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Arqueólogos de las universidades de Leicester y Cambridge, del Museo Británico y del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico están descubriendo la concentración más grande del mundo de arte taíno ubicada en la pequeña y remota isla deshabitada de Mona, a medio camino entre Puerto Rico y República Dominicana.
De momento, se han encontrado miles de pinturas y dibujos taínos con cabezas de animales y rostros humanos, a menudo híbridos, mezclados y entrelazados con patrones geométricos y curvilíneos abstractos desconocidos hasta la fecha. Solo 30 de las más de cien cuevas de la isla han sido exploradas, por lo que es probable que se descubran más pinturas. La mayoría de las encontradas hasta ahora datan de los siglos XIV y XV.
La investigación ha puesto al descubierto técnicas utilizadas en la realización de estas pinturas rupestres, como el uso de excremento de murciélago o guano, que durante décadas absorbió minerales de origen natural de color amarillo, marrón y rojo de los suelos de las cuevas. A veces agregaban resina vegetal para que la pintura se adhiriera a las paredes de la cueva.
La técnica era sencilla pero eficaz, ya que estos dibujos han permanecido en las cuevas durante más de 500 años.
Las cuevas ocupaban un papel fundamental en la religión y la sociedad taína. Según la mitología taína, las cuevas eran consideradas el origen de los primeros humanos, así como de la luna y el sol. Además, las cuevas se usaban con frecuencia como zonas de entierro, y se las veía como espacios donde los espíritus ancestrales y las deidades podían comunicarse con los vivos.
Se cree que la repercusión de esta cultura rebasó las costas de la isla y que tuvo una importancia religiosa, ceremonial y ritual para las civilizaciones del Caribe central, especialmente, en lo que ahora es Puerto Rico y la República Dominicana. Curiosamente, existen evidencias arqueológicas precolombinas que la vincula culturalmente a ambos lugares.
Gracias a la civilización taína los europeos descubrieron el caucho, el tabaco, las patatas, el maíz dulce y muchas frutas. De hecho, las palabras modernas «canoa», «hamaca», «tabaco», «huracán», «maíz», «patata», «guayaba», «papaya», «sabana» y «barbacoa» son préstamos lingüísticos del idioma taíno. Además, los nombres de muchos pueblos y ciudades en el Caribe se originaron en esta cultura. El nombre de la región del Caribe también es de procedencia taína.
Un observador español de principios del siglo XVI describió ceremonias taínas en las que los participantes entraban en trance gracias al consumo de semillas de plantas especiales. Durante estos procesos alucinógenos, los chamanes taínos buscaban comunicarse con los antepasados y las deidades de su comunidad.
Es, por tanto, posible que el arte rupestre de Mona fuera propiciado por antiguas drogas alucinógenas.
Este trabajo arqueológico resulta de gran importancia, no solo para mostrar al mundo, en general, las notables representaciones artísticas de una cultura perdida, sino también para ayudar a los descendientes de los taínos a conocer mejor sus orígenes.
«Para los millones de indígenas que vivían en el Caribe antes de la llegada europea, las cuevas representaban portales espirituales y, por lo tanto, estos nuevos descubrimientos captan la esencia de sus sistemas de creencias y los pilares de su identidad cultural», argumenta Jago Cooper, arqueólogo del Museo Británico.
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