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En un avance que parece sacado directamente de una película de ciencia ficción, un equipo de ingenieros de la Universidad de Nebraska ha desarrollado una revolucionaria piel robótica capaz de detectar daños, repararse de forma autónoma y reiniciar su sistema como si nada hubiera pasado.
Esta innovadora tecnología fue presentada recientemente en la prestigiosa Conferencia Internacional sobre Robótica y Automatización (ICRA 2025), donde fue seleccionada como finalista en tres categorías, incluyendo el premio al Mejor Artículo Científico.
Detrás de este desarrollo está un equipo liderado por el ingeniero Eric Markvicka, acompañado por los estudiantes de posgrado Ethan Krings y Patrick McManigal, quienes han logrado diseñar un músculo artificial blando que imita la capacidad del cuerpo humano de sanar heridas. Esta «piel inteligente» está diseñada con una arquitectura de tres capas: una capa inferior que detecta el daño gracias a microgotas de metal líquido embebidas en silicona; una capa intermedia que se derrite y reconfigura para sellar la herida; y una capa superior que actúa como músculo y permite el movimiento mediante presión de agua.
Eric Markvicka (izquierda), profesor asistente de Ingeniería Biomédica Robert F. y Myrna L. Krohn, junto con los estudiantes de posgrado Ethan Krings (derecha) y Patrick McManigal, presentaron recientemente su trabajo sobre un músculo artificial inteligente y autorreparable en la Conferencia Internacional de IEEE sobre Robótica y Automatización. Crédito: Craig Chandler/UNL.
«Los humanos y los animales podemos sufrir cortes o contusiones y, con una mínima intervención externa, el cuerpo se cura solo. Replicar esa capacidad en sistemas sintéticos podría transformar por completo la robótica y la electrónica», explicó Markvicka, profesor asistente de Ingeniería Biomédica.
Uno de los aspectos más sorprendentes de este avance es el uso innovador de un fenómeno normalmente indeseado en electrónica: la electromigración. Mientras que en los circuitos tradicionales esto puede causar fallas por deformación de materiales, el equipo de Nebraska lo utiliza para «borrar» las señales eléctricas que indican daño previo, permitiendo que el sistema reinicie y pueda repetir el ciclo de curación varias veces.
Lo presentado por los ingenieros estadounidenses marca un hito en el campo de la robótica blanda, un área que busca imitar estructuras biológicas con materiales flexibles y sensibles. Hasta ahora, uno de los grandes desafíos era la incapacidad de estos sistemas para recuperarse por sí solos tras un daño físico. Gracias a esta tecnología, los robots podrían operar en ambientes hostiles, como campos agrícolas o áreas urbanas llenas de obstáculos, sin requerir mantenimiento constante.
Más allá de la robótica, las aplicaciones potenciales son inmensas: desde dispositivos portátiles de salud que se autorreparan tras el uso diario, hasta una notable reducción en los residuos electrónicos —un problema ambiental creciente—. Dispositivos con componentes que se regeneran podrían prolongar su vida útil y reducir la cantidad de desechos tóxicos como plomo o mercurio que hoy afectan al planeta.
Con el respaldo de la Fundación Nacional de Ciencia, la NASA y otros organismos, este proyecto posiciona a Nebraska como un centro de innovación en tecnologías que fusionan biología, robótica e ingeniería. Si bien aún falta para ver estas pieles en robots comerciales, los cimientos están puestos para un futuro donde las máquinas no solo se muevan como humanos, sino que también se curen como ellos.
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Este artículo recuerda un poco la película "Star Trek First Contact" donde la Reina Borg le pone al androide Data piel humana para que tenga sensaciones.