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Bautizado como Khankhuuluu, que en mongol significa ‘príncipe de los dragones’, este dinosaurio representa el pariente más cercano conocido del T. rex.
La especie Khankhuuluu pesaba 750 kilogramos, aproximadamente el tamaño de un caballo. Crédito: Julius Csotonyi.
El hallazgo, liderado por Jared Voris y la doctora Darla Zelenitsky, investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Calgary (Canadá), fue publicado en la prestigiosa revista Nature. Los fósiles fueron desenterrados en la Formación Bayanshiree, en el sureste de Mongolia, y analizados cuidadosamente para confirmar que se trataba de una especie nunca antes descrita.
«Identificamos una nueva especie de tiranosauroide, un ancestro directo de los depredadores ápice como el T. rex», explicó Voris. «Esta criatura representa el punto de transición entre los depredadores veloces y medianos que vivían a la sombra de otros carnívoros, y los gigantes que luego dominarían la cima de la cadena alimentaria».
Khankhuuluu pesaba aproximadamente 750 kilogramos, lo que lo hacía unas dos a tres veces más pequeño que sus imponentes descendientes. Su cráneo era largo y poco profundo, lo que indica que no podía triturar huesos como lo hacía el T. rex. Además, poseía unos pequeños cuernos rudimentarios, posiblemente utilizados en rituales de apareamiento o intimidación, que evolucionarían en estructuras más prominentes en especies posteriores como Albertosaurus y Gorgosaurus.
La paleontóloga de la Universidad de Calgary Darla Zelenitsky y el candidato a doctorado Jared Voris (a la izquierda) ayudaron a identificar la especie de dinosaurio utilizando fósiles encontrados en Mongolia. Crédito: Riley Brandt, Universidad de Calgary.
Lejos de ser un coloso que aplastaba a sus presas, este dinosaurio se comportaba más como un chacal o una hiena, confiando en su velocidad y estrategia de emboscada para cazar. Se lo clasifica como un mesodepredador, un cazador intermedio que convivía con otros depredadores de mayor tamaño antes de que estos desaparecieran, allanando el camino para la ascensión de los tiranosaurios.
El descubrimiento también aporta información clave sobre cómo los tiranosaurios llegaron a dominar América del Norte. Según Zelenitsky, Khankhuuluu o una especie muy similar habría cruzado desde Asia hace unos 85 millones de años, probablemente a través de un puente terrestre, y comenzado su evolución hacia los formidables depredadores del Cretácico tardío.
Curiosamente, el registro fósil sugiere que los tiranosaurios más grandes evolucionaron primero en América del Norte, y más tarde reaparecieron en Asia, donde una de las ramas derivó en especies de hocico alargado, apodadas «Tiranosaurios Pinocho».
Estos nuevos datos, aportados por el análisis de Khankhuuluu, no solo arrojan luz sobre las rutas migratorias, sino que también han permitido reorganizar partes clave del árbol evolutivo de los tiranosaurios y llenar un vacío importante en su historia. Hasta ahora, no se contaba con una representación tan clara del momento en que estos animales comenzaron su ascenso hacia la cima de la cadena alimentaria.
«Es emocionante encontrar una nueva especie», dijo Zelenitsky. «Nos ayuda a entender cómo los tiranosaurios se diversificaron y se volvieron tan exitosos al final del Cretácico».
Para los científicos, el estudio de Khankhuuluu también ofrece lecciones aplicables al presente. Voris destaca que los patrones migratorios observados en estos dinosaurios se asemejan a los movimientos actuales de especies como lobos, ciervos e incluso humanos. «Nos muestra que los procesos evolutivos y migratorios que vemos hoy ya estaban ocurriendo hace millones de años».
Además, subraya que los estudios paleontológicos, lejos de ser solo una fascinación por lo prehistórico, utilizan las mismas herramientas científicas que se aplican en campos como la medicina o la climatología.
«Los dinosaurios son geniales. Y también nos enseñan cómo funciona el mundo», concluyó Voris.
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