Un nuevo y provocador estudio científico sugiere que el objeto interestelar 3I/ATLAS, recientemente descubierto, podría no ser un simple cometa natural, sino una posible sonda de origen artificial, con características que abren la puerta a una hipótesis inquietante: su conexión con tecnología alienígena avanzada.

¿Sonda alienígena furtiva? Las propiedades anómalas del objeto interestelar 3I/ATLAS

Crédito: MysteryPlanet.com.ar.

El artículo fue coescrito por los investigadores Avi Loeb, Adam Hibberd y Adam Crowl, miembros de la Initiative for Interstellar Studies en Londres. En él, los autores analizan las propiedades anómalas de 3I/ATLAS —el tercer objeto conocido que proviene del espacio interestelar tras Oumuamua y Borisov— y sugieren que podría alinearse con la llamada «hipótesis del bosque oscuro», propuesta en la ciencia ficción por Cixin Liu, que plantea que las civilizaciones avanzadas se ocultan para evitar ser detectadas por potenciales depredadores cósmicos.

Entre los aspectos más intrigantes que destacan los científicos se encuentran:

  • Una coincidencia orbital extraordinaria: La trayectoria retrógrada de 3I/ATLAS está inclinada apenas 5° respecto del plano de la órbita terrestre, una coincidencia que estadísticamente tiene solo un 0.2 % de probabilidad.
  • Tamaño descomunal para un objeto interestelar: Con una estimación de 20 kilómetros de diámetro, su tamaño es mucho mayor que el de Oumuamua, lo que contradice la frecuencia esperada para este tipo de objetos. De hecho, deberían haberse detectado millones de cuerpos menores antes que uno de estas dimensiones.
  • Ausencia de señales típicas de cometa: No se han hallado rastros espectroscópicos de gases cometarios, lo que pone en duda que se trate de un cometa convencional.
  • Aproximaciones precisas a planetas clave: Su trayectoria lo lleva sorprendentemente cerca de Venus, Marte y Júpiter, con una probabilidad acumulada de solo 0.005 % si se tratara de una llegada aleatoria.
  • Un perihelio estratégicamente oculto: Al pasar por el punto más cercano al Sol en el lado opuesto a la Tierra, el objeto evita observaciones detalladas justo cuando sería más visible. Además, su velocidad relativa con respecto a la Tierra —de 98 km/s— hace prácticamente imposible su intercepción con tecnología actual.
  • Una maniobra óptima para frenar: Según los autores, 3I/ATLAS pasará por el lugar ideal para ejecutar una maniobra tipo Oberth inversa —una técnica usada para frenar y quedar atrapado en órbita solar— justo cuando esté oculto por el Sol, lo que podría permitirle «estacionarse» en nuestro sistema solar sin ser detectado.
  • Un origen visualmente encubierto: El objeto proviene del centro de la Vía Láctea, una región saturada de estrellas, lo que dificultó su detección anticipada.
  • Posible lanzamiento de artefactos: Las velocidades necesarias para que una nave lanzada desde 3I/ATLAS alcance otros planetas son menores a 5 km/s, técnicamente alcanzables con misiles intercontinentales.

Aunque los autores no afirman de manera concluyente que este visitante interestelar sea una nave alienígena, consideran que el cúmulo de anomalías merece una evaluación científica seria. Y, como señalan en el texto, si bien lo más probable es que se trate de un objeto natural, las implicancias de que no lo sea son tan significativas que ignorar esta posibilidad podría ser un error.

«Si existe aunque sea una pequeña posibilidad de que 3I/ATLAS sea una tecnología alienígena, debemos considerarlo con la misma lógica del argumento de Pascal», escriben. En otras palabras: las consecuencias de no prestar atención podrían ser mucho más graves que las de tomar precauciones ante una hipótesis errónea.

La fecha clave será a fines de noviembre o principios de diciembre de 2025, cuando el objeto alcance su punto más cercano al Sol. Los astrónomos están llamados a observar con atención, no solo para descartar la opción tecnológica, sino también para afinar futuros protocolos de respuesta ante encuentros con objetos interestelares.

Este estudio no solo abre un fascinante debate científico, sino que también propone una perspectiva poco explorada: la posibilidad de que el verdadero riesgo existencial no provenga de nuestra propia inteligencia artificial, sino de una inteligencia externa, ya presente entre nosotros.

Por MysteryPlanet.com.ar.

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