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Un científico dedicado a probar o refutar la idea de que los seres humanos tienen capacidad para detectar y responder al campo magnético de la Tierra, dice que ha encontrado pruebas de que es cierto.
En una charla en la reunión del Royal Institute of Navigation en la Universidad de Londres de este año, Joe Kirschvink describió experimentos realizados con sus colegas del Instituto de Tecnología de California, que han reflejado cambios reproducibles en las ondas cerebrales de voluntarios que se sentaron en una cámara magnéticamente controlable.
Durante el siglo pasado los científicos han encontrado que otros animales tienen sensores magnéticos y que responden a ellos. Así, las aves en vuelo utilizan el campo magnético de la Tierra, al menos en parte, como una brújula, los perros se orientan al norte o al sur para orinar. La lista de ejemplos ha crecido pero un problema se mantiene: nadie ha sido capaz de explicar cómo sucede.
Científicos han reducido a dos las posibilidades. Eric Hand escribe al respecto en dos artículos extensos sobre el tema en el último número de la revista Science. Uno es el Modelo de Magnetita, que se basa en la idea de que la magnetita existente en los cuerpos de los seres vivos se ve atraída por el campo magnético de la Tierra, controlando los circuitos neuronales. El otro es el Modelo Criptocromo y se basa en la idea que los campos magnéticos desatan reacciones cuánticas químicas en proteínas llamadas criptocromos —halladas en la retina—, sin embargo, nadie ha sido capaz de determinar cómo influirían en la red neuronal.
Kirschvink cree que la primera es la posibilidad más probable, aunque su misión no ha sido averiguar cómo podría funcionar, sino demostrar que lo hace en los seres humanos.
Para lograr alcanzar ese objetivo, Kirschvink y su equipo construyeron una jaula de Faraday, una caja lo suficientemente grande para albergar a una persona sentada, con bobinas colocadas alrededor de las paredes que impiden la influencia del campo magnético de la Tierra y cualquier otro campo magnético, ya sean naturales o de origen humano. La jaula permite la generación de un campo magnético y la imitación del campo magnético de la Tierra. Los voluntarios sentados en la silla de la jaula estuvieron unidos a una máquina que midió las ondas cerebrales alfa.
La jaula permite la eliminación de todas las fuentes de estímulos que impactan en la actividad de las ondas cerebrales humanas. La persona se sienta sola en la oscuridad, mientras que los investigadores manipulan el campo magnético a su alrededor. Kirschvink informó de que fue capaz de medir y reproducir un cambio en la actividad de las ondas alfa del cerebro en humanos, basada en el intercambio realizado con el campo magnético alrededor de ellos, informa Science.
Y lo hizo usando la jaula en dos lugares diferentes, uno en California, y otro en un laboratorio en Japón. Reconoció que el tamaño de la muestra es pequeño, pero es optimista respecto a que finalmente ha demostrado que los seres humanos tienen verdaderamente sensores magnéticos.
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1 comentario
20:08
algo tan simple como dormir con la cabeza en direccion al norte ,resulta un descanzo mas reparador ..ahi tienen el primer ejemplo de que el cuerpo detecta la onda magnetica del norte......esto de la silla ..ummm ¿¿??
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