algunos aparentemente eran comerciantes. Mientras viajaban, sus carros de camellos pueden haber albergado ratas y pulgas, considerados durante mucho tiempo posibles vectores de la peste».
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