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Un hallazgo histórico confirma la presencia de hielo de agua en un disco de escombros a 155 años luz de la Tierra, abriendo nuevas puertas para entender la formación de planetas y la distribución del agua en el universo.
Interpretación artística del disco de escombros alrededor de la estrella HD 181327. Crédito: NASA, ESA, CSA, STScI, Ralf Crawford (STScI).
Por primera vez, un equipo de astrónomos ha confirmado de forma definitiva la existencia de agua congelada —en forma de hielo cristalino— en un sistema planetario joven más allá del nuestro. El descubrimiento fue posible gracias al telescopio espacial James Webb, que analizó con precisión el sistema HD 181327, ubicado a 155 años luz de la Tierra.
El hallazgo, publicado en la revista Nature, es especialmente relevante porque el agua es un ingrediente esencial en la formación de planetas gigantes y, potencialmente, en la aparición de vida. «Webb detectó de forma inequívoca no solo hielo de agua, sino hielo de agua cristalino, similar al que se encuentra en los anillos de Saturno y en los objetos helados del cinturón de Kuiper», explicó Chen Xie, autor principal del estudio e investigador de la Universidad Johns Hopkins.
HD 181327 es una estrella más joven y ligeramente más masiva que nuestro Sol. Con apenas 23 millones de años de edad, su entorno se considera un ejemplo temprano de cómo pudo haber sido nuestro sistema solar en sus primeras etapas. Alrededor de esta estrella gira un disco de escombros lleno de polvo y cuerpos helados que colisionan constantemente, generando partículas que Webb puede detectar con gran sensibilidad.
El telescopio identificó concentraciones de hielo especialmente en las regiones exteriores del disco, donde las temperaturas son más bajas. Allí, más del 20 % del material está compuesto por agua congelada. Hacia el centro del disco, la cantidad disminuye al 8 %, y casi no se detecta hielo en las zonas más cercanas a la estrella, debido probablemente a la intensa radiación ultravioleta que lo evapora o al hecho de que planetesimales hayan atrapado el hielo en su interior.
«Cuando era estudiante de posgrado hace 25 años, mi asesor me dijo que debería haber hielo en estos discos, pero antes de Webb no teníamos instrumentos lo suficientemente sensibles para comprobarlo», comentó Christine Chen, coautora del estudio y astrónoma del Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial.
Este descubrimiento es clave para el estudio de la evolución planetaria y la potencial habitabilidad en otros sistemas solares. La presencia de hielo de agua no solo favorece la formación de planetas, sino que también podría ser transportada a planetas rocosos por cometas y asteroides, como se cree ocurrió en la Tierra primitiva.
Los científicos utilizaron el espectrógrafo de infrarrojo cercano NIRSpec de Webb, capaz de detectar diminutas partículas de polvo desde el espacio. Este avance marca un antes y un después en la exploración de sistemas estelares jóvenes, y promete nuevas investigaciones sobre cómo se forman y evolucionan los planetas en el universo.
«Estos materiales helados podrían ser entregados a planetas terrestres que se formen en los próximos cientos de millones de años en sistemas como este», concluyó Xie.
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