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La ciencia ficción a menudo sirve como inspiración para la ciencia real, pero en raras ocasiones la realidad parece seguir uno de sus guiones —«programación predictiva», como le dicen—. El caso del misterioso objeto interestelar 3I/ATLAS y las hipótesis que lo rodean presentan un eco tan sorprendente con el episodio Children of the Comet (‘Los Niños del Cometa’) de Star Trek: Strange New Worlds que la comparación es inevitable.
Para quienes siguen la aclamada serie estrenada en 2022 en la plataforma Paramount+, el segundo episodio de la primera temporada es memorable. En él, la tripulación del USS Enterprise se encuentra con un cometa llamado M'hanit, que está en curso de colisión con un planeta habitado. Su misión de desviarlo se complica cuando se topan con los «Pastores», una antigua y devota raza alienígena cuyo único propósito es proteger y rendirle culto al cometa.
Para los Pastores, M'hanit no es una simple roca de hielo, sino un antiguo y poderoso árbitro de la vida que ha viajado por la galaxia «desde el principio de los tiempos». Según su fe, el cometa siembra vida en mundos áridos, pero también «purifica» a civilizaciones que, a su juicio, han perdido el rumbo, explicando así su letal trayectoria. La tripulación del Enterprise finalmente descubre que, bajo su capa helada, M'hanit esconde una estructura tecnológica, confirmando que es una entidad artificial que responde a algo muy particular.
Esta fascinante premisa de ficción ahora resuena de manera inesperada en nuestro universo. Como detallamos en una noticia sobre 3I/ATLAS publicada hace unos días, un nuevo estudio ha propuesto formalmente que los objetos interestelares son los candidatos ideales para buscar «tecnofirmas» o huellas de tecnología alienígena. La razón de este estudio se centra en las múltiples y extrañas anomalías de este visitante cósmico, que parecen dignas del mismísimo guion de Star Trek.
Mientras en la serie el cometa poseía un propósito divino, las anomalías de 3I/ATLAS son igual de intrigantes, desde su tamaño descomunal hasta su composición química, además de su llamativa trayectoria que sospechosamente lo lleva a visitar de cerca ciertos planetas de nuestro sistema solar —excluyendo a la Tierra, como si no quisiera ser observado en detalle por la única especie inteligente del vecindario—.
Como ejercicio entre la ficción y la realidad podríamos hacer algunas comparaciones interesantes con lo propuesto en el citado estudio:
Obviamente, la tripulación del Enterprise pudo confirmar la naturaleza de su cometa. En nuestro caso, todo permanece —por el momento— en el campo de la hipótesis rigurosa. Sin embargo, este cruce de caminos entre una de las franquicias de ciencia ficción más queridas y un misterio astronómico de vanguardia es un poderoso recordatorio de cómo la imaginación puede, a veces, adelantarse a la realidad. Quizás, como nos enseñó Star Trek, solo necesitamos seguir explorando para encontrar las respuestas.
NOTA: Agradecemos a nuestro seguidor Hugo Compagnoni, quien nos recordó sobre el episodio de Star Trek en reacción a la publicación en Facebook sobre el estudio.
Por MysteryPlanet.com.ar.
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