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Un equipo de investigación de la Universidad de Rice, liderado por el profesor de biociencias Matthew Bennett, ha recibido una subvención de 1.99 millones de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) para desarrollar consorcios bacterianos que podrían sentar las bases de los sistemas de computación biológica del futuro.
El proyecto, que tendrá una duración de cuatro años, busca desarrollar plataformas que integren la detección y comunicación microbiana con redes electrónicas. El objetivo final es allanar el camino hacia sistemas de computación construidos a partir de células vivas en lugar del hardware tradicional basado en silicio.
«Los microbios son procesadores de información extraordinarios, y queremos entender cómo conectarlos en redes que se comporten de manera inteligente», afirmó Bennett. «Al integrar la biología con la electrónica, esperamos crear una nueva clase de plataformas de computación que puedan adaptarse, aprender y responder a sus entornos».
Esta investigación destaca el creciente potencial de la biología sintética, un campo donde los microbios son vistos no solo como organismos vivos, sino como potentes procesadores de información. Los microorganismos tienen la capacidad natural de sentir y adaptarse a su entorno, comunicándose química o eléctricamente para generar respuestas colectivas. El equipo de Bennett considera cada célula como un procesador que, al vincularse con otros, podría funcionar como un sistema de computación en paralelo.
Si tiene éxito, la investigación podría acelerar áreas clave como el diagnóstico médico, el monitoreo ambiental y el desarrollo de aplicaciones informáticas de próxima generación. Una de las aplicaciones previstas es la creación de biosensores inteligentes capaces de identificar firmas químicas, como biomarcadores de enfermedades o contaminantes ambientales, y transmitir los resultados de forma electrónica.
El proyecto también tiene como objetivo desarrollar consorcios microbianos capaces de integrar señales químicas y electrónicas para reconocer patrones y aprender a través de la «memoria celular». Para ello, se utilizarán sistemas de cultivo continuo que mantendrán la actividad microbiana mientras se conectan a una interfaz electrónica para refinar sus respuestas con el tiempo.
El profesor de biociencias de la Universidad de Rice, Matthew Bennett, ha recibido una subvención de 1.99 millones de la Fundación Nacional de Ciencias. Crédito: Jeff Fitlow/Universidad de Rice.
El equipo de investigación está compuesto, además de Bennett, por los investigadores principales Kirstin Matthews, Caroline Ajo-Franklin y Anastasios Kyrillidis de la Universidad de Rice, junto con Krešimir Josić de la Universidad de Houston.
Conscientes del impacto de su trabajo, el proyecto también explorará las implicaciones éticas, legales y sociales de las computadoras vivas programables, incluyendo los marcos regulatorios y la aceptación pública.
«Más allá de los diagnósticos y el monitoreo, las computadoras vivas podrían algún día adaptarse y evolucionar de maneras que superen las capacidades de las máquinas tradicionales», concluyó Bennett.
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