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La empresa AlterEgo ha desarrollado una interfaz cerebro-computadora no invasiva que permite a los usuarios comunicarse de forma silenciosa, generando tanto expectativas por sus aplicaciones en accesibilidad como serias preocupaciones sobre la privacidad.
A medida que la «telepatía» se consolida como el término de moda en la tecnología de interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés), AlterEgo, una nueva startup afiliada al MIT, ha presentado un dispositivo que, según afirman, permite a los usuarios comunicarse en silencio a la velocidad del pensamiento.
El dispositivo, promocionado como el «primer wearable casi telepático del mundo», está generando esperanzas de avances revolucionarios en la accesibilidad, pero también suscita inquietudes sobre la privacidad a medida que esta tecnología se abre paso en el mercado de consumo.
Fundada por Max Newlon y dirigida por Arnav Kapur, AlterEgo se posiciona como una empresa que desarrolla tecnología para expandir la cognición humana. Su objetivo declarado es «construir herramientas con un impacto social positivo, fusionando el pensamiento humano con la inteligencia artificial».
A diferencia de otras propuestas como Neuralink de Elon Musk, AlterEgo es una BCI no invasiva, lo que significa que no requiere implantes quirúrgicos. La clave de su funcionamiento reside en la tecnología patentada Silent Sense, desarrollada en el MIT.
Este sistema no pretende leer los pensamientos privados del usuario. En su lugar, detecta las señales que el cerebro envía al sistema del habla cuando una persona articula palabras internamente, es decir, cuando tiene la intención consciente de hablar, incluso sin mover los labios ni emitir sonido. Según un comunicado de prensa, la tecnología «detecta el espectro completo del habla, ya sea hablando en voz alta, moviendo los labios o incluso la intención inmóvil de hablar».
Here’s how it works:
Alterego passively detects the downstream subtle signals your brain sends to your speech system, before words are spoken aloud.
It captures only what you intend to say.
🔒It never reads your thoughts.
✅Only picks up what you want to communicate.— alterego (@alterego_io) September 8, 2025
La neurocientífica Julia Mossbridge explicó al medio The Debrief que estas tecnologías son «muy plausibles», ya que el habla intencionada es más fácil de traducir en señales que los pensamientos abstractos.
Las posibilidades de AlterEgo son enormes. Los primeros usuarios podrían desde escribir a la velocidad del pensamiento hasta controlar dispositivos con manos libres, realizar búsquedas en internet en silencio o mantener conversaciones privadas.
El mayor potencial reside en el campo de la accesibilidad. Podría ser una herramienta invaluable para personas con dislexia, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), esclerosis múltiple (EM) u otras condiciones que comprometen la función motora, incluyendo el habla y la escritura.
Sin embargo, Mossbridge advierte sobre las posibles consecuencias no deseadas. «La línea entre la intención consciente e inconsciente es diferente en cada persona, por lo que podría haber consecuencias no deseadas —como escuchar los pensamientos sarcásticos de un ser querido sobre ti— que podrían ser preocupantes», señaló.
También existen dudas sobre su eficacia en todos los casos. La neurocientífica indica que para personas con autismo no verbal o ciertos tipos de derrames cerebrales, el proceso mental de formular el habla puede ser tan difícil como el acto físico, por lo que se necesita más investigación.
La llegada de esta tecnología también plantea preocupaciones sociales más amplias. La seguridad y la privacidad emergen como una preocupación central, ya que las conversaciones privadas podrían ser hackeadas, lo que convierte la protección de datos en un factor crucial para ganar la confianza del público. Además, existe el riesgo de profundizar la desigualdad económica. Mossbridge advierte que las BCI podrían crear una brecha donde los trabajadores con salarios más bajos se vean obligados a usar dispositivos menos seguros y vulnerables al monitoreo, mientras que las personas con mayores ingresos optarían por modelos encriptados y más seguros.
A medida que las interfaces cerebro-computadora avanzan rápidamente hacia el mercado, el debate público sobre su uso se acelera. Que dispositivos como AlterEgo se conviertan en herramientas de empoderamiento o en fuentes de división social dependerá de la rapidez con que las empresas, los consumidores y los legisladores aborden estos desafíos éticos y de seguridad.
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