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Un equipo internacional de investigadores ha descubierto monumentales grabados de animales a tamaño real que funcionaban como un mapa para localizar fuentes de agua vitales tras la última Edad de Hielo, reescribiendo la historia de la supervivencia humana en la región.
Hace unos 12.000 años, en lo alto de un acantilado en el desierto del norte de Arabia, antiguos artistas grabaron en la roca imágenes de camellos y otros animales a tamaño real. Con el paso de los milenios, la erosión casi los borró del paisaje y de la memoria, hasta ahora. Un equipo internacional de arqueólogos ha redescubierto estas obras y más de 170 grabados adicionales que no solo son una proeza artística, sino que también actuaban como marcadores de antiguas y vitales fuentes de agua.
El hallazgo, publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, tuvo lugar cerca del borde sur del desierto de Nefud, en Arabia Saudita. En total, se identificaron más de 60 paneles de roca con 176 grabados en tres áreas previamente inexploradas: Jebel Arnaan, Jebel Mleiha y Jebel Misma. Las imágenes incluyen 130 representaciones de animales grandes y naturalistas, como camellos, íbices, asnos salvajes, gacelas y uros, algunos de los cuales alcanzan casi tres metros de largo.
Los grabados resaltados digitalmente para mostrar mejor los camellos a tamaño real. Crédito: M. Guagnin et al., Nat Comms., 2025.
La clave para determinar la antigüedad de estas obras se encontró en las capas arqueológicas intactas situadas justo debajo de los grabados. En una de estas capas selladas, los científicos hallaron una herramienta de piedra que fue utilizada para crear el arte rupestre.
Mediante la datación por luminiscencia, un método que mide cuándo un sedimento fue expuesto por última vez a la luz solar, el equipo determinó que la capa donde se encontró la herramienta tiene una antigüedad de aproximadamente 12.000 años.
De manera reveladora, es en esa misma capa que también se encontraron otros artefactos, como pequeñas puntas de flecha, cuentas de piedra e incluso una cuenta hecha con una concha marina. Estos objetos indican que los artistas formaban parte de una red de comunicación y comercio de gran alcance, ya que utilizaban herramientas y joyas similares a las de las comunidades del Levante, situadas a más de 400 kilómetros al norte.
La clave del estudio reside en la estratégica ubicación de los grabados junto a antiguos lagos estacionales. Datados en 15.000 años, estos lagos no solo son la primera evidencia del regreso del agua a Arabia tras la aridez del Último Máximo Glacial, sino que su existencia adelanta en miles de años el período en que los humanos pudieron asentarse en las áridas tierras del interior.
«Nuestros resultados demuestran que hace 12.000 años, los humanos utilizaron estos lagos estacionales para sobrevivir en el desierto. Marcaron estas fuentes de agua, y los caminos que conducían a ellas, con arte rupestre monumental», comentó Maria Guagnin, autora principal del estudio. «No sabemos por qué lo hicieron. Pero, incluso para nosotros hoy en día, el camello es un poderoso símbolo de la supervivencia en el desierto».
Fuente: The Conversation. Edición: MP.
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