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Un análisis de tendencias y recientes informes de ciberseguridad sugiere un futuro inminente donde el contenido generado por inteligencia artificial y bots superará con creces las interacciones humanas, transformando la web que conocemos.
A principios de 2024, las redes sociales se vieron inundadas por un fenómeno tan extraño como revelador: imágenes generadas por IA de crustáceos, principalmente camarones, con el rostro de Jesucristo. Este evento, conocido como «Jesús camarón» (Shrimp Jesus), aunque en apariencia inofensivo, fue para muchos expertos una señal de alerta sobre la consolidación de la «teoría de la Internet muerta».
Jake Renzella y Vlada Rozova, escribiendo en The Conversation, analizaron el suceso: «Algunas de estas imágenes hiperrealistas han acumulado más de 20.000 “me gusta” y comentarios. La “teoría de la Internet muerta” tiene una explicación: el contenido generado por IA y bots ha superado al contenido generado por humanos en la Internet».
Lo que antes era una idea marginal, hoy gana cada vez más terreno. Un informe de 2024 de la firma de ciberseguridad Imperva estimó que casi la mitad de todo el tráfico en la Internet ya es automatizado. Los bots representaron el 49.6 % del tráfico en 2023, un aumento significativo desde el 42.3 % en 2021. Si esta tendencia continúa, los bots constituirán una clara supermayoría en la red para finales de esta década.
A esta preocupante estadística se suma la «putrefacción de enlaces». Un informe del Pew Research Center estima que el 38 % de las páginas web (en su mayoría creadas por humanos) de 2013 ya no existen. Estos dos factores —el auge del contenido automatizado y la desaparición del contenido humano antiguo— llevan a la inevitable conclusión de que la Internet ya no es un espacio «para humanos, por humanos».
La ironía de la situación no ha pasado desapercibida para figuras clave como Sam Altman, CEO de OpenAI. Aunque en el pasado se mostró escéptico, recientemente ha expresado una creciente preocupación por la teoría de la Internet muerta. Su principal temor es un fenómeno que podría describirse como «autofagia digital»: que los futuros modelos de IA se entrenen principalmente con datos generados por otras IAs.
i have had the strangest experience reading this: i assume its all fake/bots, even though in this case i know codex growth is really strong and the trend here is real.
i think there are a bunch of things going on: real people have picked up quirks of LLM-speak, the Extremely… https://t.co/9buqM3ZpKe
— Sam Altman (@sama) September 8, 2025
Altman advierte que este ciclo de retroalimentación podría hacer que los modelos «se vuelvan locos», contaminando el ecosistema digital con contenido cada vez más extraño y desconectado de la realidad humana. Al aprender de sí mismos en un bucle cerrado, la calidad y la coherencia de la información en línea podrían degradarse masivamente, validando las predicciones más pesimistas de esta teoría.
Detrás del fenómeno «Jesús camarón» se esconde un modelo de negocio simple: el «cultivo de interacciones» (engagement-farming). En un sistema donde la atención se traduce en ingresos publicitarios, automatizar la creación de contenido viral es una forma fácil de generar dinero.
Sin embargo, las implicaciones van más allá del contenido trivial. Estas mismas técnicas se utilizan con fines mucho más oscuros, como el apoyo a regímenes autoritarios. Una revisión de 2025 realizada por la empresa NewGuard encontró más de mil sitios de noticias gestionados casi en su totalidad por bots, incluyendo algunos dedicados a difundir propaganda y desinformación sobre conflictos globales.
Esto no significa el fin del uso personal de la Internet. Los mensajes entre amigos, las publicaciones privadas y la correspondencia directa seguirán existiendo. Sin embargo, este creciente deterioro del espacio público digital exige que los usuarios sean más vigilantes que nunca para discernir qué es real y qué es artificial.
Como concluyeron Renzella y Rozova: «La libertad de crear y compartir nuestros pensamientos en la Internet y en las redes sociales es lo que la hizo tan poderosa. Es en este sentido que la Internet que conocimos y amamos está “muerta”».
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