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La gigantesca estructura de 2,3 años luz de longitud junto a Sagitario A* desconcierta a los astrónomos.
En el centro de nuestra galaxia, a 26.000 años luz de la Tierra, reside un agujero negro supermasivo llamado Sagitario A*, cuatro millones de veces más masivo que el Sol. Pero el monstruo no es el único que acecha en esa región del espacio. Los astrónomos han descubierto en las cercanías otra estructura gigantesca, una especie de serpiente de 2,3 años luz de longitud que se curva para apuntar al pozo cósmico. Todavía no entienden lo que es, pero ahora han conseguido su mejor foto.
En 2016, Farhad Yusef-Zadeh, de la Universidad de Northwestern informó del hallazgo de un inusual filamento cerca del centro de la Vía Láctea. Ahora, otro equipo de astrónomos ha empleado una técnica pionera para producir la imagen de más alta calidad obtenida hasta ahora de este objeto curvo.
«Con nuestra imagen mejorada, podemos seguir este filamento mucho más cerca del agujero negro central de la galaxia, y está lo suficientemente cerca como para indicarnos que debe originarse allí», afirma Mark Morris, de la Universidad de California en Los Ángeles, responsable del estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters. «Sin embargo, todavía tenemos más trabajo por hacer para descubrir cuál es la verdadera naturaleza de este filamento».
Los investigadores han considerado tres explicaciones principales. La primera es que está causada por partículas de alta velocidad expulsadas del agujero negro supermasivo. Un agujero negro puede producir una torre vertical giratoria de campo magnético que se acerca o incluso se enrosca en el horizonte de eventos, el punto de no retorno para la materia que se acerca. Dentro de esta torre, las partículas se acelerarían y producirían emisiones de radio a medida que giraran en espiral alrededor de las líneas del campo magnético y se alejarían del agujero negro.
La segunda posibilidad, más fantástica, es que el filamento es una cadena cósmica, de objetos teóricamente aún no detectados, que son largos y extremadamente delgados y transportan masa y corrientes eléctricas. Anteriormente, los teóricos habían predicho que las cuerdas cósmicas, si existieran, migrarían a los centros de las galaxias. Si la cuerda se mueve lo suficientemente cerca del agujero negro central, se puede capturar cuando una parte de la cuerda cruza el horizonte de sucesos.
La última opción es que la posición y la dirección del filamento que se alinea con el agujero negro son meras superposiciones coincidentes, y no existe una asociación real entre las dos. Esto implicaría que es como docenas de otros filamentos conocidos que se encuentran más lejos del centro de la galaxia. Sin embargo, tal coincidencia es bastante improbable que ocurra por casualidad.
«Parte de la emoción de la ciencia es tropezar con un misterio que no es fácil de resolver», dice el coautor Jun-Hui Zhao, del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica en Cambridge, Massachusetts. «Aunque no tenemos la respuesta, sin embargo, el camino para encontrarlo es fascinante. Este resultado está motivando a los astrónomos a construir radiotelescopios de próxima generación con tecnología de punta».
Según los astrónomos, cada uno de los escenarios que se investigan proporcionaría una visión intrigante si se demostrara cierta. Por ejemplo, si el filamento es causado por partículas eyectadas por Sagitario A*, esto revelaría información importante sobre el campo magnético en este entorno especial, mostrando que es suave y ordenado en lugar de caótico.
La segunda opción, la cadena cósmica, proporcionaría la primera evidencia de una idea altamente especulativa con profundas implicaciones para comprender la gravedad, el espacio-tiempo y el Universo mismo. Incluso si el filamento no está físicamente ligado al agujero, su curva es aún inusual. Coincide con una onda de choque, similar a un estampido sónico, donde la onda expansiva de una estrella explotada choca con los poderosos vientos que soplan desde las estrellas masivas que rodean el agujero negro central.
«Seguiremos a la caza hasta que tengamos una explicación sólida para este objeto», asegura el coautor Miller Goss, del Observatorio Nacional de Radioastronomía en Socorro, Nuevo México. «Y apuntamos a producir imágenes aún mejores y más reveladoras».
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