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Durante décadas, la búsqueda de inteligencia extraterrestre se ha centrado en escuchar señales de radio lejanas. Ahora, un equipo internacional de científicos ha invertido la estrategia, proponiendo un método revolucionario para encontrar artefactos alienígenas que podrían estar ya en nuestro propio sistema solar, utilizando un filtro natural e inesperado: la sombra de la Tierra.
Un nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, detalla esta innovadora técnica diseñada para superar uno de los mayores obstáculos en la astronomía moderna: la contaminación espacial. Nuestros cielos están abarrotados con miles de satélites y millones de fragmentos de basura espacial reflectante, lo que convierte la tarea de detectar un objeto anómalo de origen no humano en un desafío monumental.
Liderados por la investigadora Beatriz Villarroel de la Universidad de Estocolmo, los científicos encontraron una solución elegante. Cada noche, nuestro planeta proyecta un cono de sombra en el espacio donde la luz solar directa no llega. Esta zona oscura, que a la altura de la órbita geoestacionaria (unos 35.700 km) abarca entre 8 y 9 grados del cielo, se convierte en un «escenario limpio» ideal para la búsqueda.
La Instalación Transitoria Zwicky es un estudio astronómico de campo amplio que utiliza una nueva cámara adjunta al telescopio Samuel Oschin (en la imagen) en el Observatorio Palomar, en el condado de San Diego, California.
La lógica es simple. Los satélites humanos, salvo raras excepciones como láseres de comunicación o el encendido de propulsores, no emiten luz propia. Por lo tanto, cualquier destello o rastro de luz brillante detectado dentro de la sombra de la Tierra podría ser un indicio de algo mucho más exótico.
Para poner a prueba su hipótesis, el equipo analizó más de 200.000 imágenes capturadas por el Zwicky Transient Facility (ZTF), un telescopio en California que escanea el cielo en busca de objetos cambiantes. Utilizando un sistema de búsqueda automatizado llamado NEOrion, identificaron miles de candidatos, desde destellos puntuales hasta misteriosos objetos que dejaban estelas.
La mayoría de detecciones se correspondieron con meteoros, aviones o asteroides conocidos. No obstante, un caso en particular captó la atención: un objeto no catalogado que se movía a una velocidad muy superior a la de los asteroides típicos y que no figuraba en ninguna base de datos. Lamentablemente, el equipo no pudo realizar un seguimiento para confirmar su naturaleza, por lo que su origen sigue siendo un misterio.
Exposición de 333 segundos que contiene 19 o más trazas debido a los satélites Starlink. Crédito: CTIO/NOIRLab/NSF/AURA/DECam DELVE Survey.
Si bien este estudio de «prueba de concepto» no identificó de manera concluyente ninguna tecnología alienígena, demuestra que la búsqueda sistemática de artefactos extraterrestres es ahora factible con los telescopios y las técnicas de análisis existentes.
El equipo ya está desarrollando el siguiente paso bajo el proyecto ExoProbe, una red de telescopios diseñada específicamente para este tipo de búsqueda. Usando observaciones simultáneas desde distintos puntos, podrán determinar con precisión la distancia de cualquier objeto misterioso que encuentren. Este enfoque abre una nueva y emocionante frontera en la búsqueda de inteligencia extraterrestre, una que sugiere que la respuesta podría estar mucho más cerca de casa de lo que imaginamos.
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