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En numerosos trabajos he señalado la correspondencia entre la Toltekayotl (Toltequidad) y los modernos preceptos de la Física Cuántica, la Psicología Jungiana y la propia Parapsicología. Quiero en esta oportunidad llamar la atención de ustedes en un punto más que interesante: el preciso conocimiento de los antiguos Mexikas sobre el campo bioenergético humano, según he comprobado, centenares de años ANTES que fuera siquiera sugerido por la Medicina Tradicional China. La primera deducción de esto es de un valor inapreciable: sería una certeza más que el Conocimiento Ancestral de los planos sutiles no es, entre los habitantes de la remota Ixachitlán ('América', en idioma nahuatl), información importada de Oriente sino, muy posiblemente, exportada hacia allí.
En este disciplina, se busca alcanzar Senteotl, que no es otra cosa que la Conciencia Cósmica. Es decir, si son afines al pensamiento oriental, el Samadhi. El kiname (practicante) lo hará trabajando su Serpiente Emplumada, que no es otra cosa que el símbolo o metáfora del proceso de ascensión del alma. Para ello se ciñe a una serie de pasos, que se comprenden como una Higiene Energética, y que consiste en:
Estos ejercicios cotidianos se realizan durante todo el proceso evolutivo personal, que a su vez está formado por estas etapas:
Dentro de ese campo hay una serie de órganos llamados Kuekueyo, espirales luminosas, que funcionan como transformadores de la energía, almacenando las experiencias y modificando la percepción. De ellos afirma un códice mexica:
Con nuestros Cuecueyo(s) iluminamos al mundo. En el sitio donde están nuestras luminarias, allí tenemos luz. (Códice Matritense)
Algunos de esos centros se activan.
Los centros forman una red que organiza nuestro campo magnético.
La meditación era una práctica muy común en el México antiguo, según se deduce de la profusión de imágenes meditativas en el arte. Su objeto es llegar al estado de éxtasis.
En el Método Kinam, la meditación se divide en:
Esto, por supuesto, es sólo una introducción, un ubicarse en tiempo y espacio sobre aspectos poco difundidos de un Conocimiento al que, seguramente, el interesado deberá dedicarle una práctica dirigida e intensa.
Durante mi último periplo por tierras cusqueñas tuve ocasión de iniciarme en el aprendizaje de algunas técnicas ancestrales de la mano del paco (maestro) y Pampa Misayoc ('aquél que habla con las montañas y el agua') Isidro Callorumán. Fue tomar notas, casi frenéticamente, con inquietud si se quiere de antropólogo, ya que Isidro, residente en Asanguate, una localidad a tres horas de auto de Cusco más dos horas a pie dentro de la montaña, pertenece a ese horizonte sociocultural cuya lengua madre sigue siendo el quechua y se esfuerza por traducir al español sus decires. Ejercicio interesante, conversar con alguien que todavía piensa en quechua y buscar llenar ciertas lagunas lingüísticas casi como una exploración en el pasado.
Mucho me enseñó Isidro y no faltará ocasión en el futuro de regresar sobre ello. Pero aquí quiero detenerme en algo que si bien no me sorprendió —alguna referencia, alguna sospecha literaria había recogido por allí— terminaba de gratificarme intelectualmente completando las piezas de cierto rompecabezas.
Como he señalado en numerosos trabajos, no deja de maravillar que el concepto de «chakras», es decir, centros energéticos en el ser humano, también estuviera presente en el saber de los antiguos pueblos del Anahuac, toltecas, mexicas, Olmecas y otros. Ya demostré claramente que no se trata de una «contaminación cultural» tardía (algunos escépticos, a la vez, perezosos de indagar en profundidad, prefieren suponer que es una mentira de la new age de tiempos cercanos, afirmación que sólo pone de relieve su soberbia ignorancia) sino de un concepto, filosófico primero y pragmático después existente mucho antes de la Conquista.
Pues bien, la perla aquí es saber que estos centros energéticos también existieron en el Tawantinsuyo y cuando menos los inkas —si no también waris, aymaras, tiwanakotas— no solamente los conocieron sino se valieron de ellos para trabajar energéticamente sobre nuestra naturaleza. Se les llamaba Pojcpos. Se definen siete, también: «Llave del Sol», «Bendición de la Tierra», «Flor de la Pachamama», «Corazón del inka», «Oro del inka», «Saber de los Ancestros», «Llave del Cielo». Estos son sus nombres en español; aparentemente —quizás sólo aparentemente— se han perdido los originales quechuas, aunque supongo que otros maestros, los alto misayoc ('aquellos que hablan con los espíritus de los ancestros') perdidos en las estribaciones cordilleranas, aún los conservan.
Como sea, estos siete centros se trabajan secuencialmente con una técnica denominada «Bendiciones del Cielo y de la Tierra», empleando una «faja» —que ciñe el abdomen del sujeto sobre quien se procede, sosteniendo en su interior uno de los elementos de trabajo— asperjándole con un preparado líquido y luego trabajando sobre su cuerpo con las llanka cuyás (o 'piedras de curación con poder') que se ilustran en la imagen, siete también. Cada una, dotada de una conformación especial y grabada con imágenes alegóricas según la función a emplearse: una serpiente, un cóndor, un puma, una llave, una hoja de coca, una estrella, el sol y la luna en una misma.
¿Cuál es el objetivo? Isidro lo dice claramente: «traer sobre la persona las bendiciones del cielo y la tierra para que su camino sea próspero y sus relaciones, felices».
Podemos preguntarnos sobre su eficacia. Yo llamaría la atención que el hecho que, ensayo y error mediante, esta cultura lo haya estado practicando cuando menos los últimos quinientos años dice mucho. Yo mismo, aprendida la técnica, la estoy aplicando en alumnos y consultantes para monitorear su efecto. Pero sea eficaz «apertura de chakras» o no, sirvan estas líneas para llamar la atención intelectual de ustedes sobre la universalidad de esta práctica.
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Muy buen artículo y realmente emocionado por mis raices guaranies de encontrarme con tanta cultura que a veces pasa desapercibidos, por la velocidad de la vida...creo que sabiendo de donde venimos tenemos mejor vision de hacia donde vamos...Un gran saludo a todos
15:26
Solamente le faltó agregar, al buen amigo Gustavo, que el KINAM fue descubierto, desarrollado, estructurado y puesto en práctica desde el año 2000 (pero con 15 a 20 años previos de investigación y estudio) del Sr. Francisco "Frank" Díaz Herrera, cubano residente en México, divulgador de la Toltequidad, conferencista, tallerista y escritor de más de 10 libros. En Facebook lo encuentran con su nombre o en "Escuela Tolteca".