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Aunque es importante mantener el escepticismo ante los recientes datos que apuntan a estructuras subterráneas enormes bajo la pirámide de Kefrén —obtenidos mediante una interpretación única de datos de Radar de Apertura Sintética (SAR)—, su potencial conexión con el mundo subterráneo de cuevas de Guiza y los paralelos con los mitos cosmogónicos egipcios antiguos parecen importantes de discutir. A continuación, el investigador Andrew Collins se explaya al respecto, llegando a establecer una posible conexión con la cultura post-edad del hielo de Tas Tepeler en Anatolia.
Durante el fin de semana del 15 y 16 de marzo de 2025, se celebró una conferencia de prensa en Castel San Pietro Terme, Bolonia, Italia, cuyos alcances cambiarían todo lo que creíamos saber sobre los orígenes del antiguo Egipto. Un equipo de investigadores liderado por el profesor Corrado Malanga, de la Universidad de Pisa; el Profesor Filippo Biondi, de la Universidad de Strathclyde, Escocia, y el autor de misterios antiguos Armando Mei, anunciaron la detección de una serie completa de megaestructuras bajo la meseta de Guiza.
Utilizando datos de Radar de Apertura Sintética (SAR) de código abierto proporcionados por Capella Space y Umbra, derivados de satélites en órbita a 400 millas sobre la superficie terrestre, el equipo afirma haber identificado la presencia de características únicas tanto dentro de la pirámide de Kefrén como —más impactante aún— bajo ella.
Las cinco cámaras «djed» detectadas dentro de la Segunda Pirámide de Guiza por el Proyecto SAR Khafre (o Kefrén). Crédito: Proyecto SAR Kefrén.
Esto se debe a que las transmisiones satelitales reflejadas en la superficie terrestre contienen datos sísmicos registrados por computadoras en tierra, lo que permite aplicar modelos matemáticos para generar imágenes compuestas en 2D e incluso 3D. Estas imágenes proporcionan información detallada sobre la densidad y la ubicación de las estructuras detectadas, las cuales luego se codifican con colores: el azul indica áreas densas, mientras que tonos más brillantes, como el rojo, el verde y el amarillo, pueden señalar la presencia de huecos, cavidades y espacios vacíos.
Hay que destacar que la acumulación de datos brutos de SAR se logra de forma remota, lo que significa que el equipo italiano no necesitó el consentimiento del Gobierno egipcio para realizar su trabajo.
Vista general de la meseta de Guiza y su mundo subterráneo. El punto focal del sondeo es la pirámide de Kefrén. La zona correspondiente a la Esfinge y la tumba NC2 no es visible en esta imagen. Crédito: Proyecto SAR Kefrén.
Esto fue dado a conocer por primera vez en 2022 con la publicación de un artículo en la revista científica Remote Sensing. En él, Biondi y Malanga anunciaron que habían utilizado datos SAR para determinar la existencia de vacíos previamente desconocidos en la Gran Pirámide.
Una vez revelados los descubrimientos del Proyecto SAR Kefrén en relación con la Segunda Pirámide durante la conferencia de dos días en Bolonia en marzo de 2025, internet entró en un estado de sobreexcitación. Comentaristas de misterios antiguos, influenciadores de YouTube y periodistas en línea hicieron su mejor esfuerzo por llevar estos descubrimientos a las audiencias más amplias posibles. Todo se convirtió en una sensación viral que, después de algunos días rebotando por la Red de redes, finalmente fue recogida por los medios de comunicación internacionales.
Varios investigadores analizaron críticamente los hallazgos, desde examinar si el equipo del Proyecto SAR Kefrén había interpretado correctamente las imágenes compuestas producidas usando datos SAR, hasta exigir una transparencia completa sobre las metodologías utilizadas, solicitando comparaciones con áreas donde no se esperan estructuras arqueológicas.
Las diversas afirmaciones y contraafirmaciones sobre las propuestas del equipo italiano sugieren que las supuestas megastructuras bajo la meseta podrían formar parte del sistema de cuevas previamente documentado en Guiza. Tanto Drumm como Sibson admiten que esta posibilidad es bastante plausible.
Este mundo subterráneo fue redescubierto en tiempos modernos por el investigador egiptológico Nigel Skinner-Simpson y el autor de este texto, tras un estudio de cinco años para determinar la ubicación de su entrada. Con el apoyo de la Asociación para la Investigación y la Iluminación (ARE) de Edgar Cayce, logramos ingresar a las cuevas en cuatro ocasiones durante marzo y abril de 2008.
La ARE, el brazo de investigación de la Fundación Edgar Cayce, ha mostrado un gran interés en encontrar lo que se conoce como la «Sala de los Archivos». Según las lecturas psíquicas de su fundador, Edgar Cayce, esta sala —o conjunto de cámaras— se encuentra bajo la meseta y contiene el conocimiento y la sabiduría que los supervivientes de la Atlántida habrían traído consigo tras la destrucción de su continente alrededor del 10500 a.C.
Aún está por determinarse si las estructuras recién descubiertas bajo la Segunda Pirámide están relacionadas con la Sala de los Archivos de Cayce. Sin embargo, sabemos que imágenes SAR del satélite TerraSAR-X, registradas desde 2007, revelan no solo las cuevas descubiertas por Skinner-Simpson y quien escribe, sino también dos sombras lineales oscuras que parten desde la zona de las cuevas, más allá de la Tumba de los Pájaros, y convergen en la esquina noroeste de la Segunda Pirámide. Estas sombras probablemente indican extensiones del complejo de cuevas, que, como señalan Drumm y Sibson, parecen terminar cerca de esta pirámide, justo donde el equipo italiano afirma haber hallado grandes estructuras subterráneas.
Imagen basada en SAR que muestra anomalías que se cree indican la presencia de ocho tubos o pozos verticales debajo de la Segunda Pirámide. Crédito: Proyecto SAR Kefrén.
Ya en 1977, el Instituto de Investigación de Stanford (SRI), en colaboración con la Universidad Ain Shams de El Cairo, detectó grandes cavidades bajo las esquinas noroeste y sureste de la pirámide, además de otras ubicadas a profundidades de 23 y 31 metros bajo la Cámara de Belzoni. Esta última está tallada directamente en el lecho de piedra caliza, justo debajo del área central de la pirámide.
En el lado oriental de la pirámide se encuentra un enorme pavimento compuesto por bloques megalíticos de hasta 50 toneladas cada uno, que forman el techo de una gran plataforma estructural diseñada para soportar el peso del monumento. Aunque los egiptólogos lo consideran meramente funcional, cabe la posibilidad de que, en algún punto bajo este pavimento, exista una abertura que conduzca a las estructuras subterráneas detectadas por el Proyecto SAR Kefrén. Es probable que esta entrada se ubique en la sección sureste, donde el equipo del SRI identificó la presencia de vacíos en la roca.
Si la interpretación del equipo italiano de los datos SAR es correcta, es probable que las estructuras subterráneas vistas en las imágenes 2D compuestas tengan muy poco —o nada— que ver con la pirámide situada encima de ellas. Convencionalmente, esta fue construida alrededor del 2500 a.C. como tumba del faraón Kefrén, cuarto gobernante de la Dinastía IV de Egipto.
Si esto es así, la presencia de estructuras subterráneas podría proporcionar evidencia de la existencia previa en Guiza de una avanzada cultura predinástica —¿o cultura madre?—, sobre la cual los textos fundacionales antiguos, como los Textos de Construcción de Edfu, inscriptos en las paredes del templo de Horus en Edfu, al sur de Egipto, afirman que existió antes de la ocurrencia de un gran cataclismo.
Este cataclismo fue anunciado por la aparición en el cielo de una «serpiente enemiga» que trajo un período de oscuridad, junto con una violenta inundación que ahogó a los primeros habitantes de una isla primigenia descrita de diversas maneras: la isla del Huevo, la isla de la Llama y la isla de los Primigenios.
Los investigadores italianos usaron la misma tecnología para detectar estructuras subterráneas conocidas, como el pozo de Osiris, un sistema de cámaras y pozos distribuidos en tres niveles excavados en la roca de la meseta de Guiza. Crédito: Proyecto SAR Kefrén.
Tales historias probablemente registran el recuerdo del hipotético evento de impacto del Dryas Reciente, que hoy se cree que ocurrió alrededor del 10.800 a.C. Extensos estudios en núcleos de hielo, sedimentos lacustres y datos estratigráficos datables indican que este impacto, posiblemente causado por fragmentos de un cometa en explosión, provocó un invierno nuclear que redujo la temperatura de tal manera que, junto con la liberación de aguas de deshielo en el océano Atlántico, desencadenó una mini era glacial.
Los indicios de una civilización avanzada precataclísmica, entonces, nos llevan a considerar la posibilidad de conexiones culturales más amplias en el mundo antiguo. Un ejemplo clave de estas interacciones se encuentra en la región de Anatolia, donde floreció la cultura Tas Tepeler, cuyos vínculos con Egipto comienzan a salir a la luz a través de hallazgos arqueológicos.
Lo que podemos decir es que existió un contacto directo o indirecto entre los habitantes de los complejos Tas Tepeler, como Göbekli Tepe y Karahan Tepe, y el valle del Nilo en Egipto. Esto se deduce por el conocimiento de que se han encontrado herramientas de piedra utilizadas por las comunidades Tas Tepeler del sudeste de Anatolia en Egipto.
Por ejemplo, un tipo de punta de flecha conocida como Punta de Helwan, primero descubierta en uno de los asentamientos epipaleolíticos avanzados en el yacimiento homónimo —ubicado a la vista del futuro sitio del campo de pirámides de Guiza—, se ha encontrado en todo el Levante, así como en un sitio Tas Tepeler en el corazón de la antigua ciudad de Urfa (Şanlıurfa moderna).
La Estructura AB de Karahan Tepe muestra las habilidades de talla de los habitantes del sitio de Tas Tepeler.
¿Es posible que una arquitectura rocosa aún más elaborada que la recientemente descubierta en el sitio Tas Tepeler de Karahan Tepe fuera esculpida en la roca caliza de Guiza? ¿Reverenciaron estos pueblos tecnológicamente avanzados a Guiza como un lugar de los antepasados?
Una de las evidencias que respaldan esta idea es el registro en fuentes medievales árabes egipcias que mencionan cómo los pueblos sabianos de la antigua ciudad de Harrán, en la actual Turquía sudoriental, realizaban peregrinaciones a Guiza para venerar la Segunda Pirámide como la tumba de Hermes, uno de los legendarios fundadores de su cultura.
Pero, ¿cómo llegaron los sabianos a creer que la Segunda Pirámide albergaba la tumba de Hermes? Se puede suponer que Hermes era una versión helenizada del dios egipcio Thot, descrito en los textos antiguos como el guardián de los registros. ¿Es posible que las historias sobre Hermes siendo enterrado en Guiza sean un recuerdo distorsionado de estructuras ocultas bajo la Segunda Pirámide?
En otros escritos, he expuesto que el legado de la cultura Tas Tepeler fue heredado por los sabianos de Harrán, lo que sugiere que su interés en Guiza podría haber sido transmitido por sus ancestros neolíticos. ¿Fue esto lo que los llevó a regresar a Egipto regularmente para rendir homenaje a uno de sus fundadores divinos? (El otro fundador legendario de los sabianos era Seth, también conocido como Agathodaimon, quien, según se creía, estaba enterrado en la Gran Pirámide).
El hecho de que se haya interpretado la existencia de ocho pozos o ejes tubulares bajo la Segunda Pirámide de Guiza evoca el mito de la creación de Hermópolis, la ciudad sagrada del dios Thot en el Alto Egipto. Según este mito, el universo fue formado por ocho seres primordiales conocidos en griego como la Ogdóada (del término ogdoás, que significa ‘grupo de ocho’). Su nombre original egipcio, ḫmnyw, proviene de ḫmnw, que significa ‘ocho’.
La Ogdóada estaba compuesta por cuatro parejas de deidades, cada una con una figura masculina y una femenina. Aunque tenían forma humana, los dioses masculinos poseían cabezas de rana, mientras que sus contrapartes femeninas tenían cabezas de serpiente (sí, reptilianos). La primera pareja en surgir fue Kuk y Kuket, cuyos nombres derivan del término egipcio kkw, que significa ‘oscuridad’. Luego emergieron Nun y Nunet, cuyos nombres provienen de nun, en referencia a las aguas primordiales de la creación.
En la oscuridad primordial previa al acto de la primera creación, la Ogdóada dio origen al «huevo cósmico», que se dividió para formar el universo material y todo lo que existe en él. Esto incluyó la primera tierra que emergió de las aguas primordiales del caos, expandiéndose con el tiempo para formar la tierra de Khem, es decir, el antiguo Egipto.
La Ogdóada Hermopolitana del templo de Filé. De Maspero, G., 'El Amanecer de la Civilización - Egipto y Caldea', 1897, Londres: Society for Promoting Christian Knowledge.
Es evidente que la primera pareja de la Ogdóada, Kuk y Kuket, representaba una conciencia dualista e indivisible que existía en un estado de oscuridad cósmica perpetua. De ella surgieron Nun y Nunet, que encarnaban los aspectos masculino y femenino de las aguas primordiales de la creación. ¿Podría esta cosmogonía de la Ogdóada aludir a la existencia y función de los ocho pozos tubulares bajo la Segunda Pirámide de Guiza, los cuales también están dispuestos en cuatro pares?
Si estos pozos realmente se encuentran bajo la meseta, como se ha propuesto, habrían existido en completa oscuridad, al igual que la Ogdóada. Además, es probable que interactuaran con la capa freática local, la cual subía y bajaba en función del nivel del Nilo, que en el pasado remoto estaba mucho más cerca del complejo piramidal. Hasta el día de hoy, los habitantes de Nazlet el-Samman, el pueblo ubicado en el extremo oriental de la meseta, sostienen leyendas sobre la existencia de un vasto lago subterráneo bajo la meseta. Si este cuerpo de agua existió —o sigue existiendo—, es razonable pensar que los egipcios dinásticos lo consideraran una manifestación subterránea de las aguas primordiales de Nun.
La vinculación de la Segunda Pirámide con Hermes, la versión helenizada de Thot, sugiere la posibilidad de que el mito de la Ogdóada se originara en Guiza. Sin embargo, ¿cómo llegó la Ogdóada a asociarse con Hermópolis, en el Alto Egipto? Esta cuestión sigue siendo un enigma, aunque este autor sostiene que, tras Guiza, la Ogdóada se vinculó principalmente con la depresión del Fayum, situada unos 100 kilómetros al suroeste de El Cairo.
El Fayum fue el principal centro de culto de la Duodécima Dinastía (c. 1976-1794/3 a.C.), donde se veneraban dos grandes deidades: el dios cocodrilo Sobek y su madre, la diosa hipopótamo Neit. Un texto grecorromano conocido como el Libro del Fayum, escrito hacia el final del período dinástico, recopila relatos sobre la fundación de diversos lugares de culto en los alrededores del lago Fayum, antiguamente llamado lago Moeris.
Según este texto, la Ogdóada fue un grupo de seres primordiales que desempeñaron un papel esencial en la creación del mundo. Uno de los relatos cuenta que estos seres excavaron el lago, el cual fue llenado desde abajo, presumiblemente por manantiales o pozos, con las aguas primordiales de Mehet-Weret, el Gran Diluvio. De este lago emergió el sol, personificado en la figura del dios Sobek, hijo de Neit, quien representaba la Gran Inundación.
Este mito de la creación está claramente vinculado con la región del Fayum, no con Hermópolis, donde la mención más antigua de la Ogdóada data de la Dinastía XVIII (c. 1550-1292 a.C.). El Libro del Fayum parece conservar leyendas ancestrales relacionadas con los alrededores del lago, lo que sugiere que su relato podría basarse en mitos cosmogónicos de gran antigüedad.
Sabemos con certeza que asentamientos neolíticos existieron en la región desde al menos el 5500 a.C., incluyendo al menos un círculo de piedra. Esto abre la posibilidad de que el Fayum haya sido un punto clave en la evolución de mitos de creación aún más antiguos. Como se mencionó anteriormente, se han encontrado puntas de flecha estilo Helwan en los asentamientos del Fayum, al igual que en Helwan, lo que podría indicar que la historia de la Ogdóada cavando el lago del que surgió Neit —quien dio a luz al sol— guarda una conexión con Guiza y su posible papel como el lugar de la primera creación en Egipto.
Debemos mantenernos extremadamente cautelosos, así como escépticos, respecto a las afirmaciones realizadas por el Proyecto SAR Kefrén sobre lo que podría existir bajo la meseta de Guiza. Dicho esto, debe reiterarse que la forma única de interpretación de imágenes basadas en SAR sugiere que pueden haber encontrado algo de gran valor para nuestra comprensión del pasado.
Los vínculos potenciales entre las estructuras observadas, tanto con el mundo de cuevas existente en Guiza como con los mitos cosmogónicos asociados con la Ogdóada, hacen de esta una posibilidad verdaderamente tentadora. Si estas características subterráneas fueron de hecho talladas o mejoradas por manos humanas, parece poco probable que sean de origen dinástico, siendo la sospecha más fuerte que son el resultado de actividad en la meseta por una cultura directa o indirectamente vinculada con el movimiento Tas Tepeler de Anatolia.
Considerando todo lo anterior, se debe alentar al equipo italiano a continuar su trabajo, al mismo tiempo que ofrece una total transparencia de todas sus metodologías y procedimientos, para que sus hallazgos puedan ser mejor aceptados por la comunidad académica.
Por Andrew Collins para MysteryPlanet.com.ar.
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