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Un equipo internacional de arqueólogos ha realizado un hallazgo sorprendente en el altiplano boliviano: las ruinas de un templo antiguo vinculado a la enigmática civilización Tiwanaku —también conocida por su forma hispanizada, Tiahuanaco—, una de las culturas más influyentes de los Andes antes del auge del Imperio incaico.
El nuevo complejo de templos descubierto se encuentra aproximadamente a 210 kilómetros al sur del sitio histórico establecido de Tiwanaku, en la cima de una colina que nunca había sido explorada en profundidad por los investigadores debido a su ubicación discreta. Crédito: José Capriles/Penn State.
El descubrimiento, realizado en la cima de una colina en el municipio de Caracollo, a unos 210 kilómetros al sur del sitio arqueológico principal, ofrece nuevas pistas sobre la organización religiosa, comercial y política de esta sociedad prehispánica.
Tiwanaku, cuya capital se ubicaba en la ribera sur del lago Titicaca, es considerada por los expertos como una de las primeras civilizaciones complejas de los Andes. En su apogeo, hace más de mil años, contaba con un sofisticado sistema de organización social y dejó tras de sí impresionantes monumentos como pirámides, templos en terrazas y monolitos. Sin embargo, hacia el año 1000 de nuestra era, Tiwanaku colapsó y para el siglo XV ya era un conjunto de ruinas, cuando los incas comenzaron su expansión.
La disposición del templo parece estar alineada para realizar rituales en torno al equinoccio solar, el momento en que el Sol se encuentra directamente sobre el ecuador. A partir de los datos recopilados, los investigadores desarrollaron una reconstrucción para mostrar cómo podría haber lucido el templo en la antigüedad. Crédito: José Capriles/Penn State.
El nuevo templo encontrado, denominado Palaspata, permanecía oculto a plena vista en un terreno conocido por los agricultores locales, pero hasta ahora inexplorado científicamente. Gracias a imágenes satelitales, vuelos de drones y técnicas de fotogrametría, los investigadores lograron identificar una estructura de aproximadamente 125 por 145 metros, compuesta por 15 recintos rectangulares dispuestos en torno a un patio interior. Su alineación sugiere que pudo haber sido utilizado para rituales relacionados con los equinoccios solares.
«El lugar era estratégicamente importante en su época, ya que conectaba tres ecosistemas distintos: el altiplano árido al oeste, los fértiles valles de Cochabamba al este y las tierras altas del Titicaca al norte», explicó el arqueólogo José Capriles, profesor asociado de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State) y autor principal del estudio publicado esta semana en la revista científica Antiquity. «Este tipo de ubicaciones eran clave para el comercio y la cooperación entre distintos grupos».
Alineaciones de piedras revelaron un antiguo templo, denominado Palaspata en honor al nombre nativo de la zona. El complejo tiene aproximadamente 125 metros de largo por 145 de ancho —aproximadamente el tamaño de una manzana urbana— e incluye15 recintos cuadrangulares dispuestos alrededor de un patio interior rectangular. Esta es una reconstrucción digital del templo. Crédito: José Capriles/Penn State.
La superficie del templo contenía fragmentos de kerus, vasos rituales utilizados para beber chicha —una bebida fermentada de maíz— en ceremonias agrícolas. Este hallazgo refuerza la idea de que Palaspata fue un centro religioso y ceremonial que también facilitaba el intercambio de productos, incluidos alimentos que no se cultivaban localmente, como el maíz.
Capriles sostiene que en Tiwanaku la religión actuaba como lenguaje común para mediar transacciones económicas y políticas. «La cooperación entre grupos distintos requería una base compartida, y lo sagrado era ese punto en común», afirmó.
La superficie del templo contenía numerosos fragmentos de vasos keru. Estos recipientes se utilizaban para beber chicha, una cerveza tradicional de maíz, durante festividades y celebraciones agrícolas, y apuntan a la función del templo como un centro clave de intercambio comercial. Crédito: José Capriles/Penn State.
El hallazgo también fue una sorpresa para la comunidad local. «Los descubrimientos en Palaspata son muy importantes porque revelan un aspecto de nuestro patrimonio que estaba completamente olvidado», comentó Justo Ventura Guarayo, alcalde de Caracollo. «Esto puede ser clave para promover el turismo y dar a conocer nuestra rica historia».
Actualmente, las autoridades municipales, junto al Estado boliviano y expertos en arqueología, trabajan en medidas de protección para preservar el sitio. Las muestras extraídas del lugar fueron analizadas en el Laboratorio de Datación por Radiocarbono de Penn State, confirmando su antigüedad preincaica.
José Capriles, profesor asociado de antropología en Penn State, fue uno de los autores principales del estudio sobre el descubrimiento del templo. Crédito: Patrick Mansell/Penn State.
«Cada nuevo descubrimiento es una ventana al pasado, una oportunidad para comprender cómo funcionaban las sociedades andinas y cómo organizaban el poder y la economía», concluyó Capriles. «Aún hay mucho por descubrir… muchas veces justo frente a nuestros ojos».
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