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Este hallazgo no solo arroja nueva luz sobre el pasado militar de Breslavia, sino que también recuerda cómo los vestigios de las guerras mundiales siguen emergiendo en el presente, revelando fragmentos olvidados de la historia europea.
Durante unas obras de renovación en la ciudad polaca, trabajadores se toparon con algo sorprendente: más de 50 cascos militares enterrados a escasa profundidad. El descubrimiento tuvo lugar en las inmediaciones del Instituto de Arqueología de la Universidad de Wrocław, ubicado en la calle Koszarowa, y ha sido catalogado como un hallazgo arqueológico excepcional.
El Instituto de Arqueología informó que los cascos fueron encontrados en mayo, justo cuando se cumplían 80 años de la capitulación de la Festung Breslau (Fortaleza de Breslavia) y del final de la Segunda Guerra Mundial en la región. En 1945, Adolf Hitler había declarado a Breslavia como un bastión defensivo y ordenado a sus tropas resistir al Ejército Rojo a toda costa. El asedio duró casi tres meses y culminó con la rendición de la ciudad pocos días antes del final del conflicto en Europa. El lugar exacto del hallazgo formaba parte, hasta ese mismo año, de un edificio auxiliar perteneciente a las antiguas instalaciones del 8.º batallón de comunicaciones, el cual fue destruido durante los combates.
Los cascos estaban dispuestos de manera que sugiere que fueron almacenados en estanterías antes del colapso del edificio. El conjunto es notablemente diverso: se hallaron modelos alemanes M35 y M42 utilizados durante la Segunda Guerra Mundial, así como ejemplares más antiguos del modelo M16 de la Primera Guerra Mundial. También se recuperaron un casco polaco (modelo Wz. 31), uno soviético (SSz 36) y dos cascos diseñados para la Defensa Aérea alemana (Luftschutz, modelo M38).
Según los arqueólogos, esta variedad podría indicar que los cascos se almacenaban para tareas defensivas o de emergencia, como parte de un sistema improvisado de defensa aérea o contra incendios dentro del recinto militar.
Los objetos recuperados serán entregados, a través del gobierno local, al Conservador Regional de Monumentos del Voivodato de Baja Silesia, quien decidirá su destino final.
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