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Un equipo de investigadores liderado por la Universidad Estatal de Washington (WSU) ha logrado recrear con éxito el pigmento sintético más antiguo del mundo, conocido como azul egipcio, utilizando técnicas similares a las empleadas hace 5.000 años en el Antiguo Egipto.
Un antiguo halcón egipcio tallado en madera. Recuadro: un polvo desarrollado por la Universidad Estatal de Washington para la investigación del azul egipcio. Composición con fotos de Matt Unger y Joshua Franzos, Museo Carnegie de Historia Natural.
El azul egipcio fue ampliamente utilizado por los ancestrales habitantes del Nilo como sustituto de piedras preciosas como la turquesa y el lapislázuli. Su aplicación abarcó desde pinturas sobre madera y piedra hasta un material tipo cartapesta llamado «cartonaje» (del francés, cartonnage). Sin embargo, hasta ahora, existía escasa evidencia arqueológica sobre el proceso exacto de fabricación de este colorante.
Para resolver el enigma, los investigadores elaboraron 12 recetas distintas del pigmento empleando combinaciones de dióxido de silicio, cobre, calcio y carbonato de sodio. Las mezclas fueron calentadas a aproximadamente 1.000 grados Celsius durante períodos que iban de una a once horas, replicando las condiciones térmicas accesibles para los artesanos egipcios de la antigüedad. Luego, analizaron los resultados con técnicas de microscopía moderna y comparación con artefactos originales del Antiguo Egipto.
«El trabajo busca demostrar cómo la ciencia moderna puede revelar historias ocultas en objetos antiguos», explicó John McCloy, autor principal del estudio publicado en la revista NPJ Heritage Science y director de la Escuela de Ingeniería Mecánica y de Materiales de la WSU.
Ejemplos del uso del pigmento azul egipcio en artefactos antiguos. Fotos del Museo Carnegie de Historia Natural.
McCloy, que además posee un máster en antropología, destacó que el proyecto comenzó como una colaboración para crear piezas de exhibición para un museo, pero pronto despertó gran interés académico por las sorprendentes propiedades del pigmento.
Los investigadores descubrieron que el azul egipcio es altamente heterogéneo y que pequeños cambios en la receta alteran significativamente su tonalidad, que puede variar desde un azul profundo hasta tonos verdosos o grisáceos. Sorprendentemente, solo se requiere un 50 % de componentes azulados para lograr el color más intenso.
Este pigmento, más allá de su valor artístico, ha captado atención reciente por sus propiedades ópticas, magnéticas y biológicas. Por ejemplo, emite luz en el espectro del infrarrojo cercano, invisible al ojo humano, lo que lo convierte en un candidato ideal para aplicaciones modernas como tintas antifalsificación, detección de huellas digitales o incluso materiales superconductores.
Travis Olds, a la izquierda, y Lisa Haney con los polvos creados por el equipo de la Universidad Estatal de Washington para su investigación sobre el azul egipcio. Foto de Joshua Franzos, Museo Carnegie de Historia Natural.
Los pigmentos reproducidos están actualmente en exhibición en el Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh, Pensilvania, como parte de una nueva galería permanente dedicada al Antiguo Egipto.
Este estudio no solo revive una técnica milenaria, sino que también establece un puente entre la ciencia contemporánea y los saberes ancestrales, demostrando cómo el pasado aún puede ofrecernos herramientas para el futuro.
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