Una señal desde Marte tarda un máximo de 22 minutos en llegar a la Tierra. Sin embargo, ya han pasado tres días de un silencio inexplicable por parte de las agencias espaciales que observaron el histórico paso del objeto interestelar 3I/ATLAS por el planeta rojo.

El misterioso silencio sobre 3I/ATLAS: ¿Por qué China, Europa y la NASA no dan a conocer las imágenes del objeto interestelar?

Una de las difusas capturas del rover Perseverance en la superficie de Marte que mostraría a 3I/ATLAS. Crédito: NASA.

El pasado 3 de octubre, el objeto, que es apenas el tercero de origen extrasolar confirmado en ser observado, pasó a solo 30 millones de kilómetros de Marte, una oportunidad sin precedentes para cinco orbitadores que se encontraban en posición ideal para capturar imágenes detalladas. Sin embargo, al día de hoy, 6 de octubre de 2025, el público no ha visto ni una sola fotografía.

Las cinco naves que apuntaban sus instrumentos hacia 3I/ATLAS eran el Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA, las sondas Mars Express y ExoMars TGO de la Agencia Espacial Europea (ESA), la sonda Hope de los Emiratos Árabes Unidos y, de manera crucial, la nave china Tianwen-1.

La NASA ha atribuido su falta de comunicación al cierre del gobierno de Estados Unidos, que comenzó sospechosamente el 1 de octubre, apenas 48 horas antes del sobrevuelo. Por su parte, la ESA se limitó a informar que sus observaciones continuarían hasta el 7 de octubre, sin publicar resultados preliminares. Pero el silencio más desconcertante proviene de Pekín.

El factor chino: una anomalía geopolítica

Mientras que los retrasos de la NASA y la ESA pueden tener justificaciones burocráticas, el silencio de la Administración Espacial Nacional China (CNSA) desafía toda lógica geopolítica. La sonda Tianwen-1 opera de forma completamente independiente y ha demostrado una eficiencia notable, habiendo publicado más de 14.700 imágenes de Marte desde 2021. China utiliza habitualmente sus logros espaciales como una poderosa herramienta de propaganda. De hecho, hace solo unos días, celebraban la publicación de una selfie de la Tierra tomada por su nueva sonda Tianwen-2 desde 590.000 kilómetros de distancia.

Si las imágenes de 3I/ATLAS mostraran un cometa común, aunque de origen interestelar, China habría tenido el incentivo perfecto para publicarlas de inmediato. Hacerlo no solo humillaría a una NASA paralizada por su cierre gubernamental, sino que también reforzaría el prestigio de su programa marciano de cara a su ambiciosa misión de retorno de muestras, Tianwen-3, prevista para 2028.

El silencio es absoluto: no hay comunicados de prensa de la CNSA, ni imágenes de sus cámaras de alta resolución, ni declaraciones de astrónomos de la Academia China de Ciencias, ni cobertura en los medios estatales. Lo mismo ocurre con los Emiratos Árabes Unidos y su sonda Hope.

El viaje de una imagen desde Marte

Para comprender la magnitud de este retraso, es crucial entender cómo llega una imagen desde Marte. Cuando un orbitador como Tianwen-1 captura una fotografía, la almacena y luego la transmite a la Tierra usando ondas de radio. Estas señales viajan a la velocidad de la luz y son captadas por la Red del Espacio Profundo (DSN), una red global de antenas.

Imágenes de 3I/ATLAS obtenidas recientemente por el telescopio Gemini Sur en Chile.

El tiempo que tarda la señal en cruzar el espacio depende de la distancia entre ambos planetas, que varía constantemente. Puede tomar desde un mínimo de 3 minutos hasta un máximo de 22 minutos. Una vez recibida, la señal se procesa para reconstruir la imagen. Aunque transferir datos de alta resolución puede llevar varias horas, un silencio de más de tres días por parte de cinco naves operadas por cuatro agencias rivales no puede explicarse por demoras técnicas.

¿Qué hace a 3I/ATLAS tan especial?

La creciente preocupación se fundamenta en que 3I/ATLAS no es un objeto común. Los astrónomos han documentado al menos ocho anomalías que nunca se han observado juntas en un objeto natural:

  • Una proporción de dióxido de carbono (CO2) y agua 8 veces superior a la de cometas normales.
  • Una enigmática relación níquel/hierro, con presencia del primero sin el correspondiente segundo.
  • Una aceleración no gravitacional mínima, a pesar de estar liberando gases activamente.
  • Una trayectoria con una probabilidad de 0.005 %, que incluye sobrevuelos cercanos a Venus, Marte y Júpiter.
  • Una masa estimada entre 1.000 y 100.000 veces superior a la de objetos interestelares típicos.
  • Una polarización negativa extrema, «sin precedentes entre asteroides y cometas».
  • Bajos niveles de carbono diatómico a pesar de la alta presencia de CO2.
  • Una edad cinemática estimada entre 7 y 14 mil millones de años, potencialmente más antiguo que nuestro propio sistema solar.

Un estudio del Harvard/Initiative for Interstellar Studies calculó un factor de Bayes de ~10²⁸ a favor de un origen artificial sobre uno natural, una cifra astronómica que los autores matizaron por evidentes razones profesionales.

Un silencio coordinado que trasciende la rivalidad

La conclusión que resuena en los círculos de análisis es tan inevitable como inquietante: la única explicación plausible para que potencias geopolíticas rivales coordinen un silencio de esta naturaleza es que las cinco naves observaron algo que requiere una respuesta unificada a nivel de especie. La confirmación de tecnología artificial sería un evento que dejaría en segundo plano cualquier rivalidad entre Estados Unidos y China.

La próxima prueba de fuego llegará a finales de noviembre de 2025, cuando 3I/ATLAS alcance su perihelio (máximo acercamiento al Sol). Si el objeto mantiene su trayectoria de escape hiperbólica, quizás la cautela actual sea una sobrerreacción. Pero si desacelera para permanecer en el sistema solar, el silencio de estos últimos días habrá sido solo el preludio de una revelación que cambiará la historia de la humanidad.

Fuente: Surajit. Edición: MP.

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