El anillo podría contener hasta 1.000 trillones de kilogramos de sal, una cifra equivalente a la masa de todos los océanos de la Tierra.

Imagen generada por ALMA donde se aprecia el disco de sal que rodea la joven y masiva estrella Orion Source I (anillo azul). Aquí se muestra dentro de la nube molecular de Orión 1, una zona con una gran actividad de producción de estrellas. La imagen de fondo en infrarrojo cercano se tomó con el Observatorio Gemini.

Huellas químicas de cloruro de sodio —la sal común— y otros componentes salinos emanan del disco de polvo que rodea Orion Source I, una joven estrella que reside detrás de la nebulosa de Orión.

Los astrónomos usaron los radiotelescopios ALMA para buscar huellas químicas, a saber, determinadas oscilaciones en los espectros de luz en longitudes de onda milimétricas y de radio. Los átomos y moléculas emiten estas señales de distintas formas, dependiendo de la temperatura de su entorno. Fue así como pudieron detectar las moléculas de sal.

«Al analizar la información recabada por ALMA, vemos cerca de 60 firmas espectrales de moléculas como el cloruro de sodio y el cloruro de potasio provenientes del disco. Es un hallazgo a la vez sorprendente y emocionante», explica Brett McGuire, químico del NRAO y coautor del artículo aceptado para publicarse en The Astrophysical Journal.

Los investigadores creen que estas sales provienen de granos de polvo que, al chocar unos con otros, esparcieron su contenido en el disco. Sus observaciones confirmaron que la zonas salinas revelan la ubicación del disco circunestelar.

Representación artística de Orion Source I, una joven estrella masiva situada a unos 1.500 años luz de distancia. Las nuevas observaciones de ALMA detectaron un anillo de sal alrededor de la estrella compuesto de cloruro de sodio (zona azul en la imagen), es decir, sal de mesa. Crédito: S. Dagnello.

«Generalmente, cuando estudiamos las protoestrellas de esta forma, las señales del disco y del chorro de la estrella se confunden, y es difícil distinguir un objeto de otro», señala Adam Ginsburg, otro de los autores del artículo. «Ahora, como podemos aislar el disco, podemos estudiar su movimiento y su masa. También podríamos descubrir cosas nuevas sobre la estrella».

La sal se detectó a cerca de 30 a 60 unidades astronómicas (UA, medida que corresponde a la distancia promedio entre la Tierra y el Sol) de las estrellas anfitrionas. A partir de estas observaciones, los astrónomos dedujeron que podría haber hasta 1.000 trillones (un 1 seguido de 21 ceros) de kilogramos de sal en esa zona, una cifra equivalente a la masa de todos los océanos de la Tierra.

«La próxima etapa de esta investigación es buscar sales y moléculas metálicas en otras regiones. Esto nos ayudará a entender si estas huellas químicas son realmente una buena herramienta para estudiar distintos tipos de discos protoplanetarios, o si son características de esta fuente específica», señala Ginsburg.

Orion Source I se formó en la nube molecular de Orión I, una vertiginosa fábrica de estrellas que ya se había observado con ALMA. «Esta estrella fue eyectada de su nube madre a una velocidad de unos 10 kilómetros por segundo hace unos 550 años», afirma John Bally, astrónomo involucrado en el estudio. «Es posible que los granos de sal hayan sido evaporados por ondas de choque luego de que la estrella y el disco experimentaran una brusca aceleración debido a un encuentro cercano o colisión con otra estrella. Queda por ver si el vapor de sal está presente en todos los discos que rodean protoestrellas masivas, o si es un rastro de eventos violentos como el que observamos con ALMA».

Fuente: ALMA. Edición: EP.

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