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Desde tiempos inmemoriales, las antiguas escrituras han hablado de seres extraordinarios que caminaron entre los hombres. Dos de estos nombres resuenan con especial fuerza: los Nephilim y los Elohim. ¿Quiénes fueron? ¿Fueron ángeles caídos, dioses, o algo más? En este artículo exploraremos su posible origen y significado en los textos antiguos.
El término Nephilim aparece en la Biblia en Génesis 6:4, donde se menciona que estos seres eran el fruto de la unión entre los «hijos de Dios» (Bene Elohim) y las hijas de los hombres. Aunque tradicionalmente se les ha traducido como «gigantes», estudios más recientes sugieren que la palabra proviene del hebreo nephal, que significa ‘caer’ o ‘ser derribado’. Así, los Nephilim podrían interpretarse como ‘los caídos’, lo que ha llevado a algunas teorías a vincularlos con los ángeles rebeldes.
El Libro de Enoc, un texto apócrifo, amplía esta narrativa al describir a los Vigilantes (Grigori en griego), un grupo de ángeles que descendieron a la Tierra y tomaron mujeres humanas, engendrando una raza híbrida de gigantes violentos. Se dice que estos seres, dotados de un conocimiento prohibido, enseñaron a la humanidad diversos secretos, desde la metalurgia hasta la magia. Sin embargo, su corrupción llevó a Dios a enviar el Gran Diluvio para purgar la Tierra de su influencia.
Aunque el Diluvio buscó erradicarlos, la Biblia sugiere que los Nephilim reaparecieron después, mencionándolos en Números 13:33 cuando los exploradores de Moisés se encuentran con los descendientes de Anak, descritos como gigantes. Algunas teorías sugieren que ciertos Nephilim escaparon o que su linaje continuó de alguna manera en los pueblos posteriores.
El Libro de Enoc 6:1-2 describe el «pecado» que llevó a la caída de los Vigilantes de la siguiente manera:
«Y aconteció que cuando los hijos de los hombres se multiplicaron, en aquellos días nacieron hijas hermosas y atractivas. Y los ángeles, hijos del cielo, las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: “Vayamos, escojamos mujeres de entre los hijos de los hombres y engendremos hijos con ellas”».
El líder de estos ángeles caídos fue Samyaza, quien convenció a otros doscientos ángeles para unirse a él. Como castigo, Dios los encadenó en el Tártaro, según Enoc 10:12-13:
«Encadénalos por setenta generaciones en los valles de la Tierra, hasta el día de su juicio y consumación».
¿Pudo ser el gigante bíblico Goliat uno de los últimos descendientes de los Nephilim? Imagen: David y Goliat, por Osmar Schindler,1888.
En la Biblia canónica, su mención es más ambigua, pero hay referencias indirectas en pasajes como Judas 1:6:
«Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, hasta el juicio del gran día».
El término Elohim es una palabra hebrea que aparece miles de veces en el Antiguo Testamento. Aunque se usa para referirse a Dios en singular, su forma es plural, lo que ha llevado a interpretaciones que van desde la majestuosidad divina hasta la existencia de múltiples deidades o seres celestiales.
En algunos pasajes, la palabra se usa para referirse al Dios único del judaísmo, Yahvé, mientras que en otros parece aludir a un conjunto de seres divinos. De hecho, en Génesis 1:26, se dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza», lo que sugiere una pluralidad de entidades.
Los Bene Elohim o ‘hijos de Dios’ mencionados en Génesis 6:4 han sido interpretados por algunos como ángeles o seres celestiales. Mientras que en la Biblia el término Elohim generalmente se usa para Dios, ciertos textos apócrifos describen a los Elohim como una categoría más amplia de seres divinos, dentro de los cuales algunos Vigilantes habrían descendido y engendrado a los Nephilim.
En resumen, los Elohim pueden entenderse como una categoría general de seres divinos, que en ciertos contextos representa a Dios y en otros a múltiples entidades. Los Nephilim, por otro lado, eran los híbridos nacidos de la unión entre los Bene Elohim —interpretados como ángeles caídos o Vigilantes— y las mujeres humanas.
Algunas teorías modernas, influidas por la hipótesis de los antiguos astronautas, sugieren que estos seres no eran dioses ni ángeles divinos, sino visitantes de otro mundo que influenciaron el desarrollo de la humanidad. De hecho, la mención de unas inteligencias superiores que vigilan exclusivamente a la humanidad podría aludir a que somos un experimento que debía —¿o debe?— ser monitoreado.
Y si bien esta hipótesis sigue siendo especulativa, lo cierto es que la persistente mención de estas entidades en escrituras y mitologías indica que su impacto fue mayor de lo que imaginamos.
Por ejemplo, muchas culturas antiguas tienen relatos similares de seres divinos que descendieron del cielo para interactuar con los humanos. En la mitología sumeria, los Anunnaki eran deidades que supuestamente influenciaron el desarrollo de la civilización. En la mitología griega, los Titanes y los dioses del Olimpo también se mezclaron con los mortales, dando lugar a héroes semidivinos como Hércules. En Mesoamérica, los mitos de los mayas y aztecas relatan la llegada de dioses que enseñaron a la humanidad conocimientos avanzados.
Estas similitudes sugieren que la historia de los Nephilim y los Vigilantes pudo haber sido reinterpretada a lo largo de distintas culturas.
Los Nephilim y los Elohim han sido objeto de fascinación y debate durante siglos. Mientras que los Elohim pueden representar tanto a Dios como a una pluralidad de seres divinos, los Nephilim son el resultado de la interacción entre ciertos Elohim (los Bene Elohim o Vigilantes) y los humanos. ¿Eran ángeles caídos, dioses, extraterrestres o simplemente metáforas de poder y corrupción? La respuesta sigue siendo un misterio.
No obstante, más allá de las diversas interpretaciones, la persistente presencia de estos seres en antiguas tradiciones nos lleva a preguntarnos si, en el fondo, representan el vestigio de una verdad oculta sobre nuestros orígenes y el propósito de nuestra existencia.
Referencias:
Por MysteryPlanet.com.ar.
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