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Tener un perro es una de las experiencias más gratificantes de la vida, pero también conlleva uno de los momentos más dolorosos: su inevitable partida. Con una esperanza de vida que varía entre los 6 y 16 años, dependiendo del tamaño y la raza, el tiempo junto a nuestros compañeros caninos siempre parece demasiado corto. Sin embargo, la ciencia podría estar a punto de cambiar eso.
Una startup biotecnológica con sede en San Francisco llamada Loyal está desarrollando una píldora llamada LOY-002 que podría ofrecer a los perros al menos un año más de vida saludable. Se trata de un comprimido diario con sabor a carne vacuna que, según sus creadores, estaría disponible en el mercado a comienzos de 2026. La empresa ya ha recaudado 125 millones de dólares en financiamiento, atrayendo a inversores que normalmente se muestran reticentes a apoyar proyectos de longevidad debido al largo tiempo que requieren las pruebas clínicas.
Céline Halioua, fundadora y directora ejecutiva de Loyal, afirma que el envejecimiento canino es un excelente modelo para estudiar el envejecimiento humano. «Los perros desarrollan enfermedades similares a las nuestras y comparten nuestro entorno, algo que no sucede con los ratones de laboratorio», explicó.
La píldora actúa sobre los cambios metabólicos asociados con la edad, buscando reducir la fragilidad al moderar el aumento de insulina relacionado con el envejecimiento. «No estamos creando perros inmortales, pero sí creemos que podemos prolongar su salud, y al hacerlo, retrasar el proceso de envejecimiento», aclaró Halioua.
Pero LOY-002 no es el único avance en esta dirección. A casi 1.500 kilómetros de distancia, el Dog Aging Project, una ambiciosa investigación liderada por un equipo de académicos en Estados Unidos, está estudiando los efectos de la rapamicina, un fármaco inmunosupresor comúnmente utilizado en humanos tras trasplantes de órganos. En estudios previos con ratones, la rapamicina demostró prolongar la vida útil y retrasar —incluso revertir— diversas enfermedades relacionadas con la edad.
El proyecto, dirigido por el biogerontólogo Daniel Promislow en la Universidad de Washington, representa el primer estudio a gran escala sobre longevidad en animales grandes que viven en entornos naturales. «Lo que estamos haciendo equivale a un estudio de 40 años en humanos», destacó Promislow. Los resultados preliminares sugieren que bajas dosis de rapamicina podrían mejorar las funciones cardíacas y cognitivas de los perros.
La cofundadora del proyecto y jefa veterinaria, Kate Creevy, señala que los datos recabados permitirán incluso analizar diferencias relacionadas con el sexo, la esterilización y su posible equivalencia con etapas de la vida femenina como la menopausia o cirugías como la histerectomía.
De confirmarse los resultados, se espera que la rapamicina pueda añadir hasta tres años de vida saludable a los perros. Pero los científicos creen que los beneficios podrían extenderse más allá del reino animal.
«El uso de estos medicamentos en perros nos brinda una enorme ventaja para luego aplicarlos en humanos», señaló Tom Rando, director del Broad Stem Cell Research Centre de la Universidad de California. «Mientras más cercano al ser humano sea el animal en el que probamos, mayor será nuestra confianza en que estos tratamientos funcionarán también en nosotros».
Crédito: Humphrey M.
Sin embargo, no todo es entusiasmo. La doctora Jamie Justice, especialista en gerontología de la Universidad Wake Forest, advierte que aún falta un consenso científico sobre un biomarcador fiable del envejecimiento en humanos. Sin esa herramienta, dice, no será posible evaluar con precisión los efectos de los tratamientos antienvejecimiento en personas.
Aun así, los avances en longevidad canina podrían marcar el inicio de una nueva era tanto para nuestros fieles amigos de cuatro patas como para nosotros. Por ahora, la ciencia avanza con paso firme hacia un futuro en el que perros —y tal vez humanos— puedan disfrutar de más años de vida plena y saludable.
Fuente: The Guardian. Edición: MP.
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