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Investigadores argentinos dieron a conocer un nuevo plesiosaurio, un reptil marino de unos siete metros de largo y alrededor de 75 millones de años de antigüedad.
Los restos, que abarcan incluso una porción del cráneo, fueron recolectados en la isla Marambio. Se trata de una nueva especie que se encuadra en el grupo de los elasmosáuridos, cuyos cuellos fueron los más largos de todos los plesiosaurios.
«De este grupo de animales, se conocen muchos ejemplares, pero muy poco de la historia evolutiva. El hecho de que estuviera más completo de lo que suponíamos, respecto a cuando empezamos las excavaciones, hizo crecer la expectativa en el equipo de que hubiese material craneano, cosa que finalmente sucedió, con el hallazgo de dientes parte de la región occipital y parte de la mandíbula», comentó el investigador José O’Gorman, doctor en Ciencias Naturales e integrante del equipo de trabajo.
La relevancia del hallazgo del cráneo, explica el investigador, tiene que ver con que es muy difícil que se conserven esta parte del fósil.
«Hablamos de un animal que tenía unos seis o siete metros, con 48 vértebras cervicales, pero cuyo cráneo estaba anclado a unos huesos de unos cuatro centímetros de largo. Al morir los animales, quedaban flotando en el mar y los cráneos eran los primeros que se desarticulaban», precisó O’Gorman. «Los cráneos son claves: dan información sobre alimentación, las capacidades sensoriales y aporta datos para los análisis filogenéticos, es decir, para indagar en las relaciones de parentesco de la especie con otras».
La nueva especie fue bautizada como Marambionectes molinai en homenaje al lugar del hallazgo, la Base Marambio —nodo logístico central en los esfuerzos argentinos—, y a Omar Molina, el primer técnico en paleontología argentino que trabajó en la Antártida, allá por la década de 1970.
Según explican los científicos, este dinosaurio marino era un organismo depredador, piscívoro, que se alimentaba de amonites, un tipo de moluscos de aquella etapa de la historia.
Fue el mismo O’Gorman el que realizó el descubrimiento, allá por 2018, en lo que él define como «suerte», dentro del contexto de la empresa paleontológica.
«Uno puede ir de campaña y no encontrar absolutamente nada. En este caso, estaba terminando el día, de vuelta al refugio, cuando pateo una roca que termina siendo una vértebra caudal, una vértebra de la cola. Allí comenzó el proceso para desenterrar al ejemplar», contó.
A eso le siguió la excavación de todos los huesos, el embalaje y la rotulación, todo esto en el marco del clima antártico que amenazo varias veces con no permitir que la excavación avance. Esto fue el inicio de un viaje que el animal prehistórico realizó con características «federales».
«De la base en la Antártida mandamos todo el material al Instituto Antártico Argentino, en Buenos Aires y, de allí, a la provincia de Neuquén, donde también fueron preparados —se limpiaron los huesos, retirando la roca—, proceso a cargo del Dr. Juan Canale (Museo Ernesto Bachmann) y luego analizados y estudiados», destacó el autor del hallazgo.
En términos geocronológicos (relativo al momento en que el organismo vivió) , la nueva especie vivió poco antes de la extinción masiva de los dinosaurios, a finales del período Cretácico, y su hallazgo aporta información sobre lo que pasaba en aquellos mares prehistóricos en materia de diversidad.
«La pregunta dentro de la comunidad científica, respecto a esta época, es si algunos linajes ya venían disminuyendo en su diversidad o no, y cómo funcionaba el ecosistema marino antes de la extinción», dijo O’Gorman. «Además, los análisis filogenéticos realizados muestran como Marambionectes molinai está relacionado con otro grupo de elasmosáuridos, que, en aquel momento, estaban empezando a desarrollar una forma de alimentación muy semejante a las ballenas actuales, mediante la filtración. Por lo tanto, es un hallazgo que nos da muchísima alegría, poder encontrar esta pieza que nos permite abordar peguntas sobre la historia evolutiva de estos organismos».
El hallazgo del Marambionectes molinai se da en el marco de un proyecto de paleontología de vertebrados antárticos que data de la década de 1970.
«Estamos hablando de varias generaciones de profesionales enmarcadas en las actividades del Instituto Antártico Argentino durante todo este tiempo. Es decir, hablamos de una política de Estado que ocurre en el marco del reclamo argentino sobre el sector Antártico», resaltó el paleontólogo.
En este sentido, señaló, el país tiene una ventaja logística inmensa, comparado a otras naciones, por estar la base Marambio enclavada en medio de una de las cuencas sedimentarias fosilíferas más importantes de la zona.
«En definitiva, no hablamos de un hallazgo puramente casual, sino el fruto de un proceso de trabajo de décadas. Un esfuerzo continuado que se ve premiado con resultados claves para comprender la historia del territorio antártico», concluyó O’Gorman.
Más detalles sobre el trabajo han sido publicados en un artículo en el Journal of Systematic Palaeontology.
Fuente: Agencia CTyS. Edición: MP.
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