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Investigaciones del observatorio espacial SPHEREx de la NASA, realizadas entre el 8 y el 12 de agosto de 2025, han revelado características que desafían las expectativas sobre los cometas interestelares y abren la puerta a intrigantes especulaciones.
El hallazgo más sorprendente de SPHEREx es que 3I/ATLAS está envuelto en una nube de dióxido de carbono (CO₂) gaseoso, expulsando material a un ritmo de aproximadamente 70 kilogramos por segundo. Sin embargo, lo que más ha desconcertado a los astrónomos es la práctica ausencia de agua (H₂O). El observatorio no detectó una nube de vapor de agua, estableciendo un límite máximo de apenas 4.5 kilogramos por segundo.
Este dato contradice directamente afirmaciones anteriores de otros equipos de investigación, que sugerían una pérdida de masa de agua de hasta 40 kilogramos por segundo. El informe de SPHEREx califica la falta de una coma de gas de agua como «desconcertante», ya que el objeto no se encontraba muy lejos de la «línea de congelación del agua» del sistema solar durante las observaciones.
Aunque no se detectó agua en estado gaseoso, el análisis del espectro de luz reflejada en su superficie sugiere una mezcla de hielos de agua y CO₂ combinados con compuestos orgánicos, algo común en objetos del cinturón de Kuiper.
Otro dato que ha causado revuelo es el tamaño estimado de 3I/ATLAS. La luz reflejada por el objeto sugiere que su núcleo tiene un diámetro de 46 kilómetros. Si se trata de un cuerpo sólido, su masa sería un millón de veces mayor que la del anterior cometa interestelar conocido, 2I/Borisov.
«Esta magnitud plantea un problema estadístico: para haber encontrado un objeto tan colosal, ya deberíamos haber detectado millones de objetos interestelares del tamaño de 2I/Borisov. Además, la cantidad de material rocoso disponible en el espacio interestelar es insuficiente para explicar la llegada de una roca de este tamaño a nuestro sistema solar», argumenta el astrofísico Avi Loeb en reacción al nuevo estudio.
Tres imágenes de 3I/ATLAS tomadas por el observatorio espacial SPHEREx. De izquierda a derecha, las imágenes muestran las observaciones en las longitudes de onda de 3.0, 4.26 y 4.7 micrómetros, que corresponden a las principales líneas de emisión de los gases H2O, CO2 y CO. Mientras que 3I/ATLAS no es detectado en H2O ni en CO, por el contrario, se observa una brillante nube de CO2 que se extiende hasta al menos 348.000 km. Crédito: C.M. Lisse et al., 2025.
«Las imágenes del telescopio espacial Hubble confirman que el objeto no tiene una cola de polvo significativa, lo que refuerza la idea de que la luz que vemos proviene de un núcleo grande y sólido», añade.
Ante estas improbabilidades, surgen hipótesis más audaces. Una de ellas, atizada por el célebre astrofísico de Harvard, sugiere que 3I/ATLAS podría haber sido dirigido hacia el sistema solar mediante diseño tecnológico. Esta posibilidad se ve respaldada por una extraña coincidencia: su trayectoria está alineada con el plano orbital de los planetas de nuestro sistema solar, algo que estadísticamente solo ocurre en 1 de cada 500 casos para un objeto con una orientación aleatoria.
«La capa de CO₂ que se desprende de la superficie de 3I/ATLAS es relativamente delgada, con un grosor de apenas un milímetro erosionado a lo largo de 10 años. Lo que se encuentra debajo de esa capa exterior sigue siendo un completo misterio», concluye Loeb.
Toda la comunidad científica está ahora a la espera de los datos del telescopio espacial James Webb, que observó el objeto interestelar el pasado 6 de agosto. A medida que se acerque al Sol en los próximos meses y el calor aumente, finalmente revelará su verdadera y sorprendente naturaleza.
Por MysteryPlanet.com.ar.
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