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Un nuevo estudio revela que las orcas salvajes han intentado compartir su alimento con humanos en al menos 34 ocasiones documentadas en las últimas dos décadas. El hallazgo ha desconcertado e intrigado a la comunidad científica, ya que este tipo de comportamiento es extremadamente raro entre animales silvestres, y más aún hacia otra especie.
Lejos de la imagen de depredadores temibles, estos cetáceos —también conocidos como ballenas asesinas— han sido observados acercándose a nadadores, botes e incluso personas en tierra para ofrecerles comida. Los «regalos» van desde peces muertos hasta rayas aturdidas, tiburones incapacitados e incluso aves sin vida.
Según los investigadores, todos ellos con experiencias directas de este fenómeno, el comportamiento se ha registrado en seis poblaciones distintas de orcas distribuidas en cuatro océanos, lo que indica que no se trata de una moda pasajera de un solo grupo, sino de una conducta extendida y posiblemente ancestral.
(A) Las ubicaciones de cada ofrenda. (B) La línea de tiempo de los eventos por región geográfica. ENA = Atlántico Norte Oriental; ENP = Pacífico Norte Oriental; ETP = Pacífico Tropical Oriental; WSA = Atlántico Sur Occidental; WSP = Pacífico Sur Occidental. Crédito: J.R. Towers et al., Journal of Comparative Psychology, 2025.
Lo más llamativo es que, si el humano no acepta la ofrenda, la orca a veces recupera la presa para volver a ofrecérsela, la comparte con sus compañeros de grupo o simplemente se aleja. En algunos casos, los humanos devolvieron la comida al agua, lo que provocó una especie de «juego» en el que la orca la lanzaba de nuevo hacia ellos.
En el reino animal, es sumamente infrecuente que un individuo comparta alimento con otro fuera de su grupo familiar, y prácticamente inaudito que lo haga con una especie diferente. Sin embargo, las orcas son una excepción. Se sabe que practican la reciprocidad dentro de su grupo: compartir comida con un compañero puede aumentar las probabilidades de recibir ayuda en el futuro.
En un estudio reciente publicado en el Journal of Comparative Psychology, los científicos plantean que este instinto de compartir podría haberse extendido involuntariamente hacia los humanos, o bien que las orcas —inteligentes, sociales y curiosas por naturaleza— utilicen estos intercambios como una forma de aprender sobre nosotros.
A pesar de lo inofensiva —y hasta entrañable— que pueda parecer esta conducta, los expertos insisten en que los humanos no deben alentar el contacto con orcas salvajes. Estos animales deben interactuar con nosotros solo si lo eligen por su cuenta, sin interferencias ni provocaciones.
Así que si alguna vez una orca se te acerca en el mar, es probable que no seas el menú... sino el invitado.
Fuente: Discover Wildlife. Edición: MP.
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