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Sus anillos podrían tener la respuesta a cuándo se inició precisamente el Antropoceno.
Un abeto de Sitka, llamado el «árbol más solitario del mundo» por su ubicación muy remota en una isla subantártica deshabitada, podría representar algo realmente importante sobre la era geológica en la que vivimos, algo que muchos científicos ya se han puesto de acuerdo en llamar el Antropoceno y cuyo inicio ha sido hasta el momento materia de controversia.
El Antropoceno es, básicamente, una era marcada por la alteración profunda de los sistemas terrestres por parte de la humanidad, en tiempos en que el desarrollo se ha ido acelerando a partir de mediados del siglo pasado, con la industrialización y nueva tecnologías.
Para definir formalmente el establecimiento del Antropoceno, es necesaria en la comunidad científica una firma globalmente aceptada en las muestras geológicas estudiadas. Los autores del estudio, en un esfuerzo internacional liderado por la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y miembros de Expedición Antártica Australasiana 2013-2014, reportaron una serie de registros de anillos del referido árbol en la Isla Campbell, un sitio Patrimonio Mundial de la Humanidad en el medio del Océano Austral.
El árbol muestra en su madera (gracias a la prueba de carbono 14) una clarísima huella radioactiva de las pruebas de bombas atómicas realizadas entre 1950 y 1960, a manos de países del hemisferio norte. El radioisótopo habría sido incorporado en el árbol como dióxido de carbono a través de la fotosíntesis.
El único árbol foráneo de la isla, el Picea Sitchensis o abeto de Sitka, permitió al equipo determinar que el pico relacionado a las bombas en este lugar prístino y lejano ocurrió en el último cuarto de 1965, coincidiendo con los cambios más cruciales asociados a la post-Segunda Guerra Mundial: la Gran Aceleración en cuanto a capacidad industrial y consumo.
Este sería el punto clave que los científicos estaban buscando para definir la nueva era geológica.
Chris Turney, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, indicó que el abeto captura el importante cambio de forma exquisita en la química de sus anillos. «Este es un serio candidato a ser el inicio del Antropoceno; debe ser algo que refleje una señal mundial, y no podemos pensar en un lugar más lejano que el Océano Austral», explicó.
Este árbol no debería estar en Southern Island, a unos 600 km de la punta más sureña de Nueva Zelanda. Su hábitat natural es en las latitudes septentrionales del Pacífico, pero fue plantado en esta isla subantártica aproximadamente en 1905, probablemente el inicio frustrado de una nueva plantación. El árbol más cercano está en las islas de Auckland, unos 200 kilómetros al noreste.
Fuente: Scientific Reports. Edición: N+1, ciencia que suma.
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1 comentario
20:03
que triste seria este mundo sin vegetacion.....algo que verla nos parece tan normal., si faltara se cortaria la cadena de casi todo lo viviente...
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